INSTRUCCIÓN RELIGIOSA – QUINTO MANDAMIENTO

Propium1

EL CRISTIANISMO

SUS DOGMAS, ORACIONES,

MANDAMIENTOS Y SACRAMENTOS

TERCERA PARTE

LO QUE SE HA DE OBRAR

DOCTRINA DE LA CARIDAD

MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS

PRECEPTOS DE LA IGLESIA – VIRTUDES CRISTIANAS

MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS EN PARTICULAR

Quinto mandamiento.

No matarás

   El quinto mandamiento es: No matar.

   Prohíbe hacer mal a sí mismo o a otro, de hecho, dicho o deseo.

   Por consiguiente prohíbe el homicidio, suicidio, riña, duelo, heridas, golpes, injurias, las imprecaciones y el escándalo.

   El quinto mandamiento no sólo prohíbe el matar, sino todo lo que conduce a este crimen, como las disputas violentas o altercados, las palabras injuriosas, la ira, el odio, la venganza y la envidia.

   No es tan fácil el guardar bien este mandamiento.

   Sólo Dios es el dueño de la salud y vida nuestras y del prójimo; por consiguiente, sólo Él puede disponer de ellas libremente.

   Homicidio es matar a otro.

   Nunca es lícito quitar voluntaria e injustamente la vida a otro.

   El aborto buscado a propósito es siempre gravísimo pecado.

   Es lícito matar a otro:

   1º En caso de legítima defensa, si no hay otro medio.

   2º Cuando se combate en guerra justa.

   3º A un criminal, por orden de la autoridad pública.

   Sólo la autoridad pública (nunca la privada) puede castigar a un criminal con la muerte.

   Suicidio es darse la muerte a sí mismo deliberadamente.

   Nunca y por ningún motivo es lícito quitarse directamente la vida.

   El suicida es un cobarde desertor que huye de la batalla de la vida; no tiene valor para sobrellevar las contrariedades.

   El suicidio es un crimen horrendo.

   El suicida, para librarse de las penas temporales, cae en las eternas del infierno.

   Es peor una hora de infierno que muchos años de penas, las más tremendas en este mundo.

   El buen cristiano, para remediar sus penas, acude, no al suicidio, sino a la ferviente oración, pidiendo a Dios que le libre de ellas o que le dé fuerzas para sufrir con paciencia.

   El que sufre y muere resignado como Dios quiere, es el soldado valiente que muere en el campo de batalla: su alma ceñirá la corona de gloria eterna.

   Es lícito, y aun acto de heroísmo, exponerse a la muerte por una causa justa: como asistir a los enfermos apestados, ceder a otro el salvavidas en caso de naufragio, etc.

   Hay obligación de poner los medios ordinarios para conservar la salud.

   Pecan los que se exponen a perder la salud o la vida sin justa causa; los que se entregan a la gula comiendo y bebiendo con exceso, etc.

   La embriaguez.  Este vicio tan detestable convierte al hombre en un ser abyecto.

   Trastorna su razón, asemejándolo a los brutos; acorta su vida; arruina sus intereses; lo expone a cometer cualquier crimen; destruye la paz del hogar; produce un sinnúmero de males.

   Riña es la pelea sin premeditación.

   Duelo es un combate con armas mortíferas, entre dos personas que previamente se han puesto de acuerdo para fijar el momento, lugar y armas para pelear.

   El duelo, hecho por autoridad privada, es siempre ilícito, aún a los militares.

   El duelo hecho por autoridad pública puede ser lícito en el mismo sentido que la guerra.

   Los que matan de duelo son más criminales y asesinos que los que matan en riña.

   El duelo es una acción injusta y bárbara, y por tanto no puede reparar el honor.

   Hay excomunión para todo el que voluntariamente toma parte en un duelo, aun como médico o espectador que ha ido de propósito.

   Disputas violentas o altercados.  Se originan casi siempre por cosas de ninguna importancia y suelen terminar en insultos y peleas.

   En las discusiones, cada uno debe defender su parecer sin acritud y con caridad cristiana.

   Maldecir es pedir uno para sí o para otro algún mal grave.

   Pecan gravemente:

   1º Los que maldicen con deseo de un mal grave.

   2º Aun sin tal deseo, los padres y superiores que maldicen delante de sus inferiores por razón del escándalo.

   El desearse la muerte a sí mismo generalmente no es pecado mortal, porque uno se la desea para no sufrir tanto; suele ser una falta de paciencia.

   Puede uno desearse la muerte lícitamente:

   1º Para no ofender nunca más a Dios.

   2º Para poder ver a Dios y gozar de las delicias infinitas del Cielo.

3º Para no sufrir las miserias de esta vida, resignándose, no obstante, a la voluntad de Dios.

   Escándalo es dar al prójimo con algún dicho, hecho u omisión culpables ocasión de pecar.

   El que comete el pecado de escándalo roba a Jesucristo las almas que le han costado la sangre y la vida.

   El Divino Redentor dijo: “¡Ay de aquél por quien viniere el escándalo! Mejor fuera que le ataran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al profundo del mar”.

   El que ha dañado al prójimo, corporal o espiritualmente, debe, si puede, reparar el mal causado.

   El quinto mandamiento nos manda perdonar a nuestros enemigos y querer bien a todos.

   El perdón de los enemigos consiste en no quererles mal y en darles las señales comunes de amistad.

   Jesús ha dicho: Perdonad y seréis perdonados: con la misma medida con que midiereis, seréis medidos.

   Para darnos ejemplo, Él, estando en la cruz, perdonó a los que le escarnecía, diciendo: ¡Padre, perdónalos que no saben lo que hacen!

   Perdonemos, pues, de todo corazón; hagamos bien a los que nos hacen mal, y así alcanzaremos la divina misericordia.