Clamor mexicano
Virgen de Guadalupe, la angustia de tus hijos
asciende como incienso hasta tu áureo trono.
El pueblo en que tu imagen se hizo ícono sagrado
hoy marcha hacia el abismo guiado por los lobos.
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Oh, Madre entre las madres, auxilio del cristiano,
¡no dejes que deshojen las rosas de tu tierra!,
la tierra en que un buen día dejaras entre flores
–inscrita en un ayate– tu celestial presencia.
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Mira como el malvado prospera y se agiganta
ante la pesadumbre de tus sufridos fieles.
¡Cómo estarás de triste al ver que multitudes
volviéndote la espalda, rinden culto a la muerte!
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Despierta en la conciencia de las futuras madres
el amor por sus hijos y el respeto a la vida,
¡que no los martiricen en sus claustros maternos
donde mueren sin rostro, sin nombre y despedida!
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¡Oh, Madre, ¿cuántos fieles aspiran a tu amparo
entre tanto pecado y entre tanto abandono?
¿Quién clama por las gracias que brotan de tus manos?
¿Por qué hay tantos millones de ciegos y de sordos?
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Espejo de justicia, perdona el menosprecio
de aquellos que hoy te ignoran, te excluyen y te afrentan
buscando en ancestrales rituales, bendiciones
que solamente en Cristo son verdades eternas.
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Haz que un renacimiento de fe detenga el curso
del furioso torrente de rebelión que anega
a esta pródiga tierra que tus plantas pisaran
trayendo claridades al alma y la conciencia.
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¡Oh Virgen amorosa, libéranos de aquellos
que viven perpetuando la iniquidad y el mal!
¡Que México se eleve como águila en la altura
y vuelvan tus rosales a florecer en paz!