Novena en Sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio
Del “Áncora de Salvación” del R. P. José Mach. S. J. 1957
“Caiga una gota de la Preciosa Sangre de Cristo en el Purgatorio, y se apagarán sus horribles llamas”
«Al cumplirse el tercer aniversario del fallecimiento de nuestro querido y recordado director, amigo y hermano Fabián Vazquez , invitamos a todas las personas piadosas y de buena voluntad a unirse a esta novena, caridad que agradecemos infinitamente. El sábado 24 de febrero, el querido Padre Juan Carlos Ceriani rezará la Santa Misa en sufragio del alma de Fabián, invitándolos a todos a unirse por esta intención»
Mario Fabián Vazquez, Requiescat in pace
Día Tercero
Por la señal de la Santa Cruz, etc.
ACTO DE CONTRICIÓN:
Señor Mío Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo y espero, a quien amo y quisiera haber siempre amado sobre todas las cosas; me pesa sí, una y mil veces me pesa de haberos ofendido, por ser vos quien sois, bondad infinita; pésame también porque merecí las terribles penas del Purgatorio ¡Ay! Tal vez las eternas llamas del infierno. Propongo firmemente nunca más pecar, y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, ayudado de vuestra divina gracia.
¡Oh! Tenga yo, Jesús Mío, la dicha de confesarme bien, enmendar la vida y perseverar hasta la muerte. Os lo pido por vuestra Sangre Preciosísima, y por los dolores de vuestra afligidísima Madre. Así sea.
ORACIÓN AL PADRE ETERNO
Para todos los días de la Novena
Padre Celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisisteis que vuestro Hijo Unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen Purísima, se sujetase a la vida mas pobre y mortificada, y derramase su sangre en la Cruz por nuestro amor: ¿cómo dejaríais sufrir largo tiempo a esas Almas en el Purgatorio, habiendo costado tanto a Jesucristo y siendo vuestras amadísimas hijas? ¿Cómo permitiríais fuese malograda Sangre de tan grande valor? Compadeceos, pues, de esas pobrecitas Almas y libradlas de aquellas horrorosas llamas. Compadeceos también de la mía, libradla de la esclavitud del pecado. Y si vuestra justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo os ofrezco todas las obras buenas que hago en este novenario. ¡Ay!, de poquísimo, de ningún valor son: es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de Vuestro Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos han existido en la tierra. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con ojos de compasión, y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria. Así sea.
MEDITACIÓN
Considera, amado cristiano, el tormento que causa a las Almas el fuego abrasador del Purgatorio. Si el fuego de este mundo, creado para el servicio del hombre y efecto de la bondad divina, es ya el más terrible de todos los elementos; ¿que será el fuego del Purgatorio, encendido por un Dios santísimo y justísimo, para con el demostrar el odio infinito que tiene al pecado? Es tal, dice San Agustín, que el fuego de este mundo comparado con él no es más que pintado. Considera cuales son las faltas por las que Dios infinitamente bueno y misericordioso castiga a sus amadísimas esposas con tanto rigor y verás que son faltas leves, y a veces un sólo pecado venial. ¡Oh!, ¡y qué mal tan grave debe ser este delante de Dios, cuando es tan severamente castigado en el Purgatorio! En efecto, el pecado venial es leve, si se lo compara con el mortal; pero en sí es mayor mal que la ruina de todos los imperios y que la destrucción del universo: es un mal tan espantoso, que excede en malicia a todas las desgracias y calamidades del mundo: es un mal tan grande, que si cometiéndolos pudieses convertir a todos los pecadores, sacar a todos los condenados del infierno, librar a todas las Almas del Purgatorio, aun entonces no debieras cometerlo: pues todos estos bienes no igualarían la malicia del pecado más leve: porque aquellos son males de la criatura, y este es un mal y una ofensa hecha al mismo Creador. ¿Puedes oír esto sin horrorizarte, y sin mudar de conducta? ¡Ah!, llora, cristiano, tu ceguedad: y a la caridad del fuego espantoso del Purgatorio, comprende por último, ¡cuán grave mal es cometer el pecado venial! ¡Pero! ¡ay! Es un mal tan grande; ¡y tú, lejos de llorarle, lo cometes sin escrúpulo, a manera de juego, pasatiempo y diversión!
ORACIÓN
A Jesús conducido de tribunal en tribunal
¡Oh Padre amantísimo! Cuando considero las innumerables ofensas que cada día cometo contra vuestra soberana Majestad; cuando me veo siempre iracundo, soberbio, vengativo, falto de virtudes y lleno de defectos, no puedo menos de temblar al postrarme a vuestros pies. ¿Y cómo me atreveré yo a interceder por las afligidas Almas del Purgatorio, siendo yo merecedor de penas más graves que las suyas? No obstante me anima vuestro benignísimo y pacientísimo Hijo. ¡Ah! Si el veis cargado de cadenas y conducido de tribunal en tribunal, es por mi amor. Si a pesar de ser Juez de vivos y de muertos, oye las más inicuas acusaciones y falsos testimonios, si le veis insultado, escupido abofeteado y pisoteado, es por amor mío. Aceptad, pues, oh Padre amantísimo, la paciencia inalterable de mi dulce Redentor; acepta su silencio, humildad y mansedumbre asombrosa. Estas virtudes confunden y condenan, es verdad, mi altivez, mis impaciencias e ímpetus de ira y de venganza; mas por tan sublime santidad, perdonareís a las pobres Almas del Purgatorio y purificándome de mis imperfecciones y pecados, me transformareis todo en Vos. ¡Oh! Concededme estas gracias, Jesús mío benignísimo.
Así sea.
Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
OBSEQUIO
Mañana procuraremos sufrir con paciencia así los trabajos que Dios nos envié, como las molestias del prójimo en sufragio de las benditas Almas del Purgatorio.
ORACIÓN FINAL A LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Para todos los días de la Novena
Esposas muy queridas del Señor, que encerradas en la cárcel del Purgatorio sufrís indecibles penas, careciendo de la presencia de Dios hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; ¡con cuánta razón desde aquellas voraces llamas clamáis a vuestros amigos pidiendo misericordia! Yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer deuda tan crecida: y aunque más pobre que vosotras mismas, os ofrezco y aplico cuantas indulgencias pueda ganar en este día, y cuantas obras meritorias hiciera, a excepción de aquellas que por alguna necesidad particular aplicare. Pero siendo tan pobres mis méritos, para satisfacer por vosotras a la Justicia divina, recurro a la piedad de los justos, a los ruegos de los Bienaventurados, al tesoro inagotable de la Iglesia, a la intercesión de María Santísima, y al precio infinito de la Sangre de Jesucristo. Conceded, Señor, a estas pobres Almas, sobre todo a aquellas ligadas a mí por el vínculo de parentesco y de amistad, el deseado consuelo y descanso. Pero confío también, Almas agradecidas, que tendré en vosotras poderosas medianeras, que me alcancen del Señor gracias con que deteste mis culpas, adelante en la virtud, sojuzgue las pasiones y llegue a la eterna bienaventuranza. Así sea.

