N° 30 – Junio de 1969
¿DÓNDE ESTAMOS?
Esa pregunta nos hacen muchos suscriptores; y en realidad de verdad, toda persona seria con quien hablemos. Quisiera saberlo yo. Un «asesor» de JAUJA nos solicita hagamos «una exposición exhaustiva y seria de la situación actual del mundo» (!) Eso, ni de la sola Argentina somos capaces.
Hay orden externo, muchas empresas prosperan, se hacen obras públicas, el comercio marcha y no digamos nada las diversiones, el veraneo, las francachelas; el engorro de los partidos políticos y las frecuentes y costosas elecciones (fraudulentas) ha pasado sin pena ni gloria, no digo a la historia, sino al basurero: hasta aquí muy bien.
Pero el pueblo anda descontento y mohíno; hay desocupación y descontento obrero; y muchos patriotas claman que la economía y aun la soberanía del país han sido entregadas al imperialismo extranjero; y hay «una persistente política de desnacionalización» —como expresa un honrado y perpicaz economista. («Desnacionación» sería mejor decir).
El futuro es lo que preocupa y aun angustia; y la causa dello son hechos muy patentes: la venta a bajo precio del sistema bancario, la sustitución del desarrollo industrial por el paliativo del plan de obras públicas, mal consuelo; la detención del desarrollo industrial con el descenso de la actividad de la industria pesada; la «privatización» de industrias capitales, como la siderúrgica; la invasión masiva de saldos y excedentes de la industria liviana extranjera; la compra en masa de latifundios argentinos por empresas extranjeras; el no aumento antes la disminución del producto bruto total —con el aumento del sector «servicios», síntoma fatal del «subdesarrollo»; la pérdida continua de mercados (España, Israel) son fenómenos bien patentes que enumera y prueba el economista de la revista P. I. (Política Internacional) n° 108.
El proyectado ya comenzado a aplicar «impuesto a la renta potencial de la tierra» debilitará a la oligarquía propietaria, produciendo el abaratamiento de los campos —como notamos ya en esta revista; pero no en provecho del pueblo sino de los poseedores foráneos de divisas fuertes. Ya una compañía norteamericana ha realizado compras enormes en el cinturón agrícola de Buenos Aires.
La falta de capitales autóctonos y el abaratamiento del peso argentino pone ante las fauces de las empresas extranjeras la campiña nacional.
Añadamos la aglomeración acelerada de productos en los grandes «supermercados» de firmas extranjeras que están ya destruyendo el pequeño comercio, que es argentino —y era más cómodo y conveniente, si vamos a cuentas. Razón tiene García Lupo de escribir «Contra la ocupación extranjera». (Edit. Sudestada, Bs. As. 1968).
En definitiva, se ha facilitado la canalización a las metrópolis imperialistas de las ganancias del trabajo argentino y los beneficios necesarios para nuestro desarrollo. Con razón el Secretario de Comercio de la USA manifestó no hace mucho que el crédito en la Argentina «ha sido firmemente establecido». Sfido ío.
Como todo esto parece inevitable, el porvenir se amenaza mísero. Un quídam nos dice que la esperanza sería que Onganía se mantuviese de dictador 30 años como Franco y con la experiencia del gobierno y de su propia estabilidad, se enterase del hundimiento paulatino del país, y reaccionase un día bravamente como el Perú. Nos parece una esperanza imbécil. Somos Jauja, pero no tan soñadores como todo eso —ni de lejos.
Lo peor es que la apertura económica y la miseria del país, que se puede predecir en continuo aumento, trae consigo desmoralización en las costumbres; y esa es la razón principal para oponerse un hombre religioso: como lo están iniciando ya no pocos sacerdotes argentinos.
En todo este tiempo hemos visto grupos de sacerdotes (importantes, como en Rosario) que se levantan ante los Obispos; no se «rebelan» sino que se presentan enérgicamente. Nos parece es una reacción plausible contra el fenómeno nefasto de los Magnates Eclesiásticos poco aptos. Este fenómeno de los «Superiores briosos y sin letras» (como dijo el P. Juan de Mariana en el siglo XVII) es una plaga ya inveterada en la Argentina; no sé por qué, los Papas no nos han ayudado mucho en eso: hemos tenido mala suerte.
De hecho, la Iglesia Argentina está dividida en un cisma latente: hay dos Iglesias.
Diré un indicio trivial si me perdonan: la Iglesia subvenciona a la revista medio heterodoxa CRITERIO y no ayuda antes obstaculiza a la revista ortodoxa JAUJA; y el Concilio Vaticano II recomendó ayudaran a TODAS las revistas católicas (Decreto sobre los Medios de Comunicación, cap. II, párrafo 17).
Quiere decir que para los curiales actuales hay dos clases de católicos; unos que les hacen propaganda a ellos, es decir, a lo que podríamos llamar «la Iglesia Establecida», no carismática sino funcional; otros, los que no se dedican a servir tal propaganda sino simplemente a Cristo; los cuales deben ser ignorados o apartados.
Apartar sigilosamente a una masa de católicos, es cisma. Por nosotros no nos aflige tanto; pero en sí mismo es una cosa nefasta.
Si hay perdón para el decir la verdad, aunque el decirla sea peligroso, que Dios me perdone; pero ya, con una pata en el sepulcro ¿qué puedo hacer de provecho sino decir la verdad? Eso para mí es hacer penitencia y «prepararme una buena muerte».

