2 DE NOVIEMBRE – CONMEMORACION DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

Todavía están nuestros ojos inundados con la luz de la visión que nos trajo ayer la Fiesta de Todos los Santos, cuando la Iglesia nos hace tornar la mirada hacia la mansión de otros Santos que todavía no gozan de Dios: al  Purgatorio, al lugar donde se purifican las almas con terribles tormentos. Hay una armonía admirable y consoladora entre estas dos festividades. Los Santos nos ayudan a nosotros, y nosotros ayudamos a las almas del Purgatorio por ese intercambio maravilloso de la Comunión de los Santos. Nuestras misas, comuniones, indulgencias, sufrimientos, todo puede servir a nuestros hermanos del Purgatorio que sufren, para aliviar su tormento.
El abad benedictino de Cluny, San Odilón, fué el primero que instituyó esta fiesta o Conmemoración de los Fieles difuntos. Durante varios siglos, España tuvo el privilegio de que los sacerdotes celebrasen tres misas, favor que Benedicto XV extendió a la Iglesia universal, durante la guerra europea de 1914. En virtud, pues, de este privilegio, todos los sacerdotes del mundo pueden celebrar hoy tres Misas, y los fieles harán bien en oírlas. Teniendo en cuenta, empero, los fieles que solo pueden comulgar una vez.

CATHOLICVS-La-Santa-Misa-en-el-Arte-XCII-The-Holy-Mass-in-Art-XCII

Réquiem aetérnam dona eis, Dómine: et lux perpétua luceat eis.-

OH Dios, otorgador del perdón y amante de la salvación de los hombres: rogamos a tu clemencia que, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María y de todos los santos, concedas a las almas de tus siervos y siervas, que salieron de este mundo, llegar a la eterna compañía de los bienaventurados. Por Jesucristo Nuestro Señor.