Desde la inhóspita trinchera
PASAPORTE AL INFIERNO
«Los pasajeros con destino al infierno… ingresar por puerta 666… ¡Muchas gracias…!»
No dimensionar la hecatombe universal que hubo a nivel espiritual desde la Segunda Guerra Mundial, es estar ya demasiado sometido al poder del Anticristo.
No entender que entre el pontificado de Benedicto XV (1914 – 1922) y el de Pío XII (1939 – 1958), o sea el de Pío XI (1922 – 1939), el período inserto entre las dos guerras, fue el tiempo de relativa paz dada al mundo, en donde se debía consagrar Rusia para evitar la segunda guerra, es no entender, como dijimos anteriormente, que estamos viviendo el castigo del Comunismo esparcido por toda la tierra.
Esto no quiere decir, que AL FIN, Su Corazón Inmaculado no TRIUNFARÁ de todos modos.
Creer o no en el mensaje de La Salette, si fue o no cierto que se dijo de parte del Cielo que Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo, no modifica la realidad contemporánea.
Lo cierto es que sea o no la Virgen, o la misma imaginación de Melania, o algún prelado cercano a toda esta dramática historia, que debía alertar subrepticiamente al mundo de algún modo, haciendo correr este mensaje (cosa que puede ser, vaya a saber por qué temores, y se distribuyó de esta manera), sea como fuere, no podemos desestimarlo en vista de la realidad que nos circunda.
De la misma manera, para corroborar si es verdad lo revelado en los Protocolos, no necesitamos conocer al autor y que nos jure sobre los Santos Evangelios que el plan trazado por los judíos es cierto.
Lo que tenemos que hacer es cotejar lo que leemos, vemos y oímos con la realidad; y nos daremos cuenta que verdaderamente los Protocolos son, sin más, una casi definitiva realidad.
Del mismo modo, sea o no cierto, los hechos nos demuestra que verdaderamente Roma, capital de la Cristiandad, el Vaticano más precisamente, y todo su aparato oficial que llega hasta el más recóndito pueblito miserable de la tierra, ha perdido la fe CATÓLICA, si por CATÓLICA entendemos la UNA, SANTA, CATÓLICA y APOSTÓLICA IGLESIA.
Y, sin embargo, las puertas del infierno NO prevalecieron contra Ella, como nos quieren hacer creer algunos hombres de poca fe.
La Iglesia UNA, SANTA, CATÓLICA y APOSTÓLICA huyó al desierto. ¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo lo sabemos?
Lo sabemos justamente porque vemos la realidad; y también porque aparte está escrito en las Revelaciones Bíblicas. Léanlas.
Y quiere decir, que la iglesia militante está dispersa, y que se ha llevado todo el depósito de la fe con ella.
Este depósito NO ES igual al depósito de basura que hoy sostiene la impostora iglesia llamada Posconciliar; es el verdadero Depósito de dos mil años de Magisterio y Ministerio Apostólico, cuyos integrantes están ya con el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, aguardando la llegada de los que aún militan en la tierra, los de viadores de la verdadera fe hasta tanto se complete el número de los escogidos.
La Iglesia no es un montón de paredes o escombros; y mucho menos, el montón de herejes y apóstatas que hoy ocupan ese edificio o esos escombros. La Iglesia es mucho más que eso.
Es toda su historia, sus Santos, sus mandamientos, sus sacramentos, sus luchas, sus monasterios que hablan, sus mártires, sus fieles (vivos o difuntos), sus Catedrales, Iglesias o catacumbas (vivas o difuntas), sus Doctores, sus monjes, sus reliquias…
En resumidas cuentas, su TRADICIÓN.
Todo ello está atado en el Cielo, como también está atado en la tierra, aunque fuere por un solo hombre; por ende, nunca puede prevalecer el demonio y menos el infierno, decir eso es literalmente HERÉTICO.
Señores de Syllabus, Non Posumus… y allegados de la Línea Media, o de la de tres cuartos:
Al Papa se le dio el poder de ATAR; y TODO lo que atare en la tierra, en relación del hombre con Dios (matrimonios, bautismos, ordenaciones, encíclicas, ordenanzas) lo atará en el Cielo; y allí está indudablemente ATADO.
Y las lluvias de bendiciones caen como un manantial de Gracias para vivir en paz la tierra.
También le dio el poder de desatar… tempestades… si quería.
Hágase la analogía, y verán las lluvias de maldiciones. Y si no…, abran los sellos…
Si la Sede está vacante, o si el Papa es o no papa, o si es un anti Papa, o incluso un apóstata; poco nos importa en relación a nuestra fe.
Cuando seamos juzgados, no será en relación de éste o aquél apóstata, de este mártir o aquel santo; si no en cuanto hayamos participado, de algún modo, de cualquier manera con ellos; sea en su apostasía, santidad o martirio…, en relación a la Fe Católica Apostólica y bien ROMANA.
Colaborar con un apóstata, o simplemente reconocerlo como un verdadero discípulo de Cristo cuando no lo es, he ahí el riesgo que corro en cuanto a mi salvación.
Si este hombre es un apóstata, pero es verdadero Papa y tiene el poder de desatar, y está desatando tempestades, como están haciendo desde Vaticano II…, y en la lista de colaboradores de esas tempestades estoy yo…, como «fiel» (entiéndase «Fidelidad» entera)… ¡Mejor no sigamos…!
Lo que realmente debe importarnos es el saber, casi a ciencia cierta, que el Vaticano II, y aquél que lo represente, está desatando tempestades, las cuales también han sido, son y serán desatadas en los cielos.
Reaccionemos de una buena vez, y dejemos de perder el tiempo en discusiones bizarras, pero inconducentes, alrededor de esa estúpida concepción papólatra de pretender que un hombre, por el sólo hecho de ser el papa y decirse católico, tiene que ser por definición impoluto.
Si un hombre, sea Rey, Emperador, Papa, Presidente, Embajador, Marido, Sacerdote, Padre, o Juan de los palotes, es un APÓSTATA, porque APOSTATA de la FE, ¡¡¡NO HAY QUE SEGUIRLO, NO HAY QUE RECONOCERLO, ni siquiera NOMBRARLO!!
«No importa que hablen bien o mal de mí», decía Don Faustino Sarmiento. «Lo importante es que hablen».
Hoy nombrar a la caterva que componen la contra Iglesia, sean Papas, Cardenales, Obispos, Sacerdotes o simple fieles, constituye el pasaporte al infierno…, del cual el mismísimo demonio les hará el check in.
