De ahora en adelante
De ahora en adelante, me mantendré despierto.
La cumbre irremplazable de mis aspiraciones
es Cristo. Por lo tanto, hoy soy un hombre muerto
para mis previas faltas y antiguas sinrazones.
De ahora en adelante todo cobra sentido
y mientras se desploman mis vanas utopías
humilde y cabizbajo me postro, redimido,
frente a la cruz gloriosa con las manos vacías.
Renuncio a la locura del mundo y sus falacias,
a triviales caprichos, a residuos paganos,
a las falsas deidades que prodigan desgracias
desde sus negros cetros, con sus indignas manos.
No quiero que mi nombre se una a la porfía
de los que buscan darle de baja al Creador
–mundo estridente y hueco que entona su vacía
canción para un mañana cada día peor–.
No respaldo herejías. No me uno a otros credos
ni me tienta el aroma del detestable pan
que indigesta los egos y se pudre en los dedos
de aquellos que, sin Cristo, se jactan de su Adán.
De ahora en adelante, por gracia poderosa,
me abrazo a la grandeza de la Revelación
consciente de que un día mi ineludible fosa
se volverá el peldaño de mi resurrección.
No importa que me llenen de injurias y de acosos
los que hoy se enorgullecen de su perversa ley.
Continuaré marchando por valles tenebrosos
tras las divinas huellas de Jesucristo Rey.

