JOSÉ MARÍA MORCILLO: DANA – JUICIO DE DIOS

EL MERCADER DE VALENCIA

En estos tiempos del advenimiento del Anticristo, todos los acontecimientos y fenómenos convergen, en su origen y explicación, en el kahal.

Desde la elección de Trump (habría que preguntarse por qué esta vez le han permitido ganar las elecciones) hasta la catástrofe acontecida en España a raíz de unas inundaciones, todo debe ser analizado sin perder de vista los intereses o intenciones del mosaísmo.

La observancia de la Torá por parte de los gentiles, de la que el cristianismo es un experimento fracasado, al decir del sanedrín, obliga a la aceptación de las leyes de Noé, y, precisamente coincidiendo con la lectura de esta porción de la torá en las sinagogas, es cuando ha sobrevenido este fenómeno meteorológico, conocido por su acrónimo DANA, que ha sumido en la ruina a la región de Valencia.

El diluvio procede del juicio de Dios a la humanidad por su corrupción. Y es ahora donde empiezan las insinuaciones del colegio rabínico y sus voceros sobre los delitos cometidos en España y en Valencia para merecer tal castigo, teniendo en cuenta que ya antes algunos rabinos habían declarado que huracanes y otras calamidades sucedían por el odio al pueblo elegido.

En concreto, con posterioridad al huracán Katrina, el gran rabino sefardita declaró que se trataba de un castigo a Estados Unidos cuando su presidente apoyó el plan de retirar los asentamientos sionistas de la franja de Gaza.

Poco antes de la catástrofe de Valencia, el rabino Yosef Mizrachi también achacó los huracanes en Florida con la traición del gobierno de Biden a la causa sionista del exterminio palestino.

El gobierno actual de España, títere del sionismo, se ha permitido, no obstante, algunas licencias que han desagradado sobremanera a su amo, como, por ejemplo, reconocer el estado palestino o realizar declaraciones denunciando el genocidio y exterminio de palestinos. Ello es inadmisible incluso para un siervo tan obsecuente y entregado al nuevo orden mundial y a su agenda 2030, promotor del aborto y de todas las aberraciones morales y exactor por encargo de las instituciones mundialistas hasta la total aniquilación de la riqueza material y espiritual de España.

Por lo que hace a los pecados de antaño de los verdaderos españoles, los que celebran ahora este juicio divino sobre Valencia tendrán en cuenta los sucesos de 1391 en los que, el afán de los cristianos por convertir a los judíos, en muchos casos con éxito dadas las conversiones masivas, se mezcló con tumultos que resultaron en el asalto a la judería valenciana, a resultas de la cual se dice que pudieron morir unos 200 judíos. Esta cifra, que coincide con el número de fallecidos a consecuencia de estas inundaciones, justificaría la vindicación.

San Vicente Ferrer, santo y taumaturgo valenciano, destacó por sus prédicas encendidas al empedernido pueblo hebreo, de las que se saldaron milagrosas conversiones como la acontecida precisamente cuando el santo intentaba calmar a los asaltantes y los judíos oyeron la voz de San Cristóbal pidiendo su conversión. Quizás este hecho, como prueba de asimilación, sea más odiado por los rabinos que la propia muerte de judíos en los disturbios.

San Vicente Ferrer fue llamado, en la Bula de canonización, el Ángel del Apocalipsis y, el hecho de que pueda vinculársele a la celebración de esta catástrofe por parte del mosaísmo, acentúa la sensación de estar ante el verdadero apocalipsis, pero no por razones climáticas.

Otro hecho que llama la atención de lo sucedido en Valencia es la puesta en marcha de comportamientos y medidas propias de la crisis del virus mesiánico “covid-19” recreando también ese ambiente apocalíptico y distópico: fingida y vana solidaridad, exhibicionismo, dogmatismo seudocientífico, etc.

Extrañas ONG’s expertas en “gestión de desastres” y con intereses poco claros se enseñorean y merodean en los lugares de la tragedia, poniendo de manifiesto que el estado se encuentra totalmente enajenado al gobierno mundial y, por tanto, ausente para prestar los servicios necesarios.

El Mercader de Valencia ha venido por su libra de carne, porque ya tiene el alma de España, que es lo más valioso.

La humillación de España continuará mientras presencia su propia destrucción y la única causa son las ofensas inferidas al pueblo elegido cuando aquella gran nación tenía fe.

Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?