MILAGROS EUCARÍSTICOS- El milagro de O Cebreiro

MilagroDeCebreiro

En un día de invierno del año 1300 en el que nevaba abundamente, un vecino de la localidad de Barxamaior, llamado Juan Santín, labriego, se dirigió hacia el Monasterio de Cebreiro para oir misa, sin importarle el tiempo tan adverso que hacía y el difícil camino de subida. Por fin llega al templo, cansado y empapado, sin apenas aliento.

Un sacerdote benedictino que no esperaba que en un día tan desapacible, con tanta nieve y viento fuera alguien a Misa, menosprecia el sacrificio del campesino y le dice que una Misa no merece tanto esfuerzo. La falta de
fe, caridad y tacto del monje no obtiene respuesta alguna por parte del labriego.

Comienza la Santa Misa. Cuando llega el momento de la Consagración, el sacerdote percibe cómo la Hostia se convierte en carne sensible a la vista, y el cáliz con el vino en sangre, que hierve y tiñe los corporales. El sacerdote, sorprendido, cae en la cuenta de su falta de fe y exclama al estilo de Santo Tomás: «¡Señor mío y Dios mío».

Jesús quiso premiar de esta forma el enorme esfuerzo del labriego, al mismo tiempo que afianzar no sólo la fe de aquel sacerdote, sino la de todos los hombres. La noticia del milagro se propagó por todas partes propiciando así una gran devoción a Cristo en la Eucaristía. A pesar del tiempo transcurrido, a pesar de las guerras e incendios, el milagro llega a nuestro siglo XXI tan carente de fe, como signo poderoso de la verdad: Cristo está vivo, resucitado, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Eucaristía.

Los protagonistas de la historia, el monje y el campesino Juan Santín, tienen sus modestos mausoleos en la iglesia, cerca del lugar del milagro Eucarístico.

En el año 1486 llegaron a O Cebreiro, de camino hacia Santiago de Compostela en peregrinación, los Reyes Católicos, hospedándose en el monasterio. Querían conocer de primera mano qué había sucedido en aquella Santa Misa, querían saber del prodigio. Los monjes les mostraron los corporales con la sangre que había quedado en el Cáliz y la Hostia en la patena. Como recuerdo de la visita donaron el
relicario donde se ha guardado el milagro hasta nuestros días. El cáliz de Cebreiro es el mismo que figura en el escudo de Galicia.

En el siglo XXI, Cebreiro sigue siendo una pequeña aldea que tiene, sin embargo, un gran tesoro: La Iglesia del milagro Eucarístico, de construcción prerrománica, del siglo IX, con tres sencillas naves de ábsides rectangulares y una torre. Preside en el presbiterio la imagen de un Cristo Gótico.

Los monjes benedictinos levantaron y custodiaron este templo desde el año 836 a 1853, año en que se vieron obligados a abandonar O Cebreiro como consecuencia de la desamortización de Mendizábal. La iglesia quedó en ruinas hasta su restauración en 1962. Los peregrinos del Camino de Santiago suelen parar en Cebreiro para acudir a la iglesia benedictina y contemplar la urna blindada con el cáliz, la patena y el relicario.

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La Iglesia de Santa María la Real es una joya del arte prerrománico datada en el S. IX.

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Debajo de la vitrina hay un sagrario de plata que representa la urna de la Catedral de Santiago en la que reposan los restos del Apóstol Santiago. El sacerdote y el campesino están enterrados bajo los dos arcos que se ven a la derecha de la imagen.

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