DEVOCIONES: MES DEDICADO A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO – DÍA 10

MES DEDICADO A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE

DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

3405994776_1fab185fd3

DÍA DECIMO

(Oración para todos los días)

La sangre de Jesús sirve de salvación a quien se vale de ella, y de condenación a quien la desprecia

  1. Jesús derramó su Sangre para la salvación de todos; sin embargo, el santo anciano Simeón predijo que ella habría de servir de salud para muchos y de ruina para otros; y que ello sucedería cuando el alma de la Madre divina fuera traspasada por la espada del dolor (San Lucas, II, 34, 35). En el calvario fue por esta atravesada, mientras Jesús derramaba su Sangre en la cruz, por tanto, Jesús crucificado servirá de salvación a quien quiera aprovecharse de la efusión de su Sangre, y servirá de ruina a quien rehúse valerse de ella.

  2. Un ladrón crucificado junto a Jesús, despreció obstinadamente su Sangre, y se condenó. Judas traicionó esta Sangre, y desesperado se quitó la vida ahorcándose. Los judíos al pedir la muerte de Jesús, gritaron: «Caiga su Sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos (San Mateo, XXVII, 25)»; y he aquí que pocos años más tarde, el mal que habían imprecado, descendió sobre sus cabezas. Pues muchísimos de ellos fueron muertos, otros hechos cautivos y Jerusalén totalmente destruida, como el mismo Jesús lo había anunciado (San Lucas, XIX, 44). ¡Qué tremendos castigos tiene Dios aparejados a los conculcadores de su Sangre!

     

  3. Si en el tiempo pasado hemos despreciado la Sangre de Jesús, haciéndonos sordos a las divinas inspiraciones, viviendo obstinados en la culpa, y no cooperando a las gracias que Dios nos ha dado; no suceda así en lo futuro, para no atraer sobre nosotros la más terrible venganza del cielo. Como que la voz de la Preciosa Sangre sirve de misericordia a quien la escucha, pero de condenación a quien la desprecia.

     

Ejemplo: San Francisco de Borja, llamado al lecho de un moribundo que pertinazmente rehusaba confesarse, con el crucifijo en una mano y palabras de fuego en los labios, hizo poderíos para hacerlo arrepentirse. Más despreciando aquel impío las palabras de Francisco, el crucifijo comenzó a gotear viva Sangre de sus llagas, y con amorosos acentos, dijo: «Mira cuánto he padecido y cuánta Sangre he derramado por ti: ¿por qué, entonces, no te entregas? Ah! Confiésate arrepentido, que te perdono». Pero aún a vista de tan gran prodigio, permaneció aquél siempre obstinado, y Jesús desclavo una mano y llenándola de Sangre, la arrojó al rostro del pérfido, diciéndole: «Si no la quieres para salvarte, sírvate de condenación». El desgraciado, blasfemando, murió presa de la más aterradora desesperación (Colección de las Obras del Santo, y su vida,, por su sobrino nieto, Francisco de Borja). ¡Terrible ejemplo para quien deprecia las divinas gracias que Jesús nos ha merecido con la efusión de su Sangre!

(Se medita y se pide lo que se desea conseguir).

Obsequio. Haced el acto de contrición con el firme propósito de valeros siempre de la Sangre Preciosa.

Jaculatoria

Haced que sea,

Caro Señor,

La Sangre vuestra

Mi salvación.

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Qué locura, oh Señor, ha sido hasta ahora la mía de resistir a vuestras gracias! Me habéis ofrecido el perdón y yo lo he rehusado; me habéis extendido vuestros brazos para apretarme al seno, y yo os he vuelto las espaldas y me he escapado; me habéis mostrado la Sangre derramada para salvarme, y yo la he pisoteado cometiendo nuevos pecados! ¡Desgraciado de mí, que no merezco más perdón! Pero ¡ea! Por esta misma Sangre, no me rechacéis, ahora que arrepentido me vuelvo a vos, Sangre Preciosa, con vuestra voz omnipotente, perorat a favor mío; ya que en lo futuro no sólo no quiero jamás pisotearos, sino vivir siempre como vuestro verdadero amante.

(Oración final)