Meditaciones para el Mes del Sagrado Corazón de Jesús

Extractadas del libro

AMOR, PAZ Y ALEGRÍA”

Mes del Sagrado Corazón de Jesús según Santa Gertrudis.

Por el R. P. Dr. André Prévot, de la Congregación Sacerdotes del Corazón de Jesús

DÍA 30

Nuestra Señora del Sagrado Corazón

(Continuación)

II. NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
Y LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS

Es Nuestra Señora del Sagrado Corazón quien tienes la llave del Corazón de Jesús. Lo abre como quiere para hacernos entrar en Él y saciarnos en las mismas fuentes de la gracia. Cor regis in manu Dominae, el Corazón del Rey, se podría traducir según San Buenaventura, está en las manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón; Ella lo inclinará del lado que quiera, conciliará sus favores, asegurará sus misericordias a quien quiera. No, no temamos atribuir a María demasiado poder sobre el Corazón de su Hijo; es soberana de este Corazón, sobre toda expresión y pensamiento, y así es como Jesús se complace en honrar a su Madre.

La Iglesia, que conoce los secretos divinos, para hacernos comprender mejor el imperio dado por Jesús a María, no teme emplear, hasta en su liturgia, fórmulas que pueden parecer excesivas. Así nos permite cantar: Tua per precata dulcissima, nobis concede veniam per saecula: Por tus ruegos tan poderosos sobre el Corazón de Jesús, concédenos, para siempre ¡oh María! el perdón de nuestros pecados. Debería decirse Obtenernos; pero tal es el inefable poder de la intercesión de María que parece conceder, aunque obtiene.

Con este mismo espíritu, la Iglesia se dirige directamente a María para solicitar bienes que sólo Dios puede dar. Ella canta: Solve vincla reis, profer lumen caeis (rompe las ligaduras de los culpables, lleva la luz a los ciegos). Tengamos nosotros el espíritu de Dios. Sobre este fundamento inconmovible, sobre la misma Piedra, se apoya la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

La mayor gracia que puede obtenernos esta Madre todo poderosa, que resulta de su mismo título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, es la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. ¡Oh! Pidámosle con insistencia que nos obtenga este don. Ella es quien lo ha obtenido a todos hasta ahora, desde la Beata Margarita María, desde Santa Gertrudis y desde San Juan Evangelista. San Juan, en efecto, toma a María por su Madre, y por su medio recibe el don del Sagrado Corazón de Jesús. Luego, si San Juan representaba también muy particularmente a los amigos del Sagrado Corazón de Jesús; por medio de María, por Nuestra Señora del Sagrado Corazón, es por quien obtendremos la devoción al Sagrado Corazón.

III. NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN Y LOS POBRES PECADORES

De estos pobres pecadores deseamos obtener su salvación. Ella será nuestra más dulce, más segura esperanza a su respecto, aún con los más desesperados. Ella nos hará beber por ellos, gracias de misericordia en el Corazón de Jesús, y sosteniendo maternalmente nuestro celo por la conversión de los pecadores, nos hará perseverar hasta que lo hayamos obtenido; pues un corazón de Madre jamás se cansa, jamás se desanima, y ordinariamente concluye por triunfar de los corazones más endurecidos.

¡Oh! Cuán feliz se encontrará Ella cuando le recuerdes, a este respecto, con filial confianza, lo que le decía Santa Gertrudis, implorándole una gracia de extraordinaria misericordia:

¡Oh Madre de Bondad!, se te ha dado por Hijo a Aquél cuyo Corazón es la fuente misma de la misericordia, ¿no es, para que extiendas estas aguas de la gracia sobre todos los miserables, y para proporcionar a tu inagotable caridad el medio de ocultar a los ojos de la justicia, la multitud de nuestros pecados y faltas?”

Verás a esta tierna Madre, mostrándote al mismo tiempo, como a Santa Gertrudis, un rostro radiante de gracia y de misericordia. Sentirás que su Corazón se conmueve y que el Corazón de Jesús, sintiendo el choque de esta emoción, se enternece en favor de las almas, por las cuales solicitas el perdón.

¡Oh! ¡Si supiésemos cuánto se conmueve María por las miserias de nuestras almas, cómo ardientemente desea la salvación de estos pobres pecadores, por los cuales sacrificó a su Hijo Jesús! Un día en que Gertrudis se lo recordaba, por estas palabras de la liturgia: Por Ti ha venido nuestra redención; la Madre misericordiosa pareció tan vivamente enternecida, que, desfalleciente, en cierto modo, reclinó su cabeza sobre el Corazón de Jesús, y allí, multiplicando las súplicas y las demostraciones de amor, le conjuró derramase abundantemente sobre las almas las gracias de la Redención. ¿Cómo podría rehusárselo el Corazón de Jesús? El amor que tiene a su Madre, ¿no es incomparablemente mayor que la aversión que siente por nuestros pecados?

Un día que nuestra Santa dirigía a Nuestra Señora esta otra oración de la liturgia: Que Ella misma interceda por nuestros pecados; vio a María repitiéndola a su divino Hijo, y a Jesús, con el rostro sonriente, respondiendo a su divina Madre: “Te he dado, Madre mía venerada, en virtud de todo mi poder, el derecho de reconciliar con mi justicia, según el agrado de tu Corazón, a todos los pecadores que devotamente recurren a tu intercesión”.

Y como Gertrudis prosiguió el cántico sagrado: Une tus ruegos a los nuestros, oh Madre de misericordia, respondió la Bienaventurada Virgen: “Sí, mi Corazón habla por ti al Corazón de mi Amado”.

El Corazón de María que habla al Corazón de Jesús, por nosotros, pobres pecadores, es la misericordia que se entiende con la misericordia para socorrer a los miserables; el Corazón de María que habla al Corazón de Jesús por estas almas infortunadas, cuya conversión deseamos, es la más dulce esperanza para sostener nuestro celo. Ahora comprendo que la Iglesia salude a Nuestra Señora del Sagrado Corazón con el título de esperanza de los desesperados. Complazcámonos en recordar, a esta tierna Madre, este dulce nombre, que es la última palabra de sus glorias redentoras. Invoquémoslo con confianza bajo este título bendito; y siempre veremos que un éxito consolador viene a coronar nuestros esfuerzos por la conversión de los pecadores.

Tengamos confianza en Nuestra Señora del Sagrado Corazón; especialmente respecto a nuestra pobre patria (se trata de Francia) a quien se entregó. Sí, recordemos, en medio de nuestras desgracias, que Nuestra Señora del Sagrado Corazón se reveló y entregó, primero y muy especialmente a Francia y después, por Francia, al resto de la Iglesia como para decirnos que si queremos aprovechar este don maravilloso que nos hace, ella reanimará la fe y la caridad de Francia y se servirá también de ella para hacer triunfar a la Iglesia.

Nuestra Señora del Sagrado Corazón y las almas reparadoras

Ustedes son especialmente, queridas almas, las que deben tener confianza en Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Ustedes responden a sus deseos más ardientes; ella golpeará, por ustedes, con los latidos de su Corazón, a la puerta de la misericordia divina, que no es otra que la abertura del Corazón de Jesús, y podrán beber abundantemente en las fuentes del Salvador, gracias de reparación.

¡Oh!, sí, vayan con toda confianza a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, esta Madre tan tierna hará por ti lo mismo que por Santa Gertrudis. Ella cubrirá primero con el manto de su misericordia tus propias faltas y negligencias; luego, a medida que le ofrezcas tus obras de reparación, “ella se inclinará hacia el Corazón de su Hijo y le ofrecerá, con un beso de su boca maternal, todas tus prácticas” unidas a sus propias obras reparadoras que les asegurarán un mérito incomparable.

Tal vez en esta vida de reparación a la cual la gracia los atrae, teman su debilidad y su inconstancia o teman atraer sobre ustedes pruebas demasiado duras. Ofrézcanse a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, abandónense a su maternal dirección y nada teman. Ella les hará beber en el Corazón de Jesús el amor que da fuerzas; no dejará llegar hasta ustedes más que las pruebas que puedan hacerles bien, menores, tal vez, que las que habrían tenido sin sus ofrendas, y ciertamente acompañadas de una gracia mayor, que las endulzará. Ella sacará de los tesoros del Corazón de Jesús cuanto pueda suplir a lo que falta a sus pequeños esfuerzos, y verán, como tantas otras antes que ustedes, que la vía de las almas reparadoras es enteramente derecha y luminosa cuando en ella se avanza apoyada en la mano de María, que está sembrada de gracias para ustedes mismos y para sus hermanos. Así, pues, confianza sin límites en esta buena Madre, y si no osan ofrecerse como víctimas del Corazón de Jesús, sean víctimas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

Letanías al Sagrado Corazón de Jesús

Aprobadas por S.S. León XIII

-Señor, ten piedad.

-Cristo, ten piedad.

-Señor, ten piedad.

-Cristo, óyenos.

-Cristo, escúchanos.

-Dios, Padre Celestial,                R. Ten piedad de nosotros

-Dios Hijo, Redentor del mundo,

-Dios, Espíritu Santo,

-Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,

-Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno,

-Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo,

-Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios,

-Corazón de Jesús, de majestad infinita,

-Corazón de Jesús, templo santo de Dios,

-Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo,

-Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo,

-Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad,

-Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor,

-Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,

-Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes,

-Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,

-Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,

-Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia,

-Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad,

-Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace,

-Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido,

-Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados,

-Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia,

-Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan,

-Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad,

-Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,

-Corazón de Jesús, colmado de oprobios,

-Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados,

-Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,

-Corazón de Jesús, traspasado por una lanza,

-Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,

-Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,

-Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,

-Corazón de Jesús, víctima por los pecadores,

-Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan,

-Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren,

-Corazón de Jesús, delicia de todos los santos,

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo

Perdónanos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo

Óyenos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo

Ten piedad de nosotros.

-Jesús, manso y humilde de Corazón

Haced mi mi corazón semejante al vuestro.

Oración

Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¡Oh Corazón de Jesús!, el más tierno, el más amable, el más generoso de todos los corazones, penetrado de reconocimiento a la vista de tus beneficios vengo a consagrarme a Ti sin reservas y para siempre. Quiero emplear todas mis fuerzas en propagar tu culto, y en ganarte, si es posible, todos los corazones. Recibe hoy el mío ¡oh Jesús!, o más bien tómalo Tú mismo, cámbialo, purifícalo, para hacerlo más digno de Ti; hazlo humilde, paciente, dulce, fiel y generoso como el Tuyo, abrasándolo con todo el fuego de Tu amor. Escóndelo en Tu divino Corazón, con todos los corazones que te aman y que te están consagrados, y no permitas que jamás lo vuelva a tomar. ¡Más bien morir que jamás entristecer a Tu Corazón adorable. Sí, Corazón de Jesús, amarte siempre, honrarte, servirte, ser siempre tuyo: es el deseo de mi corazón en la vida, en la muerte y en toda la eternidad. Amén.