Meditaciones para el Mes del Sagrado Corazón de Jesús

Extractadas del libro

AMOR, PAZ Y ALEGRÍA”

Mes del Sagrado Corazón de Jesús según Santa Gertrudis.

Por el R. P. Dr. André Prévot, de la Congregación Sacerdotes del Corazón de Jesús

DÍA 28

Mi yugo es suave y mi carga es ligera

Nos parece que estas palabras tan consoladoras del Evangelio encuentran su plena realización, en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, en esta devoción, tal como Santa Gertrudis nos la inculca por sus ejemplos y por sus escritos, en esta devoción, en fin, tal como Nuestro Señor quiere darla a sus amigos en el siglo presente.

Dejémonos atraer por tanto amor y tratemos de gustar esta suavidad del yugo del Señor en el Corazón de Jesús: Gustate et videte. Ella nos ganará para su servicio, nos unirá a Él más y más y nos endulzará todas las dificultades. Gustémosla nosotros mismos y hagámosla gustar a todos, tanto como podamos, y que nuestra última conclusión práctica sea esta palabra del mismo Evangelio, respecto a la devoción al Sagrado Corazón: Venite ad Me omnes (Venid todos a Mí). Que todos vengan al Corazón de Jesús.

1) En este Evangelio, que bien puede llamarse el Evangelio del Sagrado Corazón, parece que todo está dispuesto para atraernos, para ganarnos, alentarnos, consolarnos, unirnos a Él para siempre. Nuestro Señor abre, desde luego, su Corazón, a todos aquellos que están en la aflicción y que llevan la carga del sufrimiento: Venid todos a Mí todos y Yo os aliviaré. Vengan, no teman, yo soy su Salvador y su Amigo; les abro mi Corazón, tan humilde y dulce. Nada hay en Mí que pueda atemorizarlos. He venido a servirles, a ser su víctima. Quiero gastarme todo entero en hacerles bien, yo tomaré el dolor y les dejaré el consuelo.

Rechacen el yugo del mundo que hasta aquí han llevado con tantas molestias y fatigas, dejen la carga de sus pecados, que los agobia; tomen, en su lugar, mi yugo que es suave, mi carga es ligera, y en verdad les digo que encontrarán el reposo de sus almas. Serán felices en mi servicio y mi Corazón tan amante será para ustedes una fuente siempre abierta de consuelo y de paz.

Esta es, nos parece, la devoción al Sagrado Corazón según el Evangelio. La Providencia ha querido reservar su plena aplicación a nuestra época, tan llena de pecados y de sufrimientos, y servirse especialmente de Santa Gertrudis para mostrarnos la entera realización de las promesas divinas.

2) En efecto, en la vida como en los escritos de Santa Gertrudis, todo respira la paz, todo está lleno de suavidad. Allí se ven por doquier, mezcladas con sombras, sin duda, puesto que son necesarias en todo cuadro, allí se ven por doquier la luz, la gracia, el consuelo, la alegría. Es una vida de oración y de amor, de confianza y de abandono, más bien que de trabajo y de aflicción. Si buscamos cuál es el carácter de Santa Gertrudis, en medio de todos los demás santos, no lo encontramos en la multitud de sufrimientos, o en el brillo extraordinario de virtudes, ni en la empresa de grandes obras en las grandes penitencias, sino más bien en el apacible abandono a la ternura de Jesús, en la fiel aceptación del yugo del Señor, llevado siempre con suavidad, en la unión constante al Corazón de Jesús, dulce y humilde, en el servicio del Buen Maestro, realizado por amor y siempre con un sentimiento de paz y alegría.

3) Esto, es precisamente, lo que Nuestro Señor nos ofrece también a nosotros. Escogió a esta santa para que nos lo demuestre, nos lo diga, nos lo haga sentir, y especialmente a nuestro siglo, tan débil y de tanta frialdad, es al que el Corazón de Jesús hace esta ofrenda tan consoladora, única que puede inflamarlo y curarlo. Ahora que parecemos estar al fin de los siglos, el Salvador nos ha dicho, como lo había anunciado por el Apóstol amado de su Sagrado Corazón: que aquél que tenga sed de felicidad, de gracias, de paz, venga a mi divino Corazón, que es la fuente, y allí beberá todo lo que quiera sin tener que comprarlo ni ganarlo con su propio trabajo: absque ulla commutatione (Isaías 55,1) (1). La misericordia de mi Corazón, que quiere, antes del fin de los tiempos, glorificarse en su suprema manifestación y amar a los hombres sobre todo límite, lo ha dispuesto todo a este efecto. Que estas almas tan débiles vengan a Mí; que confíen en mi Bondad y se abandonen a mi ternura; que reposen en la dulzura de mi divino Corazón; que entren a participar de mis sentimientos de humildad y de obediencia, y no sentirán ya el peso del yugo, a causa de la abundancia de consuelos que derramaré sobre ellas (2). Vengan, pues, todos; vengan sin temor, y sin tardanza, para siempre, abandónense amorosamente a Mí.

Quisiera que escuchemos este llamado del Corazón de Jesús. Vengan, vengan pobres almas que están amedrentadas, que temen la cruz, la lucha, la renuncia de ustedes mismas. Vengan, acérquense a Él y serán iluminadas; el demonio del desaliento o de la tristeza las ha engañado hasta ahora; vengan y vean. Es el Corazón de Jesús que se abre a ustedes; es la fuente de la paz, del valor, de la confianza, de la alegría. ¡No teman! Arrójense a este asilo que se les ofrece, y estarán al abrigo de todo temor; sumérjanse en esta fuente que les está abierta y allí encontrarán todo lo que su corazón desea. Sí, confíense a esta bondad sin límites, abandónense a esta ternura infinita, verán y gustarán. Verán que estas penas interiores que las molestaban, dieron lugar a la paz; que estos sufrimientos que las abatían se hallan endulzados; que estas contradicciones que las desolaban, dan un éxito maravilloso a sus obras; que estos males que les quitaban el valor, llegan a ser dulces compañeros y les procuran toda suerte de gracias; que esta práctica de la mortificación que las asustaba, es ahora para mayor bien de sus almas y de sus cuerpos; que todas estas dificultades en que el demonio les dejaba ver la cruz y les ocultaba la unción que la acompaña, se cambian en consuelos de una suavidad totalmente celestial. ¡Gusten y vean! ¡Confianza y abandono! ¡Confianza y abandono! Lo que les ofrece el Corazón de Jesús es más bien el alivio de las penas que amedrentarían, la paz y la alegría del corazón, la abundancia de la gracia que las alentará a proporción de su confianza y de su generoso abandono.

CONCLUSIÓN PRÁCTICA

1) Consagrémonos más y más a la devoción al Sagrado Corazón.

2) Sirvámonos, para esto, de los escritos, de los ejemplos y de la intercesión de Santa Gertrudis.

3) Propaguemos esta devoción alrededor nuestro, tanto como podamos, porque ella es el particular socorro y el remedio preparado por la Misericordia divina para estos últimos tiempos (3).

NOTAS DEL AUTOR:

1) Porque si todo lo pedido es penoso para la naturaleza, nada será comparado con la abundancia de paz que derramará en su alma; porque “aquel que por amor da todo su ser, lo desprecia como si nada hubiera dado.”

2) Computrescet jugum a facie olei.

3) Los escritos de Santa Gertrudis pueden ofrecerse a todos, aún a los laicos (lo probamos muchas veces), pero bajo diversas formas; a las personas que las asuste una forma demasiada mística, se puede ofrecer los dos libros que el R. P. Croso extractó de las Insinuaciones: “El Corazón de Santa Gertrudis” y “El año de Santa Gertrudis”. Estos libros han hecho bien y son los mejores regalos que pueden hacerse.

Recordamos también las “Oraciones de Santa Gertrudis” y los “Ejercicios de Santa Gertrudis”, publicados por Dom Guéranger, OSB.

El Padre Lagrelette, párroco de Bar-le-Duc, hizo construir una hermosa capilla dedicada a Santa Gertrudis, publicó pequeñas hojas con oraciones a Santa Gertrudis, repartió muchísimas imágenes de la santa durante varios años, popularizando su culto. Un boletín publicado por él cada tanto, cuenta las gracias obtenidas por su intercesión en Francia y en todo el mundo, gracias a la divulgación de estas oraciones e imágenes.