No es solamente Kant…
Finalmente, aunque un tanto demorado (recién llegó a los correos suscriptos hoy, lunes 17, a las 6.20 de la mañana hora de Argentina), salió el Comentario Eleison Nº 422 del Obispo que no se retracta, que tanto esperábamos (ver aquí).
Creíamos que iba a seguir con el tema del anterior, coincidiendo con los que anuncian la debacle del 25 de septiembre. Suponíamos que convergiendo con ellos, al menos nos iba a dar, en preparación contra las inminencias, otros consejos de protección física, como el espesor del blindaje que hay que darle a nuestros refugios, o la profundidad a la que hay que cavarlos, pero no…
Continuando con su novedosa costumbre de descubrir características de personajes actuales (Putin, Francisco Bergoglio, el corresponsal yanqui del 421, el matemático de este 422 y vaya uno a saber cuántos más), el Prelado que no se rectifica nos ilustra el desquicio moderno con un gran representante de la (in)cultura: Willard Carroll «Will» Smith, Jr., un entretenedor entusiasta de la cienciología y simpatizante de todas las religiones.
Trae a la palestra nuestro Purpurado irreversible, un video que no es tan actual en realidad, porque al menos hay una versión publicada hace más de seis años (vale la pena detenerse a mirar el rostro del entrevistador, que da cuenta de lo irracional de los «conceptos» de Smith):
https://www.youtube.com/watch?v=OWAw7gxfB7Q
El Obispo indesdecible se retrotrae hasta esa entrevista para ilustrarnos sobre la alquimia, sobre Kant, sobre el entretenimiento y sobre la apreciación de la realidad. Es notable, en este sentido, que de algún modo el Prelado irrevocable cae en la misma posición que Will, puesto que expresa: «Si la palabra “alquimia” realmente significa hacer limonada a partir de limones, entonces ella respeta la realidad. Pero si la palabra quiere decir hacer oro a partir de plomo, como lo hace a menudo, entonces quiere decir un sueño, el cual ha sido soñado a lo largo de las épocas y representa un escape de la realidad…«
O sea que todo depende del sentido subjetivo que se le dé a la palabra «alquimia», que en realidad, o sea objetivamente, se refiere al sistema esotérico y práctica pesudocientífica que procuraba encontrar la piedra filosofal, o la panacea universal, tratando de dominar la naturaleza a través de la consideración del hombre como dueño absoluto de la misma y con fuerzas ocultas suficientes para transmutar realidades a voluntad. De ahí su pretensión (la más conocida) de tomar un pedazo de plomo y conseguir que se vuelva oro. Como se ve, puro materialismo y codicia.
La abuela de Will, por lo menos, tomaba un fruto dorado de la naturaleza y la transformaba en un líquido áureo sabroso y refrescante: limonada. Eso no era alquimia, como reconoce Ricardo en otro sitio, aunque para Will sí lo sea; ante esto, no es de extrañar que un anónimo profesor de matemáticas comente el desprecio por la realidad objetiva que cunde entre sus colegas.
Ahora bien, continuando con nuestro empecinamiento en buscar coincidencias: Will ¿será realmente «Willard» o se trata de un esotérico «William», padre del Hijo de Guillermo? Los modernos alquimistas bien pueden trocar un nombre en otro, ya que ambos ameritan el mismo apodo; nos harían un gran favor a nosotros, asimismo, si pudieran transformar la palabra «Pascendi» que invoca el Obispo que no se rectifica (apacentar) en un neologismo latino, que podría ser «Pasciendi» (apacientar), ya que gran paciencia nos demandan estas glosas hebdomadarias. Los alquímicos son tan capaces de transmutar cualquier cosa, que ¿por qué no una simple palabreja?
Y si de hodiernos taumaturgos hablamos, no nos puede asombrar que por arte de birlibirloque, surja de estos Eleison la transformación de un KANT, filósofo subjetivista e idealista, en otro idealista subjetivista devenido en exégeta peculiar de los Últimos Tiempos: el de KENT.
