Meditaciones para el Mes del Sagrado Corazón de Jesús

Extractadas del libro

AMOR, PAZ Y ALEGRÍA”

Mes del Sagrado Corazón de Jesús según Santa Gertrudis.

Por el R. P. Dr. André Prévot, de la Congregación Sacerdotes del Corazón de Jesús

DÍA 27

La amistad de los santos en el Corazón de Jesús

(Continuación)

§ II. LOS SANTOS LO DAN TODO A LOS AMIGOS DEL SAGRADO CORAZÓN

Distinguimos en las obras de los santos, como en toda buena obra, tres partes o méritos diferentes: la parte expiatoria, en cuanto estas obras satisfacen por los pecados; la parte impetratoria, en cuanto obtienen gracias; la parte latréutica, en cuanto glorifican a Dios (no hablaremos de la parte meritoria propiamente dicha que los santos no pueden comunicar a nadie). Santa Gertrudis nos expone a los Santos haciéndolos partícipes de estos diversos méritos a los amigos del Sagrado Corazón.

1. La parte expiatoria: El Señor enseñaba a Santa Matilde a recurrir a los santos para pagar sus deudas con la Justicia divina: los Patriarcas ofrecían por ella sus deseos ardientes; los Apóstoles, sus trabajos; los Mártires, sus sufrimientos; los Confesores, sus virtudes heroicas; las Vírgenes, su castidad. Le abrían así el tesoro de las satisfacciones de la Iglesia para que saque lo que quiera para ella y para los demás.

“Santa Gertrudis, rogando por una de sus hermanas que acababa de morir, la vio reposar sobre el Corazón de Jesús, y todos los santos, aproximándose, según sus diversas Órdenes, depositaron sus satisfacciones en el seno del Salvador, para suplir por la falta de méritos de esta alma; conoció Santa Gertrudis que obraban de tal manera, porque esta alma, cuando estaba en la tierra, tenía la costumbre de rogarles que asistiesen de este modo a las almas de los difuntos. Todos los santos demostraban gran amistad con esta alma, especialmente las Vírgenes que la trataban como una hermana suya.” (V, 3).

¡Qué riquezas inmensas se nos ofrecen aquí para pagar las deudas de las almas del Purgatorio! Este tesoro de las satisfacciones de los Santos, es el mismo tesoro en que la Iglesia se provee para las Indulgencias, ellos lo abren con prodigalidad a sus amigos, sobre todo ahora que nos acercamos al fin de los tiempos, y se precisa que todas sus satisfacciones sean agotadas, bajo pena de quedar eternamente inútiles. Hagámonos, pues, amigos de los santos, y nuestra pobreza tendrá a su disposición estas riquezas ilimitadas, que permiten liberar millares de almas del Purgatorio a la vez, como Santa Gertrudis lo hacía con sus hermanas.

2. La parte impetrorial: «Cuando Santa Matilde estaba en agonía, mientras rezaban por ella las letanías, Santa Gertrudis vio a los diversos coros de los Ángeles y los diferentes Órdenes de los Santos levantarse, a medida que eran invocados, viniendo a depositar con alegría en el Corazón del Salvador todos sus méritos como ricos presentes, y el Señor los regalaba al momento a su amada, para el aumento de su alegría y de su gloria. Al día siguiente, habiendo la santa fallecido, Santa Gertrudis vio, después de su glorificación en el cielo, a los ángeles y los santos que se aproximaban al Señor y doblaban la rodilla ante Él, al modo de los príncipes cuando reciben la investidura de sus bienes de manos del emperador; recibieron sus méritos, que habían ofrecido en la víspera para el aumento de los méritos de la amada del Señor, duplicados y maravillosamente ennoblecidos con los méritos de la misma Santa.» (VIII, 4).

He aquí, otra obra de riqueza extrema. Apropiándonos los méritos de los Santos, los doblamos por el mismo hecho, y aquellos que son causa de esta multiplicación vuelven a tomar, con justicia, sus méritos duplicados con un aumento de alegría y de gloria. Así, en dulce amistad con los santos, duplicamos nuestros recursos y también sus méritos, su alegría y su gloria. Es el cumplimiento de la palabra de la Escritura: Más vale que dos estén juntos que permanecer solos, pues adquieren así el beneficio de la asociación: Habent enim emolumentum societatis suae.

3. La parte latréutica: «Santa Matilde, cantando en el oficio de Santa Inés el responso Amo Christum (Amo a Cristo), se quejaba de sí misma al Señor, porque no le había amado de todo corazón, desde su más tierna edad como Santa Inés. Entonces el Señor dijo a Santa Inés: «Dale todo lo que tienes». Esta palabra hizo comprender a Matilde que Dios ha conferido a los santos el favor de poder dar todo lo que Él ha obrado en ellos, a aquellos que los aman, que dan gracias a Dios por ellos, que aman los dones que Dios ha puesto en ellos. Habiendo hecho Santa Inés lo que el Señor le dijo, Matilde se sintió llena de una alegría inefable; rogó a la Reina de las vírgenes diese gracias a su Hijo por ella, y María, accediendo a su súplica, la hizo parte de todos sus dones y con los dones de Inés y los dones de María, amó, honró y glorificó plenamente al Señor, por el pasado y el presente”.

O admirabile commercium. ¡Oh amistad de los Santos, infinitamente preciosa! Les damos nuestras alabanzas, nuestras acciones de gracias, nuestro amor, y ellos nos comunican, en retorno, todos los dones que el Señor multiplicó en ellos para su gloria; y por medio de ellos ofrecemos a Dios alabanzas celestiales perfectamente santas, verdaderamente dignas de Él; pues “lo que podemos por nuestros amigos, lo podemos nosotros mismos» (1), y las alabanzas que los santos ofrecen en nuestro nombre, Dios las recibe como ofrecidas por nosotros mismos.

CONCLUSIÓN

1. Los trabajadores de la hora undécima

Nosotros somos los trabajadores de la hora undécima, ociosos, o negligentes hasta aquí, y todavía muy débiles y cobardes en nuestro humilde trabajo. Sin embargo, el Corazón de Jesús, sin ningún mérito de nuestra parte, sino únicamente «porque Él es bueno», quiere hacernos iguales a sus trabajadores de horas precedentes, para los frutos de salvación y para la recompensa. Los santos, nuestros antepasados, glorificarán eternamente su misericordia y su liberalidad: pares illos nobis fecisti. ¿Qué medio usará Él para esto? La amistad que hace a los amigos iguales: amicitia pares invenit aut facit. Su Corazón, que todo lo da, nos proporcionará estos sentimientos de amistad, vendrá a latir en nosotros para que amemos a los Santos, para que seamos amigos de los santos; late ya y palpitará siempre en el corazón de los santos para amarnos en la más tierna amistad; así en el Corazón de Jesús contraeremos plena amistad con los santos, y esta amistad, por la mutua comunicación de bienes, nos hará iguales a ellos, y los santos alabarán a Dios, le darán gracias por ello eternamente: pare illos nobis fecisti!

2. Los compañeros del alma eucarística

No perdamos nada de los preciosos recursos que nuestro Señor nos ofrece en la amistad de los Santos. A medida que las diversas fiestas del año nos ponen en relación con estos amigos de Jesús, apliquémonos a invocarlos, a honrarlos por el Corazón del Salvador que quiere ser el órgano de nuestra religión y de nuestro culto; hagamos amistad con ellos, formemos con ellos sociedad en el Sagrado Corazón de Jesús; y luego explotemos el rico capital de sus méritos, del que empezamos a participar, para glorificar a Dios, y atraer todo tipo de gracias sobre la Iglesia. Que cada día, al pie del Tabernáculo, sea una nueva fiesta para regocijar a Jesús acompañado de alguno de sus amigos.

Por medio de la Santa Comunión, sobre todo, Jesús nos une en amistad con sus santos, como lo vemos por el ejemplo de Santa Gertrudis, y como resulta de la misma naturaleza del Sacramento de la Eucaristía, que es el Sacramento de la unidad eclesiástica: Sacramentum unitatis ecclesiasticae (Sto. Tomás). Al alma eucarística, sobre todo, quiere Él hacer entrar en esta alianza sobrenatural; en esta unidad, principio de fuerza, en esta amistad, fuente de consuelos. ¡Oh, alma eucarística, cuán bella es tu herencia! Entra en el gozo de tu Señor, sírvele en la alegría, pues los santos del cielo vienen a asociarte a su culto, que es todo júbilo. Tu soledad se poblará de habitantes celestiales, tu desierto se cubrirá de flores místicas que brillan en los diversos órdenes de los Bienaventurados; podrás ofrecer a Tu Amado la gloria del Líbano por medio de estos inciensos numerosos que se te dará en las súplicas de los santos; rodearás el Tabernáculo con la belleza del Carmelo por la variedad de los méritos de los santos, que encantarán las miradas del divino Prisionero; y harás resonar en sus oídos conciertos celestiales, uniéndote a los cánticos de los santos. Reconoce la bondad y la sabiduría del Dios de la Eucaristía; quiere multiplicar auxiliadoras para tu celo y ministros de tu culto, para que no tengas nada que envidiar a las almas activas, que son las más ricas, para que tú te apegues más y más a esta herencia que preparó Su ternura para ti y que será siempre la mejor.

NOTA DEL AUTOR:

(1) Principio de Sto. Tomás: Quod possumus per amicos, per nos aliquo modo possumus.