EL CRISTIANISMO EN LOS CANTARES POPULARES

CONTEMPLATIVOS EN LA ACCIÓN

Esta poesía popular viene de la España del Siglo de Oro; y en esa tradición hispano-católica encontramos el fondo mismo del alma nacional, que muy poco debe al barbarismo precolombino, tan reivindicado por los revolucionarios.

Los Cantares son trasunto del alma española de la época colonial; todos ellos revelan una tradición poética nacida al arrullo del romance clásico, que los soldados y misioneros de la España grande de los siglos XVI y XVII trajeron al Nuevo Mundo.

El deber de la hora actual es salvar esa cultura y reanudarla.

Por esta razón, entregamos al pensamiento católico estos florilegios, con el deseo de que muchos jóvenes recojan este tesoro poético, y reanuden la honrosa tradición de cultura bruscamente interrumpida por la irrupción de una civilización tan brutalmente material que ha olvidado el significado esencial de la vida cristiana, e incluso ya de la simplemente humana.

ES MEMORABLE LA HISTORIA

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Es memorable la historia
de un caso que ha sucedido
de un hombre que ha dormido
para su eterna memoria.
No tiene pena ni gloria
por su orgullo y vanidad,
la divina Majestad
le ha mandado este castigo:
que tiene que estar dormido
hasta el Juicio Universal

El se mantiene dormido,
este no come ni bebe,
pero así Dios lo mantiene
con su divino poder.
Así nos da a entender
a los vivos que han quedado,
que pueden ser castigados
hasta el último momento;
esto sirva de escarmiento
a los vivos que han quedado.

Todos lo ven que está vivo
que tiene el alma en el cuerpo,
y con pulso y movimiento
está hecho piedra y dormido.
Allá se halla sumergido,
sin precisar alimento;
tan sólo esperando el tiempo
Que le tiene que llegar,
en que lo venga a juzgar
el juez de vivos y muertos.

Esto dijo con soberbia
y con altanera voz,
con orgullo y vanidad:
—A madrugar más que Dios.
el castigo mereció
y dándonos así ejemplo
Dios, lo dejó en el momento
en un letargo profundo;
teniendo que estar dormido,
hasta que se acabe el mundo.

Esta glosa me fué dictada en San Antonio de P. Blanca por la señora Luisa Pacheco de Carrizo en 1915. No he podido establecer con seguridad el lugar donde se realizara tan ejemplar castigo, mientras unos hablan de una travesía en San Juan, otros dicen que fué por los llanos de La Rioja y no falta quien afirme que tal portento se obró en Santa María de Catamarca y hasta uno me llegó a decir que fué Salta el teatro del milagro. Los paisanos viejos de Catamarca cuentan el hecho así:

Viajaba una tropa de carros por una travesía; ya habían andado muchas leguas, cuando a la oración cerrada, hicieron alto en el camino. Merendaron los troperos y después de disponer todo para pasar la noche a la luz de las estrellas, ordenó el capataz que se fueran a dormir y se oyó este diálogo:
Hasta mañana y muy temprano (ordenó el capataz).
—Si Dios quiere, ha i ser. (Refunfuñó un viejito).
—Y si no quiere también.
Cambiadas estas pocas palabras, musitaron sus plegarias los peones y se entregaron al reposo a la orilla del camino junto a sus carros.
A las primeras luces del día y entre la penumbra de la noche, más o menos al segundo canto de los gallos, nuestros hombres andaban en los trajines de los bueyes. Algunos calentaban el agua para tomar mate, otros uncían los bueyes y todos se preparaban para reanudar el viaje con la fresca, sólo el capataz dormía. Cuando todo estaba listo y sólo faltaba la orden de marchar, uno de los troperos  fué a despertarlo. Lo llamó repetidas veces, lo sacudió, le gritó, pero todo fué inútil, aquel hombre seguía durmiendo. Se acercaron los otros troperos y trataron de despertarlo por muchos medios, pero el afán resultó inútil también, aquel hombre no reaccionaba en su letargo. Se produjo entonces un silencio emocionante, nadie se atrevía a despegar su labio.

Pero alguien en el grupo rompió el silencio y dijo:

¡Dios lo ha castigao!…

Era el viejito que había sostenido el diálogo esa noche y recordaba que al despedirse para ir a dormir, aquel hombre que yacía dormido,  había desdeñado la protección de Dios.
Cuentan los paisanos que aquel hombre quedó dormido y fué a morir muchos años después. No sé quién haría este cantar, ni de dónde se trajera a Catamarca si no fuera originario de esta provincia. Yo infiero por ciertas conjeturas que el cantar debe ser muy anterior al año 40, pues es el caso que viejos, muy viejos, recuerdan haberlo oído cantar a sus padres.
Romances sobre hechos portentosos trae Duran. R. Gen., T. 11, Pág. 390.