ESPECIALES DEL P. JUAN CARLOS CERIANI – 22 JULIO 2015 – 1° PARTE

P.Ceriani---Radio

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ANÁLISIS Y APLICACIÓN DE LA LISTA

DE LOS HECHOS Y DECLARACIONES

ELABORADA POR EL M.J.C.F.

ACLARACIONES PREVIAS

1ª) Los jóvenes del MJCF todavía permanecen en dependencia de la F$$PX.

Carta introductoria a su trabajo:

Estimados amigos,

Pocas semanas nos separan de la salida al campamento. Sin duda comienza a surgir en nosotros la impaciencia de visitar un nuevo país, de descubrir sus bellos paisajes, de vislumbrar su riqueza cultural y, por encima de todo, de beneficiarnos de las gracias que el Buen Dios quiera acordarnos. Su ardor redobla por las últimas actividades: discusiones, llamadas telefónicas, y sobre todo las oraciones y sacrificios generosamente consentidos.

Sin embargo, este año presentimos que la cosecha será particular. Muchas preguntas e inquietudes surgen luego de ponernos en contacto: ¿Qué campamento de verano efectuar? ¿En qué seminario entrar si pensamos tener vocación? A veces son los padres que nos interrogan, e incluso los nuevos han escuchado hablar de las dificultades de la situación actual de la Tradición. “El más grande desorden del espíritu, es el creer las cosas porque así queremos que ellas sean y no por lo que vemos que son”, escribió Bossuet. Si hay un peligro que nos acecha en la Tradición, comprendiendo a la MJCF, es el de no ver la realidad, sobre todo si ésta amenaza el confort en el cual estamos instalados.

Santo Domingo, nuestro Santo Patrono, es frecuentemente presentado con una cruz, un globo terrestre, un libro y la flor de lis. Una estrella está sobre su frente, mientras que un perro yace a sus pies llevando una antorcha encendida en su hocico. Sus hijos son llamados los perros del Señor, Domini canes, pues los Dominicos son considerados como los “perros guardianes” de la Iglesia. Nosotros también, si amamos verdaderamente a Nuestro Señor, quien es la Verdad, debemos ladrar la verdad, recordando las palabras de Ernest Hello: “Quien ama la Verdad aborrece el error y este aborrecimiento del error es la piedra de toque mediante la cual se reconoce el amor a la verdad. Si no amas la verdad, podrás decir que la amas e incluso hacerlo creer a los demás, pero puedes estar seguro de que, en ese caso, carecerás de horror hacia lo que es falso, y por esta señal se reconocerá que no amas la verdad”.

Habiendo utilizado nuestra razón para analizar la situación, hemos elaborado una lista cronológica de los hechos y declaraciones que han tenido lugar durante los últimos diez años. Nuestro juicio no es sobre las intenciones, la realidad de los hechos muestran indudablemente un cambio de orientación en la dirección de la FSSPX, pues es hacia ella a quien nos dirigimos para ayudarnos en nuestra vida espiritual. También ustedes querrán informarse sobre estas realidades, con el fin de explicar mejor la presente situación cuando las almas vengan hacia ustedes con la esperanza de ser iluminadas. Les podrán reprochar e intimidar por un supuesto “escándalo de los débiles” (es decir, las personas que podrían escandalizarse al enterarse de todo esto). Respondemos que el escándalo de los débiles sería nuestro, si conociendo los hechos, escogiéramos callar su realidad, la cual es cada vez más evidente.

Nosotros rechazamos por lo tanto a participar en la ceguera de los espíritus, queremos, por el contrario, prevenir a las almas del peligro, no de una eventual firma de un acuerdo oficial cualquiera, sino de un reconocimiento tácito de la FSSPX por la iglesia conciliar, obtenido por pequeños pasos. Y para ilustrar mejor la situación actual, citaremos al gran pensador de la contrarrevolución, Joseph de Maistre: “La victoria de la Revolución es la de haber logrado hacerse amar por aquellos de quienes es la más mortal enemiga, y esta misma autoridad que la Revolución se apresta a inmolar, la abraza estúpidamente antes de recibir el golpe mortal”.

Queridos amigos, estemos seguros que Nuestro Señor sabrá bendecir nuestros esfuerzos, nuestro amor a la verdad, nuestro ardor a confesar nuestra fe, a luchar por transmitirla sin mancha. Así, las familias nos renovarán su confianza, nuestros amigos, nuestros contactos, nuestros recién llegados no retardarán más su inscripción para el campamento. Partiremos entonces por verdaderas y hermosas vacaciones cristianas. Pidamos al Sagrado Corazón de Jesús para que según Su promesa, la cosecha sea abundante.

¡Ánimo con los últimos preparativos! ¡Buen campamento a todos!

Los responsables del M.J.C.F.

2ª) Muchos de los textos implicados datan de cuando Mons. Williamson, Mons. Faure y los sacerdotes de la Resistencia Fláccida permanecían dentro de la F$$PX.

3ª) Tanto los textos criticados como los utilizados para refutarlos no son siempre los más expresivos.

4ª) Una vez más hago saber que mi problema con el Obispo de Kent no data de ayer ni de la semana pasada, sino que viene de lejos. Para eso basta con analizar mi artículo Guiño a la derecha, sobre el Comentario Eleison 355.

5ª) Los Impotentes y el Elenco de errores no han modificado el texto truncado de los jóvenes del M.J.C.F.

6ª) Precisamente, dada su importancia, vamos a comenzar por analizar el mismo.

LOS SACRAMENTOS

«En cuanto al sacerdocio, siempre hemos dicho, y lo sostenemos, que cuando un obispo confiere el sacramento del sacerdocio, incluso de acuerdo con el nuevo ritual, observando las prescripciones del ritual, sobre todo si es enunciado en latín, el sacramento es a priori válido […] los fieles, por su parte, deben partir del principio a priori que esos sacerdotes son válidamente ordenados puesto que la invalidez de la ordenación sigue siendo una excepción. Ellos tendrán que considerar que la ordenación, incluso moderna, es válida.» (Entrevista a Monseñor Fellay por Donec Ponam, 25/03/2007).

Respuesta: «No está prohibido en la administración de los sacramentos seguir la opinión probable sobre la validez del sacramento, dejando la más segura” (Inocencio XI, Propuesta condenada, 1679).

Los Sacramentos, como expresa el título, son siete. Aquí se habla sólo de una parte del Sacramento del Orden. ¿Por qué? Los otros Sacramentos, y las otras partes del Sacramento del Orden, ¿no plantean problemas al M.J.C.F. y a la Resistencia Fláccida?

1º) Una cita fuera de su contexto:

¿De quién recibirán el sacramento del orden? ¿De los obispos conciliares cuyos sacramentos son dudosos ya que no se sabe exactamente cuáles son sus intenciones? No es posible. Así pues, ¿quiénes son los obispos que han guardado verdaderamente la Tradición, que han guardado los sacramentos tales como la Iglesia los ha administrado desde hace veinte siglos hasta el Concilio Vaticano II?

2º) Ahora en su contexto

Pienso que vuestros aplausos de hace unos momentos eran una manifestación espiritual que traducían vuestra alegría por tener al fin obispos y sacerdotes católicos que salven vuestras almas, que den a vuestras almas la vida de Nuestro Señor Jesucristo, mediante la doctrina, los sacramentos, la fe y el Santo Sacrificio de la Misa.

No soy nada más que un obispo de la Iglesia Católica que continúa transmitiendo la doctrina. TRADIDI QUOD ET ACCEPI. Pienso, y sin duda no tardará, que se podrán grabar sobre mi tumba estas palabras de San Pablo: TRADIDI QUOD ET ACCEPI, “Os he transmitido lo que recibí”, sencillamente. Soy el cartero que lleva una carta. No soy yo quien ha escrito esta carta, este mensaje, esta palabra de Dios; es Él, Nuestro Señor Jesucristo. Y lo hemos transmitido, mediante estos queridos sacerdotes aquí presentes y mediante todos aquellos que creyeron un deber el resistir a esta ola de apostasía en la Iglesia, guardando la fe de siempre y transmitiéndola a los fieles. No somos nada más que los portadores de esta noticia, de este Evangelio que Nuestro Señor Jesucristo nos ha dado, así como los medios para santificarnos: la Santa Misa, la verdadera Santa Misa, los verdaderos sacramentos que dan realmente la vida espiritual.

Saben bien, queridos hermanos, que no puede haber sacerdotes sin obispos. Todos esos seminaristas aquí presentes, si mañana me llama Dios, lo que sin duda no tardará, ¿de quién recibirán el sacramento del orden? ¿De los obispos conciliares cuyos sacramentos son dudosos ya que no se sabe exactamente cuáles son sus intenciones? No es posible. Así pues, ¿quiénes son los obispos que han guardado verdaderamente la Tradición, que han guardado los sacramentos tales como la Iglesia los ha administrado desde hace veinte siglos hasta el Concilio Vaticano II? Somos Monseñor de Castro Mayer y yo. ¿Qué voy a hacer yo?, es así. Muchos seminaristas han confiado en nosotros, han sentido que ahí estaba la continuidad de la Iglesia, la continuidad de la Tradición. Y han venido a nuestros seminarios, a pesar de las dificultades que han encontrado, para recibir una verdadera ordenación sacerdotal, y para poder ofrecer el verdadero sacrificio del Calvario, el verdadero sacrificio de la Misa y daros los verdaderos sacramentos, la verdadera doctrina, el verdadero catecismo. Este es el fin de nuestros seminarios.

Del sermón de Mons. Lefebvre, el 30 de junio de 1988.

 

Ahora analizaremos los Comentarios Eleison 121 – 124 – 125 – 126 – 127 – 356 – 387

Una Carta de diciembre de 2007 al Padre Ceriani.

El Comentario Eleison 356.

El Comentario Eleison 387

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¿SON VÁLIDOS LOS NUEVOS SACRAMENTOS?

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/05/15/mons-williamson-vs-el-padre-meramo-son-validos-los-nuevos-sacramentos/

Monseñor Williamson

vs.

Padre Basilio Méramo

En su último Comentario Eleison, Nº 356, Monseñor Williamson escribe, una vez más, sobre la cuestión de la validez de los sacramentos de la “Iglesia Conciliar”:

La doctrina católica sobre la validez de los sacramentos es clara, pero los ritos sacramentales de la Neo-Iglesia parecen haber sido diseñados para conducir gradualmente a la invalidez (ver EC 121 del 31 oct. 2009).

Para completar su propia opinión, Monseñor Williamson envía, pues, a su Comentario Eleison Nº 121.

En realidad, fueron cinco los Comentarios consagrados a este tema; y levantaron una gran polémica.

Entre las numerosas críticas que merecieron esos Comentarios, Radio Cristiandad publicó las respuestas del Padre Basilio Méramo a cuatro de ellos.

Incluso si usted ya leyó todo ésto, vale la pena leerlo nuevamente, para darle a la opinión episcopal su verdadera dimensión y gravedad.

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Monseñor Williamson

Comentario Eleison Nº 121

31 de Octubre de 2009

¿Obispos válidos?

Una notable confirmación de la posición equilibrada de la FSSPX sobre la validez de los sacramentos de la Nueva Iglesia, apareció la semana pasada en el combatiente boletín galo “Courrier de Tychique“. Según una “fuente confiable” parece que la masonería, antigua enemiga de la Iglesia, previó, en la Revolución Conciliar, invalidar los sacramentos católicos; no por la alteración de sus formas, que los harían inválidos ipso facto, sino más bien por una ambigüedad del rito en su conjunto, socavando a la larga la necesaria intención sacramental del Ministro.

La “fuente confiable” es un francés que escuchó de boca de un sacerdote anciano y venerable, lo que el cardenal Lienart le confesó en su lecho de muerte. Sin duda, temiendo el infierno, el cardenal pidió al sacerdote que revelara esto al mundo, y así lo liberó del sigilo sacramental de la confesión. El clérigo en adelante actuó discretamente en público, pero en privado era más abierto acerca de lo que el Cardenal le reveló sobre el plan de tres puntos de la Masonería para la destrucción de la Iglesia. Haya entrado o no en la masonería a la edad precoz de 17 años, el cardenal le prestó su máximo servicio cuando sólo dos días después de la apertura del Concilio Vaticano II desvió su rumbo, exigiendo irregularmente que los documentos Tradicionales cuidadosamente preparados se rechazasen por completo.

Según el cardenal, el primer objetivo de la masonería en el Concilio fue destruir la Santa Misa, alterando el rito de tal manera de debilitar a largo plazo la intención del celebrante de “hacer lo que hace la Iglesia”. Poco a poco el rito iría induciendo a los sacerdotes y laicos a tomar la misa como un “memorial” o una “comida sagrada”, en lugar de un sacrificio propiciatorio. El segundo objetivo era quebrar la sucesión apostólica, a través de un nuevo rito de ordenación que con el tiempo socavaría el poder de los obispos de conferir el Orden Sagrado, en primer lugar, por una nueva forma que no lo invalidaría automáticamente pero que fuera lo suficientemente ambigua como para sembrar la duda, y, sobre todo porque ese nuevo rito en su conjunto —también aquí— acabaría por diluir la intención sacramental del obispo consagrante. Esto tendría la ventaja de fracturar la sucesión apostólica tan suavemente que nadie se enterara. ¿No es esto exactamente lo que temen hoy en día muchos creyentes católicos?

Lo que sea que ocurra con la “fuente confiable”, en cualquier caso los ritos actuales de la misa y de las consagraciones episcopales en la Nueva Iglesia, se corresponden exactamente con el plan masónico que dio a conocer el Cardenal. Desde que estos ritos se introdujeron a fines de los años 60 y principios de la década del 70, muchos católicos serios se han negado a creer que podrían ser utilizados válidamente. ¡Ay!, no son automáticamente inválidos (¡qué simple resultaría si así fuera!). ¡Son peores! Su forma sacramental es en apariencia suficientemente católica como para persuadir a más de un oficiante que se pueden utilizar válidamente, pero están diseñados en su conjunto para ser tan ambiguos y tan sujetos a una interpretación no católica, como para invalidar con el tiempo el sacramento, corrompiendo la intención de cualquier celebrante demasiado “obediente”, o que vele y rece insuficientemente.

Tales ritos, suficientemente válidos para que fueran aceptados por casi todos los católicos en el corto plazo, pero lo suficientemente ambiguos como para invalidar los sacramentos en el largo plazo, constituyen una trampa satánica sutil. Para no caer en esa maquinación, los católicos deben, por un lado, evitar todo contacto con estos ritos, pero por otro lado no deben desacreditar sus instintos de tono Católico con exageradas acusaciones teológicas que se apartan de la doctrina Católica. No siempre es un equilibrio fácil de mantener.

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Comentario del Padre Basilio Méramo

Breve respuesta

al Comentario Eleison Nº 121

de Monseñor Richard Williamson

https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/11/17/comentario-del-p-basilio-meramo-al-polemico-eleison-121/

Es lamentable que en su comentario sobre las Consagraciones Episcopales según el nuevo rito, se eluda prácticamente la cuestión crucial sobre la determinación inequívoca de la significación de todo Sacramento, puesto que los Sacramentos producen ex opere operato la Gracia que significan, con lo cual queda excluida la significación indeterminada o equívoca que está excluida de la definición sacramental.

Un rito no puede ser equívoco en la significación sacramental, pues no cumpliría la definición dada por la Iglesia, con lo cual un rito equívoco en la parte esencial contradice la definición de la Iglesia; y esto sin entrar en las intenciones de los ministros de hacer lo que la Iglesia exige.

Luego, reconocer una significación suficientemente ambigua o equívoca en lo esencial del rito, y afirmar a la vez que es válido sería una contradicción.

Esto parece que Mons. Williamson no lo considera o no lo quiere tener en cuenta, contentándose con hablar de “ritos suficientemente válidos” pero que a su vez “son suficientemente ambiguos”; cuando en realidad la definición de la Iglesia excluye un rito ambiguo, los ritos católicos por definición no pueden ser ambiguos en su significación sacramental.

Un sacramento válido tiene que ser determinado o inequívoco en su significación sacramental para ser válido.

En caso contrario, es inválido por la misma definición de la Iglesia, que así lo exige.

Padre Basilio Méramo

16 de noviembre de 2009

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Monseñor Williamson

Comentario Eleison Nº 124

21 de Noviembre de 2009

Delincuencia sin igual I

Para destacar una vez más la delincuencia sin igual del Concilio Vaticano II (1962-1965), dos semanas no resultan demasiadas para responder a la objeción razonable de un lector al argumento del “Comentario Eleison” de hace tres semanas (31 de octubre). Dicho argumento sostenía que los ritos sacramentales de la Nueva Iglesia, introducidos como secuela del Concilio, son de tal naturaleza que a largo plazo invalidarán los sacramentos de la Iglesia, debido a que fueron diseñados para que a través de su ambigüedad puedan corroer la intención sacramental del Ministro (sea obispo, sacerdote o laico), sin la cual no puede haber sacramento.

El lector interpuso su objeción sobre la base de la enseñanza clásica de la Iglesia que dice que las fallas personales del Ministro sacramental, aún su falta de fe, pueden ser compensadas por la Fe de la Iglesia en cuyo nombre él está suministrando el sacramento (cf. Summa Theologiae, 3a, LXIV, 9 ad 1). Así —tomando un ejemplo clásico— un judío que no posee en lo más mínimo la Fe Católica puede, sin embargo, válidamente  bautizar a un amigo en su lecho de muerte, siempre y cuando el judío sepa que la Iglesia Católica realiza algo cuando bautiza, y tenga la intención de realizar esa misma cosa que la Iglesia realiza. Esta intención de hacer lo que la Iglesia hace, la demuestra al pronunciar las palabras y al llevar a cabo las acciones establecidas en el rito de la Iglesia para el sacramento del bautismo.

Por lo tanto, argumentaba nuestro lector, la Nueva Iglesia puede haber corrompido la fe del Ministro Católico, pero la Iglesia Eterna compensará cualquier carencia de su fe, y los sacramentos que él administre seguirán siendo válidos. En esta situación, la primera parte de la respuesta a la objeción es que si los ritos sacramentales de la Iglesia Conciliar atacaran únicamente la fe del Ministro, la objeción sería válida, pero si también socavan su intención sacramental, entonces no habrá sacramento alguno.

Otro ejemplo clásico debería dejar este asunto muy en claro. Para que el agua fluya a través de una tubería de metal, no importa si el conducto está hecho de oro o de plomo, pero para que el agua corra, la tubería necesita estar conectada a la llave del agua de algún modo. El agua es la gracia sacramental; la llave es la fuente principal de esa gracia, Dios per se. La tubería es la fuente instrumental, llamado el Ministro sacramental, a través de cuyas acciones la gracia del sacramento fluye desde Dios. El oro o el plomo representan la santidad o ruindad del Ministro. Por lo tanto, la validez del sacramento no depende de la fe personal o de la infidelidad del Ministro, pero sí depende de que él se conecte a la fuente principal de la gracia sacramental que es Dios.

Esta conexión la realiza precisamente por su intención de hacer lo que la Iglesia hace. Por medio de esa intención se pone como instrumento en las manos de Dios para que el Altísimo vierta la gracia sacramental a través de él.  Sin esa intención sacramental, él y su fe pueden ser de oro o de plomo, pero estará desconectado de la llave. Queda por demostrar, la semana entrante, cómo el Concilio Vaticano II fue diseñado y es apto para corromper no sólo la fe del Ministro, sino también cualquier intención sacramental que éste pudiera tener.

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Comentario del Padre Basilio Méramo

Respuesta al Comentario Eleison 124

https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/12/02/p-basilio-meramo-critica-al-comentario-eleison-124/

En su comentario Eleison nº 124 del 21 noviembre de 2009 el autor trata o pretende responder a la objeción de un lector que cuestionaba los ritos equívocos de la Nueva Iglesia post conciliar.

Es increíble que con su inteligencia británica, de supuesta superioridad intelectual, no distinga o no vea la diferencia entre intención y significación sacramental identificándolas, lo cual debería ser evidente para cualquier intelecto medianamente normal.

Es sorprendente que con apariencia de verdad y artilugio de razonamiento ponderado,  con todo el peso de su dignidad episcopal, se pretenda dar una respuesta eludiendo el punto fundamental, cual si se tratara de desviar el tiro del blanco, pues no es lo mismo hablar de la significación que de la intención. Si la intención del ministro puede ser afectada, es porque la significación del rito esencial (forma sacramental) ha sido afectada.

La objeción, apunta a la significación sacramental esencial, que no puede ser ni ambigua, ni equívoca, ni indeterminada, pues los ritos católicos deben producir ex opere operato la gracia que significan. Un rito ambiguo en su significación no puede producir ex opere operato la gracia que significa dada su ambigüedad.

Quede claro, la significación sacramental de la forma debe de ser determinada, inequívoca, es decir exclusiva y unívoca; no puede ser equívoca, imprecisa, ambigua, pues es evidente, que para cumplir la definición de todo sacramento, que dice que los sacramentos son signos sensibles que producen ex opere operato (por la acción misma realizada) la gracia que significan. La significación no puede ser ambigua ni equívoca pues tiene que significar determinadamente la gracia que debe producir, pues un rito equivoco por su misma equivocidad o ambigüedad no puede producir la gracia que debe estar determinada.

Claro está, que esto a su vez afecta la intención del ministro, al punto que si se rige por el texto de la fórmula y de su significación ambigua  no puede (al menos sin corrección o rectificación  explícita) significar la gracia que debe producir un sacramento, equivoco en su significación; no puede producir ex opere operato la gracia que significa dada su misma ambigüedad; puesto que la significación al ser equivoca o ambigua no significa lo que debe de producir. La Iglesia no puede dar,  ni tener, ritos sacramentales ambiguos en su significación sacramental  para producir la gracia. En este orden queda excluida la ambigüedad o la equivocidad sacramental que atenta contra la definición misma de todo sacramento católico.

Los ritos ambiguos, en la significación esencial son falsos y vienen de la Nueva Iglesia post conciliar.

Como decía mi tío el cura, mente superior domina mente inferior, lo cual sería lo  mismo que decir que los argumentos tienen su peso en las razones en que se fundan, y no en quien los diga, aunque éste sea un Obispo y el otro un simple cura. De aquí el adagio “Amicus Plato sed magis amica veritas”.

Padre Basilio Méramo

Córdoba – 30 de Noviembre de 2009

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Monseñor Williamson

Comentario Eleison Nº 125

28 de Noviembre de 2009

Delincuencia sin igual II

En el “Comentario Eleison” de la semana pasada me comprometí a demostrar que el Vaticano II fue diseñado para invalidar los sacramentos de la Iglesia introduciendo ritos sacramentales cuya deliberada ambigüedad corrompería, en el largo plazo (“después de 50 años“, decía el Cardenal Lienart en su lecho de muerte), la intención sacramental indispensable de los Ministros. Pero el Vaticano II tendrá que esperar hasta la semana próxima. Esta semana necesitamos analizar con detenimiento el mecanismo de la intención humana para poder entender que el Ministro sacramental necesita tener en su cabeza una idea fundamentalmente sana de lo que la Iglesia es y hace.

Cuando un ser humano tiene la intención de algo, o intenta alcanzar alguna meta, necesita primero tener en su cabeza la idea del objetivo que quiere lograr. De hecho, nadie puede perseguir una meta sin tener en principio la idea de ésta en su cabeza, y se puede perseguir tal objetivo solamente a través de la idea que se tiene del mismo. Pero las ideas dentro de la cabeza de cualquier ser humano, pueden o no corresponder a la realidad que impera fuera de su mente. Si su idea corresponde a la realidad, puede entonces alcanzar su meta. Si no corresponde, puede llevar a cabo su idea pero no alcanzará su objetivo.

Tomemos por ejemplo un padre de familia que tiene la intención de hacer felices a sus  hijos, pero cuya idea de cómo lograr esto consiste en relajar toda clase de disciplina en su casa. ¡Dios mío!, la indisciplina hace a los niños infelices, no felices; así es que cuando el papá relaja la disciplina, logra la relajación pero no la felicidad de los pequeños. Él llevó adelante su idea pero no alcanzó la realidad, porque su idea estaba desconectada de la realidad.

Ahora bien, para que un sacramento sea válido, el Ministro (obispo, sacerdote o laico) debe tener la intención de “hacer lo que la Iglesia hace“, como expliqué la semana pasada, de modo de lograr poner su acción instrumental bajo la acción primordial de Dios, única fuente de toda gracia sacramental; así es que antes de administrar el sacramento, tiene que tener una idea de lo que “la Iglesia hace“, lo que requiere una idea previa de lo que la Iglesia es. Por lo tanto, si sus ideas de lo que la Iglesia es y lo que la Iglesia hace no se corresponden con las realidades Católicas, ¿cómo puede tener la intención de hacer lo que la Iglesia verdadera hace?, y por lo tanto, ¿cómo puede administrar sacramentos verdaderos? Si por ejemplo este Ministro cree verdaderamente que la Iglesia es una clase de “Club para Creyentes Sentimentalistas“, o que la Misa es el picnic de esa comunidad y el Bautismo el rito de iniciación para pertenecer a ese Club, puede entonces alcanzar su objetivo de concretar el picnic o formalizar la iniciación, pero lo que realizará nunca será una Misa o un Bautismo Católico.

Ahora bien, uno podría objetar que un ministro de esa clase tiene la intención implícita de “hacer lo que la Iglesia hace y siempre ha hecho“, pero su Intención sacramental no resulta necesariamente válida. Por ejemplo, de acuerdo a la “hermenéutica de la continuidad” que reina hoy dentro de la Nueva Iglesia, no debe interpretarse ninguna ruptura entre la Iglesia Católica y la Nueva Iglesia, ni entre la Santa Misa y el picnic; ¡todo debe ser entendido como un desarrollo armónico! Así es que la voluntad de celebrar la Santa Misa descartando el picnic, o el propósito de disfrutar del picnic excluyendo a la Santa Misa, deben considerarse disposiciones que muestran la misma intención: supuestamente, ¡la de realizar “Misapicnics“!  ¡Dicha “hermenéutica” hace posible reconciliar cosas que son, en realidad, irreconciliables! Pero, ¿puede alguien que tenga esta “hermenéutica” en su cabeza, realizar sacramentos en realidad válidos? Como dicen los Yanquis, “¡Vaya uno a saber!”  Sólo Dios sabe.

Esta manera de pensar es la razón por la cual existe una confusión casi sin esperanza en la Iglesia de hoy.¿Qué se necesitará para que los clérigos católicos vuelvan a ver a los gatos como gatos y no como perros, y a reconocer a los perros como perros y no como gatos? ¡Un cataclismo!

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Monseñor Williamson

Comentario Eleison Nº 126

6 de Diciembre de 2009

Delincuencia sin igual III

Para que un sacramento Católico sea administrado válidamente, el Ministro debe tener la Intención “de hacer lo que la Iglesia hace” (“Comentario Eleison” 124). Dicha Intención requiere que el Ministro tenga por lo menos una idea mínimamente correcta de lo que la Iglesia es y hace (“Comentario Eleison” 125). Ahora solamente falta por mostrar que el Vaticano II debilitó dicha Intención corrompiendo esa idea, y de una forma como nunca antes fue corrompida en toda la historia de la Iglesia.

Eso es debido a que el Vaticano II fue la oficialización, o el reconocimiento oficial dentro de la misma Iglesia Católica, del humanismo anti-Católico que se remonta por lo menos al Renacimiento de los años 1400. Por siglos posteriormente, los sacerdotes Católicos que adoraban al único Dios verdadero se habían resistido fuertemente a sustituirlo por la adoración del hombre del mundo moderno, pero a medida que ese mundo, a través de 500 años se fue haciendo más y más pagano, dichos sacerdotes finalmente se rindieron en los ’60 del siglo pasado, y con el Vaticano II comenzaron a seguir al mundo moderno en lugar de guiarlo. Siempre habían existido dentro de la Iglesia seguidores del mundo, ¡pero nunca antes ese rumbo se había hecho oficial en la Iglesia Universal!

Sin embargo, los padres del Concilio no querían ni podían dar la espalda a la religión antigua de un solo tajo, en parte porque todavía creían en ella y en parte porque tenían que guardar las apariencias. Esta es la razón por la cual los documentos del Concilio se caracterizan por su ambigüedad, mezclando la religión de Dios en el lugar de Dios, con la religión del hombre en el lugar de Dios. Esta ambigüedad significa que los Católicos conservadores bien pueden apoyarse en los textos del Concilio para aseverar que el Vaticano II  no excluye la religión antigua, así como los Católicos progresistas pueden apoyarse en el espíritu implícito de esos mismos textos para aseverar que el Concilio estaba promoviendo la nueva religión; y con estos documentos, tanto los conservadores como los progresistas ¡tienen razón! Es así como la religión antigua aún estuvo presente en el Vaticano II, pero sus cimientos ya habían sido dañados, y desde entonces ha venido desapareciendo.

Una ambigüedad similar aqueja a los Ritos sacramentales “reescritos” bajo el espíritu del Concilio, asamblea que rendía tributo hacia el exterior a la religión de Dios, pero hacia su interior abrazaba ya la religión del hombre. La religión antigua aún puede subsistir ahí debido a que las Formas sacramentales (las palabras que son esenciales para su validez) no son, por regla, automáticamente inválidas, pero al mismo tiempo todos los Ritos que rodean dichas Formas se están deslizando hacia la nueva religión. Por lo tanto, debido a la presión suave pero feroz del mundo moderno para ubicar al hombre en el lugar de Dios, y dado que todos los Ministros sacramentales poseen nuestra pobre naturaleza humana, la cual, al sentirse bajo presión fácilmente se inclina hacia el camino menos difícil, se tiene como resultado que estos nuevos Ritos son hechos a la medida para debilitar eventualmente la Intención sacramental de los Ministros y, con ello, la validez de los sacramentos.

Una ambigüedad similar aqueja a los Ritos sacramentales “reescritos” bajo el espíritu del Concilio, asamblea que rendía tributo hacia el exterior a la religión de Dios, pero hacia su interior abrazaba ya la religión del hombre. La religión antigua aún puede subsistir ahí debido a que las Formas sacramentales (las palabras que son esenciales para su validez) no son, por regla, automáticamente inválidas, pero al mismo tiempo todos los Ritos que rodean dichas Formas se están deslizando hacia la nueva religión. Por lo tanto, debido a la presión suave pero feroz del mundo moderno para ubicar al hombre en el lugar de Dios, y dado que todos los Ministros sacramentales poseen nuestra pobre naturaleza humana, la cual, al sentirse bajo presión fácilmente se inclina hacia el camino menos difícil, se tiene como resultado que estos nuevos Ritos son hechos a la medida para debilitar eventualmente la Intención sacramental de los Ministros y, con ello, la validez de los sacramentos.

Católicos, mientras evitan ustedes los nuevos Ritos, mantengan el equilibrio de la verdad. No digan que estos Ritos son automáticamente inválidos; ni tampoco, porque puedan ser válidos, que son inofensivos. Aún si son válidos, debilitan la Fe. Con respecto a los sacerdotes que los utilizan, no digan que han perdido la Fe, ni que son inofensivos si los emplean. Estos Ministros pueden bien conservar la Fe, pero pueden correr el riesgo de dañarlos a ustedes si utilizan Ritos diseñados para debilitar su Fe. Busquen los Ritos antiguos y los sacerdotes que utilizan estos ritos. Al hacerlo estarán ayudando a salvar el honor de Dios, su verdadera Religión y muchas almas que están perdiéndose sin esa religión.

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PEROGRULLADA SOBRE EL COMENTARIO ELEISON 126

https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/12/09/comentarios-al-eleison-126/

Dice Monseñor Richard Williamson:

Todos los Ritos [nuevos] se están deslizando hacia la nueva religión.

Por lo tanto, estos nuevos Ritos son hechos a la medida para debilitar eventualmente la Intención sacramental de los Ministros y, con ello, la validez de los sacramentos.

Católicos, los nuevos Ritos debilitan la Fe.Con respecto a los sacerdotes que los utilizan, pueden correr el riesgo de dañarlos a ustedes si utilizan Ritos diseñados para debilitar su Fe.

Busquen los Ritos antiguos y los sacerdotes que utilizan estos ritos.

Al hacerlo estarán ayudando a salvar el honor de Dios, su verdadera Religión y muchas almas que están perdiéndose sin esa religión.

Ahora bien, el Motu proprio del 7 de julio de 2007, aceptado, festejado y agradecido por Monseñor Richard Williamson, dice:

El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la “Lex orandi” de la Iglesia católica de rito latino.

El Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII debe considerarse como la expresión extraordinaria de la misma “Lex orandi” y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo.

Estas dos expresiones de la “lex orandi” de la Iglesia no inducen ninguna división de la “lex credendi”de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.

Y la carta a los Obispos que lo acompaña completa:

No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum.

Obviamente para vivir la plena comunión los sacerdotes de las Comunidades que siguen el uso antiguo no pueden, en principio, excluir la celebración según los libros nuevos. En efecto, no sería coherente con el reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito la exclusión total del mismo.

Concluye Don Perogrullo:

El Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII se está deslizando hacia la nueva religión.

Por lo tanto, el Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII está hecho a la medida para debilitar eventualmente la Intención sacramental de los Ministros y, con ello, la validez de los sacramentos.

Católicos, el Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII debilita la Fe.

Con respecto a los sacerdotes que utilizan el Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII, pueden correr el riesgo de dañarlos a ustedes si utilizan Ritos diseñados para debilitar su Fe.

Busquen los Ritos antiguos en oposición al Motu proprio de julio de 2007 y los sacerdotes que utilizan estos ritos condenando el Motu proprio de julio de 2007.

No asistan a la celebración de la Santa Misa de sacerdotes que, como Monseñor Richard Williamson, han aceptado, festejado y agradecido el Motu proprio de julio de 2007.

Al hacerlo estarán ayudando a salvar el honor de Dios, su verdadera Religión y muchas almas que están perdiéndose sin esa religión al aceptar el Motu propio de julio de 2007… y, además, el Decreto de enero de 2009.

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Comentario del Padre Basilio Méramo

SOBRE EL COMENTARIO ELEISON Nº 126

DEL 6 DE DICIEMBRE DE 2009

https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/12/14/p-basilio-meramosobre-el-comentario-eleison-n%C2%BA-126-del-6-de-diciembre-de-2009/

Impertérrito, el autor de este comentario continúa su explicación, eludiendo (como siempre) el meollo del problema.

No quiere percatarse de que la significación sacramental del rito esencial (forma sacramental) de la Nueva Misa es ineficaz para producir la gracia que significa, como lo exige la definición de todo sacramento.

Es más, si el rito de la Nueva Misa puede afectar la intención del celebrante, es porque precisamente la significación sacramental ha sido adulterada por su misma equivocidad, la cual teológicamente debe ser por propia definición determinada para producir, como todo sacramento, ex opere operato, la gracia que significa.

Todo sacramento, por definición infalible, como signo sensible sagrado instituido por Cristo, debe producir (causar) la gracia (efecto) que significa.

Queda por la misma definición sacramental, excluida una significación equívoca, ambigua, indeterminada, pues ésta debe ser determinada, inequívoca, para cumplir la definición común a todo sacramento, sin la cual no hay tal.

Otra cosa es que el contexto que rodea la fórmula además no sea explícito para expresar la significación sacramental, contenido en la forma, y que esto a su vez afecte la intención del celebrante que está ya afectada por la misma significación equívoca que no significa unívoca y exclusivamente como sacramento (signo sensible sagrado) la gracia que debe producir ex opere operato (por la misma acción realizada).

Hay un vicio grave en la significación que anula (invalida) la confección del sacramento, pues la gracia del sacramento, no está suficientemente significada para ser producida como lo exige la definición de cada sacramento.

Hay un vicio en la significación que  impide la producción (causalidad) sacramental, por un defecto de significación.  No es que la intención del celebrante esté afectada por el contexto (que no explicita ni determina, excluyendo toda otra interpretación, que no sea la misma de la forma), sino que la misma forma sacramental es  por sí misma objetivamente insuficiente para producir (causar) una gracia que debe ser significada determinada e  inequívocamente.

Para producir la gracia sacramental, el sacramento como signo sensible sagrado debe significar esa gracia de modo preciso, determinado, de lo contrario no puede causar la gracia, pues no la significa.

Pensar que se produce o se puede producir la gracia sin significarla de modo preciso, determinado, es hacer de los sacramentos pura magia, esto es sin relación causal, sin relación de causa-efecto.  Si bien se mira, ésta sería la diferencia entre magia y sacramentos. Sin significación causal específica (determinada, inequívoca, precisa) los sacramentos quedan reducidos a pura magia, cual si se tratara del demonio y no de Dios.  Pretender que un sacramento produzca la gracia sin significarla debidamente es reducir el sacramento a pura magia, lo cual es típico del maligno.

Padre Basilio Méramo

14 de Diciembre de 2009 Bogotá D.C.

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Monseñor Williamson

Comentario Eleison Nº 127

12 de Diciembre de 2009

Calmando la confusión

Nos ha tomado tres ediciones de los “Comentarios Eleison” el poder desenmarañar por qué el presunto testimonio del Cardenal Lienart en su lecho de muerte (“Comentario Eleison” 121) podría fácilmente considerarse verdadero, dado que corresponde exactamente a la manera por la cual la validez de los sacramentos Católicos ha sido  puesta en peligro por los ritos sacramentales conciliares que fueron introducidos después del Vaticano II  (“Comentarios Eleison” 124, 125 y 126). Un amable crítico piensa que me he preocupado demasiado por defender la validez de los sacramentos conciliares, pero no quiero más exagerar su validez, tanto como su invalidez.

Es evidente que ninguna persona razonable que ame la verdad, quiere hacer otra cosa que alinear su mente con la realidad, porque la verdad se define como “la adecuación entre la mente y la realidad“. Si una situación es negra, quiero llamarla negra. Si es blanca, diré que es blanca. Y si está conformada por una variada gama de grises, quiero que tome esa exacta tonalidad de gris en mi mente; ni un gris más oscuro ni más blanquecino que el que es en realidad.

Ahora, es cierto que cualquier sacramento que se haya administrado en la vida real habrá sido válido o inválido. No existen más matices entre válido e inválido, que las que hay entre estar embarazada o no estarlo. Pero si consideramos en su totalidad los sacramentos conciliares que se administran a través de la Nueva Iglesia, sólo podemos decir que algunos son válidos y algunos inválidos; todos ellos han sido puestos en una pendiente hacia la invalidez por la idea básica de los ritos conciliares de reemplazar la religión de Dios con la religión del hombre. Esta es la razón por la cual la Nueva Iglesia está en camino de desaparecer completamente y la razón por la que la FSSPX no puede, de ninguna manera, permitirse ser absorbida por aquella.

Pero ¿en qué punto exactamente de ese declive, un determinado sacerdote o grupo de sacerdotes, por ejemplo, ha perdido la idea de lo que la Iglesia es, a tal grado que ya no pueden tener más la intención de hacer lo que la Iglesia hace?  Solo Dios sabe. Bien podría ser que llegar a ese punto pueda exigir más que lo que sugerí en el “Comentario Eleison” 125; quizás tome menos, como sugiere nuestro crítico. Cualquiera que sea el caso, ya que solamente Dios puede tener la certeza de ello, yo no necesito saberlo. Solamente necesito tener en mi mente bien claro que los ritos conciliares han puesto a los Divinos Sacramentos en una pendiente que los aleja de Dios, y una vez que me sea evidente que están ayudando a destruir la Iglesia —porque para eso fueron diseñados— debo mantenerme alejado de tales ritos.

Mientras tanto, en cuanto a en qué punto exacto en la caída de la pendiente se encuentra éste o aquel sacerdote, o inclusive la Nueva Iglesia como un todo, aplicaré el gran principio de San Agustín: “En las cosas ciertas, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad.” Y como en un marco de certidumbres tal, dentro de la Nueva Iglesia no todo es Católico, ni todavía todo ha dejado de serlo, quiero otorgar a mis compañeros Católicos la misma libertad de juzgar las cosas inciertas como espero que ellos me lo permitan también. Madre de Dios, ¡obtén el rescate de la Iglesia!

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Comentario del Padre Basilio Méramo

Réplica al Comentario Eleison número 127

https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/12/29/padre-basilio-meramo-replica-al-comentario-eleison-numero-127/

Eludir cuando no se puede combatir, parece ser la táctica del autor, en su comentario Eleison 127, cuando no se quiere abordar el tema, ni reconocer la impugnación teológica de lo que se le está haciendo ver, no le queda otra táctica que la de sepultar con artilugios la impugnación teológica, pues sigue no dándose por aludido, que una cosa es la intención del ministro y otra es la significación del rito de la nueva misa tal como ha sido elaborado y que no cumple con los requisitos de los sacramentos, que exigen sin error ni dudas, para ser sacramentos válidos, producir la gracia que significa y en esto no cabe ni equívocos ni dudas, se es o no se es, ser o no ser.

Pues un rito (formula sacramental) que no significa de modo univoco y determinado la gracia que significa, no cumple la definición infalible de la Iglesia que corresponde a los sacramentos.

El no querer entenderlo o verlo es signo de que no hay peor sordo que el que no quiere oír o el ciego que no quiere ver y esto es inadmisible en un teólogo.

Quizá eso también explique, por qué le falta el Kyrie y se queda solo con el eleison, al buen entendedor pocas palabras

Padre Basilio Méramo

Bogotá 28 de diciembre de 2009

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¿1972?

(sobre el Eleison 356)

ORDENACIONES NUEVAS – I

10 de mayo de 2014

Número CCCLVI (356)

 

¿Debería ser re-ordenado o no un sacerdote de la Neo-Iglesia?

Respuesta incierta, debido a la podredumbre gradual de la Neo-Iglesia.

¿Deberían los sacerdotes ordenados con el nuevo rito de Ordenación de 1972 ser condicionalmente re-ordenados con el antiguo y ciertamente válido rito de Ordenación? La doctrina católica sobre la validez de los sacramentos es clara, pero los ritos sacramentales de la Neo-Iglesia parecen haber sido diseñados para conducir gradualmente a la invalidez (ver EC 121 del 31 oct.2009). El problema es el “gradualmente.” ¿Cuán avanzado estaba ese proceso gradual en cualquier caso específico? Tal vez sólo Dios lo sabe con seguridad. Pero comencemos por la doctrina clara.

Uno puede decir que un sacramento católico involucra cinco elementos: Ministro, Intención, Materia y Forma, que son esenciales para la validez, y Rito rodeando a la Forma que puede ser importante para la validez por su repentino o gradual impacto en la Intención del Ministro. Para las Ordenes Sagradas, el Ministro debe ser un obispo válidamente consagrado; la Intención es su intención sacramental (no moral) para ordenar, para hacer lo que la Iglesia hace; la Materia es su imposición de ambas manos en la cabeza del hombre a ser ordenado (las mujeres no pueden ser válidamente ordenadas para el sacerdocio de Cristo); la Forma es la fórmula crucial o serie de palabras en el rito que expresan el conferir el sacerdocio; el Rito es todas las otras palabras rodeando a esa Forma y prescriptas en el rito ceremonial de Ordenación.

En un nuevo rito de Ordenación, si ambas manos se imponen en la cabeza, la Materia no es problema. La nueva Forma en Latín es, si algo, más fuerte para la validez que la antigua Forma en Latín (debido al “et” en lugar de un “ut”), pero las traducciones vernáculas necesitan ser verificadas para asegurarse que ellas claramente expresan la gracia del sacerdocio a ser conferido. La mayoría de ellas seguramente lo hacen. Donde los problemas reales de validez se originan es con el Ministro y la Intención, debido a la erosión gradual de la Intención Católica a causa de los acatólicos nuevos Ritos.

Pues, en cuanto a la Intención, cualquier obispo hoy en día ordenando un sacerdote seguramente tiene la intención de hacer lo que la Iglesia hoy en día hace, enhorabuena, pero, ¿qué es eso en su mente? ¿Qué es un sacerdote en la Neo-Iglesia? ¿Acaso no es que el antaño renovador del Sacrificio del Calvario mediante la Presencia Real está siendo reemplazado lento pero seguro por los hoy en día coordinadores de excursiones campestres eucarísticas? ¿Cuán avanzado está este proceso en una diócesis dada del mundo? ¿Es que éste o aquel obispo tenían en mente un Sacrificador o un excursionista como siendo lo que la Iglesia hace? El comportamiento exterior del obispo ordenante indicará su Intención, pero sólo Dios lo puede saber con seguridad. Ciertamente muchos nuevos Ritos de la Misa se inclinan hacia el excursionista y el nuevo Rito de Ordenación rodeando a la Forma no puede más que ayudar, debido a su severamente disminuido contenido católico, a socavar gradualmente la Intención sacramental de un obispo ordenante.

Y, en cuanto al Ministro, si el obispo ordenante fue él mismo consagrado obispo con el nuevo rito de Consagración, asumamos que la ambigüedad de la nueva Forma de Consagración es suprimida por las palabras inmediatamente siguientes. Sin embargo, dudas como las arriba mencionadas en cuanto a la Intención del obispo consagrante deben surgir: ¿consideró él, y por consiguiente tuvo como su Intención, que la Iglesia hoy en día consagra hacedores de Sacrificio o de excursiones campestres? Tales preguntas a menudo carecen de respuestas claras.

Breve, si fuera Papa, pienso que requeriría que todos los sacerdotes u obispos ordenados o consagrados con los ritos “renovados” deberían ser condicionalmente re-ordenados o re-consagrados, no porque creyera que ninguno de ellos fueran verdaderos obispos o sacerdotes, por el contrario, sino porque cuando de sacramentos se trata, toda seria duda debe ser removida, y esa sería la manera más simple de remover toda posible duda. La podredumbre de los sacramentos de la Neo-Iglesia no puede dejarse merodeando.

 

Monseñor Williamson consagra su Comentario Eleison Nº 356, de hoy, sábado 10 de mayo, al tema de las NUEVAS ORDENACIONES.

Además de los errores que contiene, son muchas las ideas confusas que deja planeando debido a su ambigüedad.

Antes de hacer el mínimo comentario sobre unos y otras (tal vez alguien se ocupe antes de todo esto y me evite la molestia), deseo referirme solamente al primer párrafo, que dice así:

¿Deberían los sacerdotes ordenados con el nuevo rito de Ordenación de 1972 ser condicionalmente re-ordenados con el antiguo y ciertamente válido rito de Ordenación?

Como en este momento es muy importante la fecha en que entró en vigor esa nueva legislación, que pone en duda las ordenaciones sacerdotales y las consagraciones episcopales, señalo que en el texto de Monseñor Williamson se desliza un error.

El señor Obispo hace referencia a un nuevo rito de Ordenación que dataría de 1972. Pero no proporciona el nombre ni la fecha exacta del Documento que lo habría implementado.

Tenemos los siguientes documentos:

1º) El Motu proprio Ministeria quaedam; por el cual se habría reformado la disciplina relativa a la Primera Tonsura, las Órdenes Menores y el Subdiaconado.

Su fecha de pretendida promulgación es el 15 de agosto de 1972; y sus normas habrían entrado en vigencia a partir del día primero de enero de 1973.

2º) La Carta Apostólica Ad pascendum; por la que se habrían establecido algunas normas relativas al Sagrado Orden del Diaconado.

Al igual que el anterior, su fecha de pretendida promulgación fue el 15 de agosto de 1972; y sus normas habrían entrado en vigencia también a partir del día primero de enero de 1973.

3º) La Constitución Apostólica Pontificalis Romani; sobre los nuevos ritos para la ordenación de Diáconos, Sacerdotes y Obispos.

Su fecha de pretendida promulgación es el 18 de junio de 1968, y habría entrado en vigor el 12 de abril de 1969.

¿A qué documento hace referencia Monseñor Williamson?

Es obvio que no espero una respuesta del señor Obispo.

Pero, tal vez, alguno de sus seguidores, sacerdote o simple laico, nos pueda dar la cita.

Tal vez pueda…; pero, ¿querrá?

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Ut

(sobre el Eleison356)

PARA QUE

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/05/11/padre-juan-carlos-ceriani-ut-para-que-otro-error-en-el-eleison-356/

Ya hemos considerado un error en el Comentario Eleison Nº 356 de Monseñor Williamson. Veamos ahora otro.

El tratar el tema de la forma del Sacramento del Orden, el señor Obispo dice:

La nueva Forma en Latín es, en todo caso, más sólida para la validez que la antigua Forma en Latín (debido al “et” en lugar del “ut”)

The new Form in Latin is, if anything, stronger for validity than the old Form in Latin (by the « et » instead of an « ut »)

Si entendemos bien, Monseñor Lefebvre ordenó sacerdote a Monseñor Williamson (y él mismo ordena sacerdotes hoy en día) utilizando una forma más débil para la validez… ¡Y esto debido al ut en lugar del et!…

 

No aceptamos que Monseñor Williamson esté débilmente ordenado, pero sí afirmamos que cada día está mentalmente más débil.

Consideremos las cosas un poco más en profundidad.

Pío XII, en la Constitución Apostólica Sacramentum Ordinis, del 30 de noviembre de 1947 (Denzinger 2301 y Denzinger-Schönmetzwe: 3860) decretó:

Después de invocar la lumbre divina, con nuestra suprema potestad apostólica y a ciencia cierta, declaramos y, en cuanto preciso sea, decretamos y disponemos:

(…) En la ordenación presbiteral (…) La forma consta de las palabras del “Prefacio” de las que son esenciales y, por tanto, requeridas para la validez, las siguientes: “Da, quaesumus, omnipotens Pater, in hunc famulum tuum Presbyterii dignitatem; innova in visceribus eius spiritum sanctitatis, ut acceptum a Te, Deus, secundi meriti munus obtineat censuramque morum exemplo suae conversationis insinuet”.

Traducción de las palabras de la forma sacramental: Da, te rogamos, Padre omnipotente, a este siervo tuyo la dignidad del Presbiterado; renueva en sus entrañas el espíritu de santidad, para que alcance recibido de ti, oh Dios, el cargo del segundo mérito y muestre con el ejemplo de su conducta la severidad de las costumbres.

Consideramos ahora las palabras de la fórmula según la Constitución Pontificalis Romani, de Pablo VI (aclaramos de que está en plural):

Da, quaesumus, omnipotens Pater, his famulis tuis Presbyterii dignitatem; innova in visceribus eorum Spiritum sanctitatis; acceptum a te, Deus, secundi meriti munus obtineant, censuramque morum exemplo suae conversationis insinuent.

Traducción: Da, te rogamos, Padre omnipotente, a estos siervos tuyos, la dignidad del Presbiterado; renueva en sus entrañas el espíritu de santidad; alcancen recibido de ti, oh Dios, el cargo del segundo mérito y muestren con el ejemplo de su conducta la severidad de las costumbres”

Ahora, en dos columnas para comparar mejor:

Da, quaesumus, omnipotens Pater, in hunc famulum tuum Presbyterii dignitatem; innova in visceribus eius spiritum sanctitatis, ut acceptum a Te, Deus, secundi meriti munus obtineat censuramque morum exemplo suae conversationis insinuet Da, quaesumus, omnipotens Pater, his famulis tuis Presbyterii dignitatem; innova in visceribus eorum Spiritum sanctitatis; acceptum a te, Deus, secundi meriti munus obtineant, censuramque morum exemplo suae conversationis insinuent.

A simple vista se comprueba que, contra lo que afirma Monseñor Williamson, no hay tal cambio de ut por et.

Lo que cambió ha sido “, ut” por “;”.

El “et” no aparece, sino en la mente de Monseñor Williamson.

Se suprimió el «ut«, el “para que”.

Por lo tanto, según ese nuevo rito de ordenación, ya no se dice explícitamente que el sacerdote es ordenado para celebrar los sacramentos; ya no se indica explícitamente la relación con el sacrificio eucarístico.

Se destruyó de este modo la relación causal entre una nueva infusión del Espíritu Santo en este Sacramento y la obtención de la gracia sacerdotal, propia del mismo.

En otras palabras, la supresión del «ut«, del “para que” causal, le da un sentido distinto al “cargo del segundo mérito”, al sacerdote, que deja de ser aquel que ofrece un sacrificio, y se transforma en aquel que pastorea o, como quiere Monseñor Williamson, anima excursiones por el campo.

La diferencia entre las dos formas está, pues, en que en el nuevo rito se ha omitido la palabra latina “ut”. Y quien piense que esto no tiene importancia, tenga en cuenta dos cosas:

1ª) Los enemigos de la Iglesia (Bugnini y Montini para el caso) saben muy bien lo que hacen y por qué lo hacen.

2ª) Pío XII declaró que esta palabra es esencial para la validez.

En importante también, e interesante, saber que Cranmer modificó en 1552 el rito católico exactamente en la misma dirección que Bugnini y Montini en 1968, creando un rito que no afirma la relación al sacrificio eucarístico.

Ahora bien, ese formulario de Cranmer ha sido decretado inválido por León XIII, en la Constitución Apostolicæ Curæ, de 1896 (Dz. 1963-1966).

Ahora cobra todo su sentido la pregunta final de Monseñor Williamson: ¿Debería ser re-ordenado o no un sacerdote de la Neo-Iglesia?

Lo que no tiene un sentido católico, y ni siquiera lógico, es su contestación: Respuesta incierta, debido a la podredumbre gradual de la Neo-Iglesia…

Dos errores tan graves en una sola página (el de la fecha y el del cambio en la forma) y sus consecuencias hacen inútil todo otro comentario.

Mejor vamos a tomar un café al bar de la esquina, pero no con Monseñor Williamson…

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Et

(sobre el Eleison 356)

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/05/12/padre-juan-carlos-ceriani-et-sobre-los-errores-de-mons-williamson-en-el-eleison-356/

Hemos considerado ayer que Monseñor Williamson, al tratar el tema de la forma del Sacramento del Orden, dice:

La nueva Forma en Latín es, en todo caso, más sólida para la validez que la antigua Forma en Latín (debido al “et” en lugar del “ut”)

Hemos visto que, contra lo que afirma Monseñor Williamson, no hay tal cambio de ut por et.

Lo que cambió ha sido “, ut” por “;”. Se suprimió, pura y simplemente, el «ut«, el “para que”.

El “et” no aparece, sino en la mente de Monseñor Williamson.

Dijimos que no aceptamos que Monseñor Williamson esté débilmente ordenado, pero sí afirmamos que cada día está mentalmente más débil.

Pues bien, todo indicaría que no estamos muy desencaminados…

Hemos hecho nuestras pesquisas y pensamos que hemos encontrado el “ET” que faltaba…

¿Dónde estaba? Pues, en la fórmula de la consagración de obispos…

La fórmula indicada por Pío XII como forma del Sacramento del Orden para consagrar un obispo dice:

Comple in sacerdote tuo ministerii tui summam, et ornamentis totius glorificationes instructum, coelestibus unguenti rore santifica.

Y la nueva fórmula, la de Pablo VI, en su Constitución Pontificalis Romani, dice:

Et nunc effunde super hunc electum eam virtutem, quæ a te est, Spiritum principalem, quem dedisti dilecto Filio Tuo Jesu Christo, quem ipse donavit sanctis apostolis, qui constituerunt ecclesiam per singula loca, ut sanctuarium tuum, in gloriam et laudem indificientem nominis tui.

Veamos en dos columnas, resaltando el “ET”:

Comple in sacerdote tuo ministerii tui summam, et ornamentis totius glorificationes instructum, coelestibus unguenti rore santifica. Et nunc effunde super hunc electum eam virtutem, quæ a te est, Spiritum principalem, quem dedisti dilecto Filio Tuo Jesu Christo, quem ipse donavit sanctis apostolis, qui constituerunt ecclesiam per singula loca, ut sanctuarium tuum, in gloriam et laudem indificientem nominis tui

Por lo tanto, de las palabras esenciales de la forma indicada por Pío XII, sólo ha sido conservada, en la forma de Pablo VI, la palabra “ET”.

Es una conjunción, que significa “y”.

Ninguna de las otras palabras de la forma tradicional ha sido preservada por Pablo VI.

Y aquí estaría la madre del borrego…

De ser así…, si Monseñor Williamson se refería a este “ET”…, su error sería magnífico:

+ Se habría equivocado de fórmula: se trataría de la consagración episcopal y no de la ordenación sacerdotal…

+  Se habría equivocado de substitución: no se habría cambiado “UT” por “ET”; sino que “ET” es lo único que no se habría modificado…

De ser así, la debilidad mental del dinoscopo es, realmente, cada día mayor…

Esperamos confirmación… No la administración del Sacramento por parte del señor Obispo; ni tampoco del avance de su debilidad mental; simplemente, esperamos que se nos confirme de qué “ET” se trata…

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Aprovechamos los resultados de nuestras pesquisas para completar lo que estudiamos ayer. Pues debemos señalar algo más.

Quien haya observado bien, habrá visto que hay dos versiones de la nueva fórmula para la ordenación sacerdotal.

Una pertenece a la Constitución Pontificalis Romani, y la otra se encuentra en la Actas de la Sede Apostólica (Acta Apostolicæ sedis = AAS) en que fuera publicada la misma.

De allí las diferencias que no hemos resaltado ayer, y sobre las que venimos hoy. Resaltamos en marrón las diferencias:

Constitución Pontificalis Romani

En plural:

Da, quaesumus, omnipotens Pater, in hos famulos tuos Presbyterii dignitatem; innova in visceribus eorum Spiritum sanctitatis; acceptum a Te, Deus, secundi meriti munus obtineant, censuramque morum exemplo suae conversationis insinuent.

 

En singular:

Da, quæsumus, omnipotens Pater, in hunc famulum tuum Presbyterii dignitatem. Innova in visceribus ejus Spiritum sanctitatis, ut acceptum a Te, Deus, secundi meriti munus obtineat, censuramque morum exemplo suæ conversationis insinuet.

Actas de la Sede Apostólica

En plural:

Da, quaesumus, omnipotens Pater, his famulis tuis Presbyterii dignitatem; innova in visceribus eorum Spiritum sanctitatis; acceptum a te, Deus, secundi meriti munus obtineant, censuramque morum exemplo suae conversationis insinuent.

 

En singular:

Da, quæsumus, omnipotens Pater, huic famulo tuo Presbyterii dignitatem. Innova in visceribus ejus Spiritum sanctitatis, ut acceptum a Te, Deus, secundi meriti munus obtineat, censuramque morum exemplo suæ conversationis insinuet.

No tenemos elementos suficientes como para decir cuál de las dos es la fórmula oficial y cuál es la insertada en el Pontifical utilizado en la “Iglesia Conciliar”.

Lo concreto es que en las dos ha sido suprimido el “UT”.

Es decir, como dijimos ayer, se ha suprimido la relación causal entre las dos frases. Eso implica que ya no se indica que el ordenando recibe el “oficio del segundo orden” como consecuencia la “renovación del Espíritu de Santidad”.

Además, el cambio de “in hos famulos tuos” por “his famulis tuis”, modifica seriamente el sentido de la fórmula.

El “In hos famulos tuos” implica que lo que se da a los ordenandos entra en ellos y les transforma interiormente.

El “his famulis tuis”, no implica la concepción de algo que entra en ellos y se hace parte de ellos, sino que queda como algo meramente externo.

Sabemos que todo Sacramento es signo eficaz de la gracia de Cristo. Aquí hay una diferencia de significación muy importante.

Para los innovadores modernistas (entre ellos Bugnini y Montini), el sacerdocio es una función puramente externa, una simple presidencia o, como quiere Monseñor Williamson, la capacidad para animar paseos campestres.

¿Y?

No es el “ET” que faltaba, sino lo que le preguntamos al señor Obispo: ¿Deberían ser re-ordenados los sacerdotes de la Neo-Iglesia?

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Pertinacia diabólica

(sobre el Eleison 387)

Distinciones Necesarias

13 de diciembre de 2014

Número CCCLXXXVII (387)

El Concilio trabaja de peligrosos grises al negro.

Un Católico indaga donde está el blanco para no desviarse.

El principio que el cáncer de hígado me matará sin que yo necesariamente tenga cáncer de pulmón (cf. el CE del 29 de Noviembre) es fastidioso incuanto significa que yo pueda necesitar distinguir en lugar de complacerme con condenas indiscriminadas. Pero las distinciones son de sentido común y se corresponden con la realidad. Así que en la confusión universal de hoy en día, para estar en contacto con la realidad hay momentos en que necesito reconocer que una mezcla de bueno y malo será mala en su totalidad, pero ello no significa que sus partes buenas, como partes, sean malas, no más que la bondad de las partes buenas significa que el todo es bueno.

Tomen por ejemplo el Nuevo Orden de la Misa. El nuevo Rito en su totalidad disminuye tanto la expresión de verdades católicas esenciales (la Presencia Real, el Sacrificio, el sacerdocio sacrificante, etc.) que es tan malo en su totalidad que ningún sacerdote debería usarlo ni ningún Católico asistir al mismo. Pero eso no significa que esa parte de la Misa que es la Forma sacramental de la Consagración del pan y del vino sea mala o inválida. “Este es Mi Cuerpo” es ciertamente válido, “Este es el cáliz de Mi Sangre” es lo más probable que sea válido, ciertamente no es invalidado por el nuevo rito siendo éste en su totalidad tan no católico. Por consiguiente si digo que la Misa nueva debe ser siempre evitada, estoy diciendo la verdad, pero si digo que siempre es inválida, no estoy diciendo la verdad y tarde o temprano pagaré la penalidad por exagerar.

Igualmente con el nuevo Rito de Ordenación sacerdotal. El nuevo Rito en su totalidad ha severamente disminuido la expresión de las verdades esenciales del sacerdocio Católico, especialmente que es un sacerdocio sacrificante, pero esa parte del nuevo Rito que es la Forma sacramental es, en todo caso en la nueva versión en Latín, si algo, más fuerte (por el uso de “et” en lugar de “ut”) que la antigua versión en Latín. Por consiguiente, asumiendo que el obispo ordenante es un verdadero obispo y que tenía la Intención sacramental verdadera, simplemente no es verdad decir que ningún sacerdote ordenado en el nuevo Rito pueda ser un verdadero sacerdote. Y, si uno lo dice, tarde o temprano uno pagará alguna penalidad por apartarse de la verdad.

Ahora bien, a partir de la des-catolización de estos dos nuevos Ritos en totalidades, si bien uno no puede argumentar que sus Formas sacramentales sean inválidas, uno puede bien argumentar que al final ellos socavarán e invalidarán la Intención sacramental del sacerdote o del obispo, pero ese es un argumento diferente, ya no más en blanco y negro pero, ¡ay!, en gris. Pues el argumento es que el uso firme y constante de Ritos des-catolizados ciertamente alterará tanto, lentamente, el concepto del sacerdote o del obispo sobre lo que la Iglesia hace con esos Ritos, que, al final, él no tendrá más la Intención católica de hacer lo que la Iglesia hace, Intención necesaria para la validez del sacramento. En otras palabras, blanco solamente gradualmente se convertirá a negro, pasando por gris. Pero, ¿quien otro que Dios Todopoderoso puede saber con certeza cuando el gris se convierte en negro? Una vez más, debo tener cuidado si quiero discernir y conocer la verdad.

Este jugar entre blanco y negro, esta ambigüedad, es lo que es propiamente diabólico en la reforma Conciliar de los Ritos sacramentales. Si deseo decir la verdad, no diré aún que ellos han destruido los sacramentos católicos pero que ciertamente los están socavando, y entonces si deseo mantener la Fe Católica, ciertamente, en su totalidad, los evitaré.

PERTINACIA DIABÓLICA DEL OBISPO DE KENT

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/12/15/p-juan-carlos-ceriani-pertinacia-diabolica-de-mons-williamson/

Hace quince días tuve que señalar la insólita hermenéutica del Obispo de Kent.

Como recordarán, en su Comentario Eleison 385 dijo:

En las propias palabras de Nuestro Señor, Un árbol bueno no puede llevar frutos malos, ni un árbol malo frutos buenos (Mt.VII,18).

Pero, un árbol mitad bueno mitad malo puede producir frutos mitad buenos mitad malos. Ahora bien, tomada en su totalidad, una mezcla de bueno y malo es mala, pero eso no significa que tomada parte por parte, las partes buenas de la mezcla sean tan malas como sus partes malas.

Ahora, en su Comentario Eleison 387, hace otra aplicación de su mala hermenéutica. En este caso, la utiliza para referirse a los Sacramentos de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal:

… las distinciones son de sentido común y se corresponden con la realidad. Así que en la confusión universal de hoy en día, para estar en contacto con la realidad hay momentos en que necesito reconocer que una mezcla de bueno y malo será mala en su totalidad, pero ello no significa que sus partes buenas, como partes, sean malas, no más que la bondad de las partes buenas significa que el todo es bueno.

Tomen por ejemplo el Nuevo Orden de la Misa. El nuevo Rito en su totalidad disminuye tanto la expresión de verdades católicas esenciales (la Presencia Real, el Sacrificio, el sacerdocio sacrificante, etc.) que es tan malo en su totalidad que ningún sacerdote debería usarlo ni ningún Católico asistir al mismo. Pero eso no significa que esa parte de la Misa que es la Forma sacramental de la Consagración del pan y del vino sea mala o inválida. “Este es Mi Cuerpo” es ciertamente válido, “Este es el cáliz de Mi Sangre” es lo más probable que sea válido, ciertamente no es invalidado por el nuevo rito siendo éste en su totalidad tan no católico. Por consiguiente si digo que la Misa nueva debe ser siempre evitada, estoy diciendo la verdad, pero si digo que siempre es inválida, no estoy diciendo la verdad y tarde o temprano pagaré la penalidad por exagerar.

Igualmente con el nuevo Rito de Ordenación sacerdotal. El nuevo Rito en su totalidad ha severamente disminuido la expresión de las verdades esenciales del sacerdocio Católico, especialmente que es un sacerdocio sacrificante, pero esa parte del nuevo Rito que es la Forma sacramental es, en todo caso en la nueva versión en Latín, si algo, más fuerte (por el uso de “et” en lugar de “ut”) que la antigua versión en Latín. Por consiguiente, asumiendo que el obispo ordenante es un verdadero obispo y que tenía la Intención sacramental verdadera, simplemente no es verdad decir que ningún sacerdote ordenado en el nuevo Rito pueda ser un verdadero sacerdote. Y, si uno lo dice, tarde o temprano uno pagará alguna penalidad por apartarse de la verdad.

Dos son, pues, los temas que debemos aclarar: la forma de la Nueva Misa y la nueva fórmula de la Ordenación Sacerdotal.

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Comienzo por el tema del Sacramento del Orden, porque el Obispo de Kent, no sólo no se retracta, sino que insiste, con pertinacia diabólica, en los mismos errores.

En efecto, en el mes de mayo, en su Comentario Eleison 356, expresó:

En un nuevo rito de Ordenación, si ambas manos se imponen en la cabeza, la Materia no es problema. La nueva Forma en Latín es, si algo, más fuerte para la validez que la antigua Forma en Latín (debido al “et” en lugar de un “ut”)

Radio Cristiandad publicó diversos artículos sobre este Comentario Eleison:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/05/15/mons-williamson-vs-el-padre-meramo-son-validos-los-nuevos-sacramentos/

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/05/11/padre-juan-carlos-ceriani-ut-para-que-otro-error-en-el-eleison-356/

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/05/12/padre-juan-carlos-ceriani-et-sobre-los-errores-de-mons-williamson-en-el-eleison-356/

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/05/11/osko-eleison-356-respuesta-incierta-evidencia-cierta/

Ni el Obispo de Kent, ni ninguno de los sacerdotes o feligreses de la Resistencia Fláccida han respondido.

Y ahora, el señor Obispo vuelve sobre lo mismo.

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Retomo, resumiendo, la refutación hecha en el mes de mayo.

Al tratar el tema de la forma del Sacramento del Orden, el señor Obispo escribió:

La nueva Forma en Latín es, en todo caso, más sólida para la validez que la antigua Forma en Latín (debido al “et” en lugar del “ut”)

En el nuevo Comentario Eleison, insiste con pertinacia:

…, pero esa parte del nuevo Rito que es la Forma sacramental es, en todo caso en la nueva versión en Latín, si algo, más fuerte (por el uso de “et” en lugar de “ut”) que la antigua versión en Latín.

Ya sabemos que, contra lo que afirma Monseñor Williamson, no hay tal cambio de ut por et.

Lo que cambió ha sido “, ut” por punto y coma (“;”).

El “et” no aparece, sino en la mente de Monseñor Williamson.

Se suprimió el «ut«, el “para que”.

Se destruyó de este modo la relación causal entre una nueva infusión del Espíritu Santo en este Sacramento y la obtención de la gracia sacerdotal, propia del mismo.

Por lo tanto, según ese nuevo rito de ordenación, ya no se dice explícitamente que el sacerdote es ordenado para celebrar los sacramentos; ya no se indica explícitamente la relación con el sacrificio eucarístico.

En otras palabras, la supresión del «ut«, del “para que” causal, le da un sentido distinto al “cargo del segundo mérito”, al sacerdote.

Además, el cambio en las Actas Apostólicas del “in hos famulos tuos” por el  “his famulis tuis” (o del “in hunc famulum tuum”, por el “huic famulo tuo”) modifica seriamente el sentido de la fórmula.

El “in hos famulos tuos” implica que lo que se da a los ordenandos entra en ellos y les transforma interiormente.

El “his famulis tuis”, no implica la concepción de algo que entra en ellos y se hace parte de ellos, sino que queda como algo meramente externo.

Sabemos que todo Sacramento es signo eficaz de la gracia de Cristo. Aquí hay una diferencia de significación muy importante

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PERTINACIA DIABÓLICA DEL OBISPO DE KENT

(II)

https://radiocristiandad.wordpress.com/2014/12/15/p-juan-carlos-ceriani-pertinacia-diabolica-de-mons-williamson-2/

Ya señalé, en la primera parte de este análisis, que el Obispo que no se retracta, en su Comentario Eleison 387, hace otra aplicación de su mala hermenéutica. En este caso, la utiliza para referirse a los Sacramentos de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal.

Ya vimos lo relacionado con el Sacramento del Orden; consideremos ahora lo que toca a la Nueva Misa. Dice así:

… las distinciones son de sentido común y se corresponden con la realidad. Así que en la confusión universal de hoy en día, para estar en contacto con la realidad hay momentos en que necesito reconocer que una mezcla de bueno y malo será mala en su totalidad, pero ello no significa que sus partes buenas, como partes, sean malas, no más que la bondad de las partes buenas significa que el todo es bueno.

Tomen por ejemplo el Nuevo Orden de la Misa. El nuevo Rito en su totalidad disminuye tanto la expresión de verdades católicas esenciales (la Presencia Real, el Sacrificio, el sacerdocio sacrificante, etc.) que es tan malo en su totalidad que ningún sacerdote debería usarlo ni ningún Católico asistir al mismo. Pero eso no significa que esa parte de la Misa que es la Forma sacramental de la Consagración del pan y del vino sea mala o inválida. “Este es Mi Cuerpo” es ciertamente válido, “Este es el cáliz de Mi Sangre” es lo más probable que sea válido, ciertamente no es invalidado por el nuevo rito siendo éste en su totalidad tan no católico. Por consiguiente si digo que la Misa nueva debe ser siempre evitada, estoy diciendo la verdad, pero si digo que siempre es inválida, no estoy diciendo la verdad y tarde o temprano pagaré la penalidad por exagerar.

Son muchas las aclaraciones que deberían hacerse a este texto. Para no alargarme demasiado, y dejando lugar a otros comentaristas que ciertamente surgirán, voy a tratar un tema cuya discusión con el Obispo de Kent tiene larga data: viene del año 1981, cuando él era Profesor de Dogma, y yo simple seminarista en el Seminario de Écône.

Si bien en la Consagración de la Santa Misa el sacerdote tiene una actividad muy reducida, impersonal, su acción es esencial para realizar la renovación del Sacrificio de la Cruz y la Presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

Él aporta las palabras y obra in persona Christi, en la persona misma de Jesucristo.

Pero, si el sacerdote pronunciase las palabras de las fórmulas consagratorias de manera meramente recitativa, de modo histórico, sus palabras se referían a lo que Cristo dijo e hizo en el Cenáculo.

Entonces, el “Hoc“ y el “Hic“ designarían el pan y el cáliz que Jesucristo tenía en sus sacrosantas manos el Jueves Santo, y, por lo tanto, no habría consagración.

Para que el sacerdote haga lo que Cristo ha hecho (y mandó hacer = “haced ésto”, “cuantas veces hiciereis ésto, lo haréis en memoria mía”), es absolutamente necesario que hable de modo significativo.

Porque es sacerdote, y porque pronuncia esas palabras in persona Christi, él pronuncia las fórmulas de la Consagración significativamente, refiriéndolas a la materia presente, el pan y el vino que debe consagrar.

Teniendo la materia en sus manos, repitiendo los gestos y las palabras del Sumo y Eterno Sacerdote, muestra que él designa por el «Hoc» y el “Hic” lo actualmente presente, y no la materia pasada, consagrada por Jesucristo.

Y este sacerdote, que actúa en la persona de Cristo, pronuncia como Él, sobre la doble materia presente, las palabras de la doble Consagración, que las consagran y la transubstancian en el Cuerpo y la Sangre del Salvador.

De este modo, el sacerdote hace lo que el Cristo hizo.

Para hacerlo, es necesario que pronuncie esas palabras, no de modo sólo recitativo, históricamente, con referencia al pasado, sino significativamente, actualmente, obrando sobre esa materia lo que significan estas palabras.

Entonces, y sin entrar en otros detalles, más allá de que en la Nueva Misa la Forma sacramental de la Consagración del pan y del vino sea ciertamente y probablemente válidas, como dice el Obispo de Kent, queda pendiente el modo o la manera en que esas palabras se aplican a esas materias.

Y este es, precisamente, el punto en litigio = el tono (significativo o narrativo) en que deben pronunciarse las fórmulas de la Consagración, es decir, la forma del Sacramento.

Para el Obispo de Kent, el tono no entra en la consideración de la validez o invalidez del Sacramento de la Sagrada Eucaristía. El señor Obispo sólo tienen en cuenta la materia y la forma.

Consideremos lo que dice al respecto el Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missæ.

En el Punto IV, que considera la esencia del Sacrificio, encontramos el apartado 4) FÓRMULAS CONSAGRATORIAS.

Y allí se nos enseña que la antigua fórmula de la Consagración era clara y propiamente sacramental, pero no meramente narrativa, mientras que en el Novus Ordo se insinúa lo contrario.

Se nos llama la atención sobre las nuevas puntuaciones de las palabras y la nueva tipografía.

En efecto, en el antiguo Misal el mismo punto y aparte significaba claramente el paso del modo narrativo al modo sacramental y afirmativo.

Las mismas palabras consagratorias se trazaban en el antiguo Misal con letras mayúsculas y en el medio de la página; más aún, con frecuencia escritas también en color diferente, de manera que se separasen del contexto meramente histórico.

Todas estas cosas, por cierto, conferían sapientísimamente a toda la fórmula consagratoria una fuerza propia de significación absolutamente individual y singular.

En cambio, en el Nuevo Misal, la forma narrativa se pone ahora de relieve de hecho con las mismas palabras en la Instrucción oficial: «Narración de la Institución» (nº 55 d); y ella se confirma en la definición de la anamnesis, donde se dice: «La Iglesia celebra la memoria de Cristo mismo» (nº 55 c).

En síntesis, dice el Breve Examen, la teoría que se propone sobre la epiclesis y la misma innovación en cuanto a las palabras de la Consagración y de la anamnesis implican que también se ha realizado un cambio en el modo de significar; pues las fórmulas consagratorias son ahora pronunciadas por el sacerdote como parte de alguna narración histórica y no son enunciadas en cambio como expresando un juicio categórico y operativo, proferido por Aquél en cuya representación el sacerdote mismo obra, diciendo: «Esto es mi Cuerpo», pero no: «Esto es el Cuerpo de Cristo».

Y allí encontramos una nota muy importante, que dice así:

Las palabras de la Consagración, por el modo como se insertan en el contexto del Novus Ordo pueden ser válidas en virtud de la intención del ministro. Pueden no serlo porque ya no lo son ex vi verborum [por la fuerza misma de las palabras], o más exactamente en virtud del modus significandi [del modo de significar] que tenían hasta ahora en la Misa. Por lo cual, los sacerdotes que en un futuro próximo no habrán sido instruidos conforme a la doctrina tradicional y quienes simplemente se fiarán del Novus Ordo a fin de «hacer lo que hace la Iglesia», ¿consagrarán en realidad válidamente? Es lícito dudar de ello.

Tengamos en cuenta que, para los autores del Breve Examen Crítico, las palabras de la Consagración ya no son válidas por la fuerza misma de las palabras, por la virtud objetiva del modo de significar.

Por lo tanto, no sólo hace falta tener la intención de hacer lo que hace la Iglesia, sino una verdadera contra-intención de lo que hace la contra-Iglesia conciliar…

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Santo Tomás (S. Th., III, 78, 5), respondiendo a la cuestión de si las locuciones de la forma son verdaderas, dice:

En torno a este problema ha habido muchas opiniones.

Algunos, efectivamente, dijeron que en la locución esto es mi cuerpo, el término esto es un pronombre demostrativo gramaticalmente hablando, pero no tiene fuerza efectiva en este caso, ya que toda la proposición tendría un valor material por ser proferida como haciendo referencia a algo que ha ocurrido. De hecho el sacerdote dice que dijo Cristo: esto es mi cuerpo.

Pero esta opinión no se puede sostener, porque en este caso, las palabras no se aplicarían a la materia corporal presente, con lo cual no se realizaría el sacramento.

Dice, en efecto, San Agustín en Super lo: Cae la palabra sobre el elemento y se hace el sacramento.

Además, con esa explicación tampoco se supera la dificultad de este problema, porque las mismas razones valen para la primera vez que Cristo pronunció estas palabras, ya que entonces es claro que no las pronunció materialmente, sino ateniéndose a su significado.

Por tanto, es coherente decir que cuando las pronuncia el sacerdote tienen un valor significativo, y no meramente material.

Y no importa que el sacerdote las pronuncie también de modo narrativo, como dichas por el Señor. Porque el infinito poder de Cristo hace que, de la misma manera que el contacto de su carne comunicó fuerza regenerativa no sólo a las aguas que le tocaban, sino a todas las aguas de la tierra por los siglos venideros, así también por haberlas pronunciado Cristo, estas palabras recibieron un poder consecratorio, cualquiera sea el sacerdote que las diga, como si el mismo Cristo presencialmente las pronunciase.

Por eso, otros afirmaron que el término esto en esta proposición es un pronombre demostrativo no referido a los sentidos, sino al entendimiento, de tal manera que el sentido de esto es mi cuerpo sería: lo que esto significa es mi cuerpo.

Pero tampoco es admisible. Porque como los sacramentos realizan lo que significan, la forma no haría que el cuerpo de Cristo estuviera en el sacramento realmente, sino sólo como signo, lo cual es herético, como se ha dicho ya (q.75 a.1).

En consecuencia, otros sostuvieron que el término esto es un pronombre demostrativo referido a los sentidos, pero entendida esta referencia no para el momento en que se pronuncia esta palabra, sino para el último momento de toda la locución, como si, por ej., uno dijera: ahora me callo, el adverbio ahora hace referencia al sustantivo inmediatamente posterior a la locución entera, en cuyo caso el sentido sería: nada más decir estas palabras me callo.

Pero tampoco esta opinión es admisible, porque según esta explicación el sentido de la frase sería éste: mi cuerpo es mi cuerpo. Pero no es éste el propósito de esta proposición, porque esto ya era así antes de pronunciar las palabras. Por lo que tampoco es éste el significado de la locución en cuestión.

Por todo lo cual, hay que afirmar, en contrario, que, como acabamos de decir (a.4), esta locución tiene un poder efectivo para convertir el pan en el cuerpo de Cristo.

Por eso se compara a otras locuciones que tienen un poder significativo y no operativo, como se compara la idea de la inteligencia práctica, que es la realizadora de la cosa, con la idea de la inteligencia especulativa, captada directamente de las cosas. Porque, como dice el Filósofo, las palabras son los signos de los conceptos.

Por tanto, como los conceptos de la inteligencia práctica no presuponen la cosa que conciben, sino que la realizan, así la verdad de esta locución no presupone la cosa significada, sino que la realiza. Así es, en realidad, la relación de la palabra de Dios con las cosas que produce.

Ahora bien, esta conversión no se hace de modo sucesivo, sino de modo instantáneo, como se ha dicho ya (q.75 a.7). Por eso, es preciso entender la proposición en cuestión en relación con el instante conclusivo de la pronunciación de las palabras, no presuponiendo en el sujeto lo que es punto de llegada en la conversión, o sea, que el cuerpo de Cristo sea el cuerpo de Cristo, ni tampoco debe presuponer en el sujeto lo que era punto de partida antes de la conversión, o sea, el pan, sino que se debe entender en el sujeto lo que es común a las dos cosas, o sea, lo contenido en general bajo estas especies.

Porque estas palabras no hacen que el cuerpo de Cristo sea el cuerpo de Cristo, ni que el pan sea el cuerpo de Cristo, sino que lo contenido bajo estas especies, que antes era pan, sea el cuerpo de Cristo.

Por eso, significativamente, el Señor no dice: este pan es mi cuerpo, como entiende la segunda opinión; ni este cuerpo mío es mi cuerpo, como lo entiende la tercera opinión; sino en general: esto es mi cuerpo, sin especificar el sujeto con un sustantivo, y haciendo de sujeto el solo pronombre, que indica la sustancia en general sin especificar, o sea, sin una forma determinada.

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Entre los comentadores de Santo Tomás, encontramos al Cardenal Cayetano, el Cardenal Billot, Garrigou-Lagrange, Billuart, Merkelbach y Alastruey…

Ahora bien, los tres primeros dicen explícitamente que, si las palabras de la consagración fueran pronunciadas en forma meramente narrativa (narrative tantum), no se produciría la transubstanciación. Los tres últimos afirman lo mismo, pero sólo de modo implícito.

Leamos:

Cardenal Cayetano:

Comparando entre sí estos dos modos de pronunciar, el segundo (el significativo) prevalece sobre el primero (el recitativo) por dos razones: ya porque en el modo recitativo se toman las palabras materialmente; ya porque con el modo narrativo el sacerdote no obra en la persona de Cristo, sino que relata a Cristo obrando» (in III, q. 78, a. 1, ad 4,  ed. leonina, Romæ, 1906).

Cardenal Billot:

Justamente acontece que entre nosotros la palabra effundetur es de futuro; por lo tanto no se profiere asertivamente, sino tan sólo narrativamente; por lo mismo, todo el inciso no pertenece a la esencia de la forma, puesto que es necesario que la forma signifique lo que aquí y ahora se realiza en el momento presente. Sobre lo cual debes observar que las palabras consacratorias pueden ser proferidas, al mismo tiempo, histórica y asertivamente; las demás, sin embargo, en forma meramente histórica. Digo que las palabras en las cuales reside la eficacia de la consagración, son proferidas históricamente, como consta por el contexto del canon de la misa en todas las liturgias, y, al mismo tiempo, asertivamente, puesto que de otro modo no serían prácticas, ni se aplicarían a la materia presente, y, por consiguiente, no realizarían el sacramento (De Ecclesia Sacramentis, Tomus Prior, Editio sexta, Romæ MCMXXIV, Quæst. 78, Thesis XLIX, § 2, pág. 540).

Garrigou-Lagrange:

En la primera parte del cuerpo del artículo santo Tomás excluye en primer lugar tres opiniones. La primera opinión es: Estas palabras se dicen sólo recitativamente, no significativamente. Se responde: De este modo no se realizaría ahora el sacramento, sino que se recitaría solamente la conversión realizada por Cristo, como en la predicación de la institución de la Eucaristía. Además, esta opinión no resuelve las dificultades propuestas. Estas palabras dichas ahora por el sacerdote, son dichas no sólo recitativamente, refiriéndose solamente al pasado, sino significativamente, significando, en efecto, que algo se realiza aquí y ahora» (De Eucharistia, Pontificum Institutum Internationale Angelicum, R. Berruti, Augustæ Taurinorum, Desclée de Brouwer, Paris, 1943, Q. LXXVIII, a. 5, pág, 185).

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El Obispo de Kent concluye:

Por consiguiente si digo que la Misa nueva debe ser siempre evitada, estoy diciendo la verdad, pero si digo que siempre es inválida, no estoy diciendo la verdad y tarde o temprano pagaré la penalidad por exagerar.

Pero, si entiendo por Nueva Misa la que ha realizado un cambio en el modo de significar, debo decir que, cuantas veces sea celebrada conforme a él, otras tantas veces será inválida.

Y al decir esto, estaré diciendo la verdad y no una exageración.

Quien afirme lo contario, no estará solamente minimizando un hecho tan grave, sino que estará faltando a la realidad de las cosas.