“Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra”.
(Salmo 120, 1-2)
Amados hermanos en Cristo:
Ya que el mundo ha decidido llamar mal al bien y bien al mal, muchos vivimos en un permanente disgusto al presenciar la cantidad de injusticias que se cometen a diario, en todas partes. Casi todas ellas lloran ante los ojos de Dios y claman venganza al cielo.
Frente a la abundancia de crisis y catástrofes reinantes, es común la siguiente reacción de muchos cristianos ante los hechos:
¿Dónde está la ONU? ¿Dónde está la Unión Europea? ¿Dónde están los Derechos Humanos?
Cada crisis que vivimos, normalmente suscita recogidas de firmas con el fin de invadir los organismos internacionales, perteneciente todos ellos a la élite mundialista y además tentáculos del Nuevo Orden Mundial.
El envío de estas peticiones a dichos organismos es bienvenido por ellos. Les sirve de termómetro de nuestras inquietudes y les abre paso franco para tomar decisiones con el fin de contrarrestar el caos generado por ellos mismos.
Porque estas entidades corruptas, bajo la batuta de la plutocracia global, de aquellos que creen poder juzgar cuántos de nosotros sobramos en la tierra, son las creadoras del caos en todos los niveles para lograr sus elitistas fines.
“Ordo ab Chao” es el siniestro lema de los Illuminati que, basado en la dialéctica Hegeliana, primeramente crea el caos social, después obtiene una reacción de este (nuestras quejas y peticiones) y finalmente brinda la síntesis o solución del problema (un único gobierno mundial).
Esas tres palabras: “Ordo ab Chao”, moldean hoy los destinos de la humanidad desde lo oculto, tal como las placas tectónicas moldean la superficie de la tierra.
Las firmas obtenidas, y presentadas a estas entidades mundialistas, son el equivalente de una petición escrita al verdugo, de nuestro puño y letra, suplicando que no nos eche la soga al cuello.
Muchas organizaciones mundiales son una máquina de generar injusticia que busca, precisamente, la rendición de todas las naciones, de todas las soberanías y, por supuesto, también de nuestra libertad individual, a cambio de rescatarnos del caos presupuestado por ellos. Es el modo de hacernos claudicar de alguna esperanza distinta a la solución de su represión totalitaria.
Todos los problemas geopolíticos que enfrentamos son creados tras bambalinas por las mismas entidades a las que pedimos ayuda e intervención. Una ayuda que no nos prestarán más que a cuentagotas, cuándo y cómo quieran, según la conveniencia de sus anticristianos y luciferinos intereses.
¡Como cristianos, velemos!
¡Cuidado con lo que firmas!
¡Cuidado con lo que exiges!
Esta es una batalla apocalíptica. El anticristo crece y tanto la Unión Europea como la ONU están entre sus grandes obras maestras.
No habrá verdaderos derechos humanos en el mundo hasta que se restablezcan y pongan, en primer lugar, los derechos de Dios.
La guerra está declarada.



