OSKO SE HA ADELANTADO AL PRELADO QUE NO SE RETRACTA

OSKO CONTRADICE POR ANTICIPADO AL OBISPO DE KENT

El Obispo que nunca se retracta vuelve en su Comentario Eleison 418 a plantear su conjetura basada en la mentalidad liberal.

Y trae un argumento de autoridad: miremos a otro texto clásico de Monseñor Lefebvre donde él examina “La Mentalidad Católico-Liberal” en el Capítulo XVI de Le Destronaron.

Nuestro corresponsal Osko ya puso en claro está cuestión al responder al Comentario Eleison 412:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2015/06/20/osko-acerca-del-eleison-412/#more-37516

Por lo tanto, publicamos nuevamente su Apéndice y Conclusión.

APÉNDICE

Esto de los “Papas” liberales ya excedió todos los límites, pero seguramente existirán quienes querrán oponernos un texto de Mons. Marcel Lefebvre, del libro “LE DESTRONARON”, capítulo XXXI “Pablo VI, Papa Liberal”.

Muy sencillamente podríamos decir… “Sí, y… ¿Qué hay? En esto Mons. Lefebvre yerra”.

Después de todo, nadie acierta en todas las cosas.

Sin embargo expondré mi posición sobre este asunto, pero dejando previamente en claro que el mismo Mons. Lefebvre, algunos años más tarde instaba a sacerdotes a que comenzaran a hablar con los fieles suavemente, pero firme y directamente respecto de la posibilidad de que ciertamente “Este Papa no sea el Papa”, tal y como lo expresaba.

En todo caso, no fue una sola y única vez que lo hizo, pese a la oposición que él mismo contaba que le hacían muchos de los que lo rodeaban.

Eso en principio.

Hay un párrafo de Mons. Lefebvre en ese mismo capítulo que expresa lo que sigue:

Es evidente que un día la Iglesia juzgará ese concilio, juzgará a esos Papas, es necesario. Y en especial ¿cómo será juzgado el Papa Pablo VI? Algunos afirman que fue hereje, cismático y apóstata; otros creen poder demostrar que Pablo VI no podía tener en vista el bien de la Iglesia y que en consecuencia no fue Papa: es la tesis de la Sede vacante. No niego que esas opiniones tengan algunos argumentos a su favor. Quizás en treinta años se descubrirán cosas que estaban ocultas o se verán mejor elementos que deberían haber sido evidentes para los contemporáneos, afirmaciones de este Papa absolutamente contrarias a la tradición de la Iglesia etc… Puede ser. No creo sin embargo que sea necesario recurrir a esas explicaciones; pienso incluso que es un error seguir esas hipótesis.

Mons. Lefebvre no era infalible y por tanto seguramente no acertaba en todo lo que decía o hacía. Pues bien; quien parte de premisas equivocadas llega a conclusiones erradas.

Lo que entonces a Mons. Lefebvre le parecía (honesta y piadosamente) un hecho que evidente y forzosamente habría de ocurrir, (que un día la Iglesia juzgaría al CV2) no sólo no ha ocurrido sino que seguramente no ocurrirá.

Hasta el Obispo de la Rosa admite que son TENUES las posibilidades de que eso ocurra, y eso es ya mucho decir.

Mons. Lefebvre. A pesar de que en aquellos tiempos tenía fuertes prejuicios contra la posición sedevacantista, admitía que la misma gozaba de algunos argumentos en su favor.

Significativamente, Mons. Lefebvre se situaba en la siguiente posición; él decía “YO NO ZANJO”.

No se afirmaba en una negativa rotunda, como sí hacen, indistintamente, los de la F$$PX o los fláccidos.

Pero además el Arzobispo dice que

Quizás en treinta años se descubrirán cosas que estaban ocultas o se verán mejor elementos que deberían haber sido evidentes para los contemporáneos, afirmaciones de este Papa absolutamente contrarias a la tradición de la Iglesia etc…

Pues, sí. Y eso es lo que ha ocurrido. Hoy sabemos y vemos cosas que hace 25 o 30 años NO SABÍAMOS.

Con el agravante de que la cosa NO CESA…, NO TERMINA, SINO QUE CONTINÚA Y SE PROFUNDIZA.

Es decir… Mons. Marcel Lefebvre creía (reitero que honesta y piadosamente) que lo que él llamaba la “crisis de la Iglesia” y también “auto demolición de la Iglesia” cesaría en un tiempo que no podía ser muy lejano.

Pues bien…, los hechos demuestran que se equivocó redondamente en este aspecto.

Porque muy lejos de llegar el tiempo que él esperaba en el cual la Iglesia juzgaría al CV2 y a los llamados PAPAS CONCILIARES, llegó el tiempo en que una pseudo-iglesia LOS CANONIZA.

Se llama APOSTASÍA; y Mons. Lefebvre no pudo saber, hace 30 años, qué tan lejos y qué tan pronto llegaría un estado de apostasía omnipresente y terminal, al punto que estos parecen ser los días descritos en San Lucas 18: 8 y II Tesalonicenses 2: 3-4.

De allí su dificultad frente a la posición sedevacantista.

FALTA DE VISIÓN APOCALÍPTICA

Se ha dicho que el Apocalipsis de San Juan, último libro del Nuevo Testamento, debe ser el primero de todos hoy, en tiempos de apostasía muy avanzada, si es que se quiere comprender lo que ha ocurrido en las últimas décadas, lo que vemos hoy, y lo que podemos esperar en el futuro inmediato.

Mons. Lefebvre se encontraba sumergido en los problemas que implicaban su misión, y esta se agotaba y lo agotaba completamente, en lo específico.

Mons. Lefebvre no tenía entonces esa mirada necesaria hoy día, pero que para él, en cuanto a su misión, era completamente prescindible.

Mons. Lefebvre partió de este mundo hace ya muchos años.

Nosotros necesitamos, ahora, esa visión, mucho más de lo que jamás fuera antes necesaria.

Sin ella, nada será comprensible.

Pero todavía hay más que decir, sobre quienes usan algunos textos de Mons. Lefebvre mientras que soslayan otros.

Básicamente se trata de acomodar las cosas.

No niego que tuvo el Arzobispo una muy fuerte posición EN CONTRA de la tesis sedevacantista y que casi su principal argumento fue justamente el de la existencia de PAPAS CATÓLICOS – LIBERALES.

Es un error. Sencillamente, es mucho más fácil reconocerlo que argumentar en su favor, como queda demostrado al ver los malabares ridículos en que caen Mons. Williamson y sus seguidores.

La línea de pensamiento defendida por el obispo de la Rosa conduce indefectiblemente, más tarde o más temprano, A ROMA. Y cuando decimos ROMA no estamos hablando sino de la Ramera Apocalíptica, puesto que Roma ha perdido la fe, cayó en la apostasía y se ha convertido en Sede del Anticristo, cumpliéndose con exactitud lo anunciado por Ntra. Señora de La Salette, y repetido por Mons. Lefebvre más de una vez.

Pero claro…, nuevamente; si no se tiene una visión apocalíptica resulta imposible asimilar esto.

Nadie puede permanecer católico, si su mente es liberal.

Sólo olvidando que la Fe es un hábito intelectual, puede aceptarse una proposición semejante.

En la misma etimología de cada uno de los términos se puede ver lo de antagónico que contienen.

Católico: (del griego καθολικός, katholikós, ‘universal, que comprende todo’) es un término que hace referencia al carácter de la fe profesada por los cristianos fieles de la Iglesia católica, como así también a la teología, doctrina, liturgia, principios éticos y normas de comportamiento derivadas, al igual que al conjunto de sus seguidores como un todo, a quienes se les denomina «católicos».

Liberal: Es un término polisémico, siempre relacionado con la palabra libertad. Pero… ¿de qué clase de libertad se trata? Pues, una que es completamente contraria a la que surge de LA VERDAD. Porque el liberalismo llama a RESPETAR TODAS LAS IDEAS, por erradas y contrarias a la Verdad y a los Derechos de Dios que fuesen.

¿Dónde puede verse con claridad el ANTAGONISMO inconciliable de que hablo?

En la palabra LIBERTAD, precisamente.

La fe católica es clara: SÓLO LA VERDAD NOS HACE LIBRES. Y LA VERDAD ES CRISTO, QUIEN TAMBIÉN ES CAMINO Y VIDA.

El liberalismo, enseña muy otra cosa. Del respeto a todas las opiniones, llega al indiferentismo y al agnosticismo más craso y embrutecedor.

¿Puede existir algo que se llame “catolicismo liberal“?

Decididamente, NO.

Está la historia para demostrarlo, siendo el caso de Felicidad Roberto de Lammenais y su obra y las consecuencias, un ejemplo claro y alarmante.

No se agota en de Lammenais, por supuesto, pero en él puede verse un arquetipo.

La corriente de pensamiento llamada CATOLICISMO LIBERAL, encuentra sus orígenes varios siglos antes de su condena por los Papas durante el siglo XIX.

Es durante el RENACIMIENTO, donde aparece un denominado HUMANISMO CRISTIANO, del que fue Erasmo de Róterdam su principal exponente.

En el siglo XVIII, la Ilustración influyó en muchos círculos de católicos franceses, belgas, alemanes y holandeses, apareciendo doctrinas (galicanismo, josefismo, etc., y TODAS sufrieron Magisterial e infalible condena) que exaltaban el individualismo y la racionalización de las concepciones y expresiones religiosas.

Aquí se aplica perfectamente aquella humorada de Chesterton en referencia a ciertas verdades católicas que se vuelven locas.

El libre albedrío, moral austera, rechazo de la pompa y grandiosidad en las ceremonias religiosas, al igual que un intento de modificar la organización religiosa, apoyando las intentonas de creación de Iglesias nacionales, eran parte de las reivindicaciones de los católicos-liberales.

En el siglo XVIII esta corriente recibía el nombre de catolicismo ilustrado. El catolicismo liberal mantuvo en el siglo XIX las mismas ideas e intenciones: unir y compatibilizar las ideas de la ILUSTRACIÓN, con la FE CATÓLICA.

No estará de más recordar que este proceso de adaptación e intercambio entre el catolicismo y el mundo secular continuó desarrollándose subterráneamente hasta nuestros tiempos, teniendo su momento de reconocimiento por parte de la institución eclesiástica con el Concilio Vaticano II (1962-1965), cuando los principios revolucionaros obtuvieron carta de ciudadanía en Roma, momento en que comienza el ECLIPSE DE LA IGLESIA, la apostasía se torna una avalancha incontenible y la Abominación Desoladora comienza a instalarse en la misma Sede Apostólica (recordar el exorcismo de León XIII).

Pero aun si no quiere prestar atención a la historia, un católico no podrá soslayar ni ocultar las CONDENAS emitidas por los Papas GREGORIO XVI y PIO IX. Especialmente el primero por medio de las ENCÍCLICAS MIRARI VOS y SINGULARI NOS.

CONCLUSIÓN

No resulta posible invocar, ni como excusa ni como argumento, en procura de hacer comprensible y aceptable que hombres de Iglesia, luego de realizar toda una carrera eclesiástica de varias décadas, sean ignorantes respecto del papel y significado histórico y doctrinal, revolucionario en sus consecuencias históricas y herético en las DOGMÁTICAS, que ha cumplido y cumple el ERROR (más bien debe ser reconocido como una HEREJÍA) del liberalismo.

Su incompatibilidad con la Doctrina y la Fe Católica es indisimulable.

Ha sido formalmente CONDENADO EX CATHEDRA, cosa imposible de ignorar para los llamados Papas Conciliares.

Al caer, por los motivos que fuese, Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla, Ratzinger y Bergoglio, en el error denominado LIBERALISMO, que indudablemente inspiró e inspira sus actos (no hablo de los suyos personales, ya que no nos importan) se han tornado herejes; lo son con pertinacia, y por supuesto incurren de modo sistemático en HEREJÍA FORMAL.

Ahora dígase si es propio de Dios someter, a quienes quieren permanecerle fieles, al gobierno de los herejes; dígase si se compadece con la Divina Bondad del Sumo y Sapientísimo Juez, el someter a su rebaño a jueces y eclesiásticos inicuos y A FIDE DEVIUS por más de 60 años.

Los vericuetos canónicos, muchas veces tan caros a quienes procuran evitar las conclusiones obvias que cantan por sí solas desde el prisma transparente de la Fe, no nos interesan, por ahora.

Por lo tanto la “solución” que proponía Mons. Marcel Lefebvre, inspirada sin dudas en su piadoso amor por la Iglesia, no obstante, está muy lejos de compadecerse con la realidad y la verdad.

Esto es lo que puede decirse de esa posición HOY EN DÍA.

Es muy posible que mientras Mons. Lefebvre se hallaba con vida, en atención a la preservación de su Obra y a evitar el temor y la consecuente ESTAMPIDA y dispersión de muchas almas (cosa que posiblemente Mons. Lefebvre veía que podía ocurrir), él haya considerado oportuno asumir una posición crítica respecto del sedevacantismo y prescindente en cuanto a zanjar respecto de si los conciliares eran o no eran Papas verdaderos.

Tal vez no le haya faltado razón, ni fundamento.

Pero hoy, en 2015, en medio de la apostasía más profunda que jamás se hubiere visto, ante los elocuentes signos de devastación y a la vista del actual “pontificado” del impostor más evidente entre todos los llamados Papas Conciliares, me parece un error sostener aquella posición que antes mereciera el adjetivo de PRUDENCIAL.