VALOR DE LA PASIÓN
Historia.
—Esta es la oración más extensa de Catalina. Fue compuesta en Roma el último domingo de marzo, domingo de Pasión, que ese año de 1379 cayó el día 27.
Ideas.
—Incapacidad de que el hombre conozca a Dios en su esencia por medio de los sentidos. —Dios se manifiesta tomando la naturaleza humana y por la pasión. —Esta no es debidamente meditada por los que se dejan llevar de los sentidos.—Por la meditación de ella se conoce mejor a Dios y la dulzura de su amor. —Los servidores de Dios son semejantes a Cristo sufriente. —Por ellos, el mundo puede adquirir nueva vida.
¡Oh Dios eterno , alta y eterna Grandeza ! Eres grande , y yo pequeña . Mi bajeza no puede alcanzar tu altura sino en cuanto al afecto y al entendimiento. Junto con la memoria , te conocen y se levantan sobre la bajeza de mi humanidad y con la luz que me has dado en tu luz. Si medito tu alteza, toda la elevación que el alma puede tener hacia ti es como la noche comparada con la luz del sol, porque yo, bajeza mortal, no puedo alcanzar tu grandeza inmortal; aunque puedo gozarte por afecto de amor, no puedo ver tu esencia.
Por eso has dicho que el hombre que viven o te ve, esto es, que el hombre que vive en los propios sentidos y voluntad no puede verte en afecto de tu caridad. Y si, viviendo conforme a la razón , te puede ver de ese modo , no puede hacerlo en la esencia mientras vive en el cuerpo mortal. Es, pues, muy cierto que mi bajeza no puede alcanzar tu altura, sino solamente gustar y ver como en un espejo, y esta visión es con perfección de caridad, pero no la esencia, como se ha dicho.
¿Cuándo he podido llegar al afecto de tu caridad, esa que no puedo conseguir como los bienaventurados mientras viva en su cuerpo mortal? Cuando llegó el momento y la plenitud del tiempo sagrado, el tiempo propicio en que un alma conoce que tu luz ha sido anunciada al mundo, o sea, tu Hijo unigénito; cuando el esposo se ha unido a la esposa, es decir, a la divinidad con nuestra humanidad en el Verbo. De esta unión fue intermediaria María, la cual te vistió con su humanidad, eterno Esposo.
Este amor y unión se hallaban tan escondidos que pocos lo conocían, por lo cual el alma no comprendía tu alteza. Pero veo que por la pasión del Verbo llegó al alma el conocimiento del afecto de la caridad, porque entonces comenzó a manifestarse en toda su grandeza el fuego escondido en nuestras cenizas, al rasgarse el cuerpo santísimo en el madero de la cruz. Para que el afecto del alma fuera elevado a las cosas altas y los ojos del entendimiento mirasen al interior del fuego, tú, Verbo eterno, has querido ser levantado en lo alto, con lo que nos has manifestado tu amor en la sangre. En ella nos has mostrado tu misericordia y generosidad; en ella, también cuánto agobia y pesa el pecado del hombre; en ella has limpiado el rostro de tu esposa, es decir, el alma, con la cual te has unido por la unión de la naturaleza divina a la nuestra humana . De este modo la vestiste cuando estaba desnuda y con tu muerte la has vuelto a la vida.
¡Oh pasión deseada! Tu eterna Verdad dice que ni es deseada ni amada por quien se ama así mismo, sino por quien se despoja y se viste de ti, levantándose luminosa a causa de tu luz hasta conocer la altura de la caridad.
¡Oh pasión deleitable y dulcísima, oh riqueza del alma, refrigerio de los afligidos, comida de los que tienen hambre, puerto y paraíso del alma, alegría verdadera, cielo y bienaventuranza nuestra! El alma que en ti se gloría consigue su fruto. ¿Y quién se gloría en ti? No el que ha sometido la luz de la razón al afecto sensible, pues éste no ve sino lo terreno.
¡Oh pasión que quitas toda enfermedad, con tal de que el enfermo quiera la curación, pues tu don no nos ha privado de la libertad! Tú , pasión, das vida al que está muerto ; si el alma se debilita por las tentaciones del demonio , tú la liberas; si es perseguida por el mundo o combatida por la propia fragilidad, tú eres refugio, porque ella ha conocido en ti no sólo las obras del Verbo en la pasión, sino que ha experimentado la altura de tu divina caridad. De aquí que por ti, pasión, quiera caminar hacia la verdad, conocerla, embriagarse y aniquilarse en la caridad de Dios por medio de tu enfermedad , la que parece enfermedad a causa de nuestra humanidad que ha sufrido en ti, a pesar de que la elevación es grandísima por el misterio que procede de ella en razón de la divinidad. Por ésta se levanta a la altura de la misma divinidad y consigue su fin, ya que de otro modo no podría.
¡Oh pasión! El alma que descansa en ti está muerta a los sentidos. Por la pasión se da cuenta ella del afecto de tu caridad. ¡Oh, qué dulce y suave es esta dulzura experimentada por el alma que penetra bajo esta corteza, donde ha encontrado la luz y el fuego de la caridad al ver la unión de la divinidad realizada con nuestra humanidad! Veo que la humanidad desaparece con la muerte , no la divinidad. Alma mía, mira y verás al Verbo en nuestra humanidad hecho como una nube ; pero la divinidad no recibe lesión por la nube o tinieblas de nuestra humanidad , sino que el sol y esplendor divino está oculto en el cielo sereno como algunas veces se halla oculto bajo la nube . ¿Cómo se nos certifica de esto?
Porque, concluido el sufrimiento, permaneció la divinidad en el cuerpo del Verbo después de la resurrección, y a la humanidad , hasta entonces oscura, la hizo esplendorosa e inmortal.
Por tanto, tú, pasión, enseñas la doctrina que debe seguir la criatura racional. Por eso yerran los que prefieren seguir los deleites y no las penas, pues ninguno llega a ti, Padre , sino por el Verbo, y a ti, el Verbo, no podemos seguirte si no te gozamos en el afecto al sufrimiento. Aunque el alma no quiera soportarlo, ha de tenerlo contra su voluntad; pero , si consiente sufrir con el sol de la luz, entonces no es herido el afecto del alma por sufrimiento alguno, igual que la divinidad del Verbo en ningún modo sufre, porque ella soporta los sufrimientos por su propia voluntad. Por tanto, de modo patente muestras que , después del tiempo aceptable de la pasión del Verbo, el alma puede conocer el afecto de la caridad por la luz de la gracia, y con esta luz, en el tiempo finito, llegamos a conocer tu esencia en el tiempo infinito. Por esta enfermedad de la pasión podemos conocer tu alteza; no porque tus misterios sean pequeños —antes bien son sublimes—, sino a causa de la pasión de la humanidad, que es pequeña.
¡Oh dulce y eterno Dios, infinitamente sublime!
Como nosotros no podíamos elevar a tu altura el afecto, que era bajísimo, ni tampoco la luz del entendimiento, por causa de las tinieblas del pecado, por eso, tú, gran Médico, nos has dado al Verbo con la comida de la humanidad. Cautivaste al hombre y cautivaste al demonio no en virtud de la humanidad, sino de la divinidad. De esta manera , haciéndote pequeño, has hecho grande al hombre ; saturado de oprobios, lo has llenado de bienaventuranzas; padeciendo hambre, lo has saciado con el afecto de tu caridad; despojándote de la vida, lo has vestido de la gracia; colmado de vergüenza, le has devuelto el honor; siendo tú oscurecido en cuanto a la humanidad, le has devuelto la luz; al ser extendido en la cruz, lo has abrazado; le has dado en tu costado refugio contra los enemigos. En este refugio puede conocer tu caridad, porque con ella demuestras que le has querido dar más que lo que pudieras con una obra finita. Allí ha encontrado el baño en el que ha limpiado el rostro de su alma de la lepra del pecado.
¡Oh Amor deleitoso, oh Fuego, oh Abismo de caridad! ¡Oh altura incomprensible! Cuanto más contemplo tu grandeza en la pasión del Verbo, tanto más se avergüenza mi alma miserable de no haberte conocido, esto porque estuve viva para el afecto de los sentidos y muerta a la razón. Que plazca hoy a tu inconmensurable caridad iluminar los ojos de mi entendimiento y los de aquellos que me has dado como hijos y de todas las criaturas racionales.
¡Oh Deidad, Amor mío! Te pregunto una cosa: en el tiempo en que el mundo yacía enfermo, tú le mandaste como médico a tu unigénito Hijo, lo cual hiciste por amor. Ahora veo yacer al mundo en la muerte; en muerte tan grande , que mi alma desfallece viéndolo.
¿Qué medio habrá ahora para resucitar a este muerto, siendo tú un Dios que no puede sufrir y que no vas a venir de nuevo a redimir al mundo , sino a juzgarlo?
¿Cómo se devolverá la vida a este muerto ? No creo, Bondad infinita, que te falten medios, sino, más bien, reconozco que ni tu amor falta, ni tu poder se halla debilitado, ni tu sabiduría disminuida. Puesto que quieres, sabes y puedes proporcionar el remedio que se necesita para ello, te suplico que , si place a tu bondad , me muestres este remedio, pues mi alma está dispuesta a aceptarlo con valentía.
Respuesta. Es cierto que tu Hijo no va a venir a juzgar, sino en su majestad, como queda dicho; pero veo que tú llamas «cristos» a tus servidores y que quieres suprimir la muerte y dar la vida al mundo . ¿De qué modo? Caminando ellos con decisión por el camino del Verbo, con solicitud y ardoroso deseo, procurando tu honor y la salvación de las almas, sufriendo con esa intención pacientemente las penas, oprobios y reproches que cualquiera les haga . Con estas penas finitas quieres dar refrigerio a su infinito deseo, es decir, escuchar los ruegos y satisfacer su deseo. Pero si sufriesen sólo corporalmente , sin la intención indicada, no les bastaría ni a ellos ni a los otros, como tampoco la pasión del Verbo, sin la virtud de la divinidad, habría sido suficiente para la salvación del género humano .
¡Oh excelentísimo Remediador! Danos, pues, de estos «cristos» que continuamente viven en vigilias, lágrimas y oraciones por la salvación del mundo . Les llamas cristos porque se han hecho semejantes a tu Hijo unigénito.
¡Ah, Padre eterno! Concédenos que no seamos ignorantes, ciegos, fríos, ni de vista tan entenebrecida , que no nos veamos a nosotros mismos sin darnos a conocer tu voluntad.
Pequé contra el Señor; ten misericordia de mí.
Te doy gracias, te doy gracias, porque has concedido refrigerio a mi alma tanto por el conocimiento que me has dado , de modo que pueda conocer la grandeza de tu caridad mientras aún estoy en el cuerpo mortal, como por el remedio que veo has dispuesto para librar al mundo de la muerte .
Por tanto, no sigas durmiendo, alma mía miserable, pues ya has dormido toda tu vida. ¡Oh Amor inestimable! La pena corporal de tus servidores valdrá en virtud del santo deseo de sus almas; ese deseo tendrá valor en virtud de tu caridad. ¡Oh miserable alma mía, que no abrazas la luz, sino las tinieblas! Levántate de ellas; despiértate a ti misma; abre los ojos del entendimiento y mira el abismo en el abismo de la caridad divina, porque , si no miras, no puedes amar. Cuanto veas, tanto amarás, y cuanto ames, tanto seguirás su voluntad y te vestirás de ella.
Pequé contra el Señor; ten misericordia de mí. Amén.

