He aquí la primera parte
¿Y SI HICIÉRAMOS DE CUENTA QUE…?
(2)
Le pido al lector que esté muy atento con lo que hoy «haremos de cuenta que», ya que el punto a tratar será el de la Bestia del mar.
Más allá de que la interpretación no sea la acertada, el punto en cuestión necesariamente nos tiene que llevar a hacer un llamado de atención; porque, más allá de ella, más allá que Dios haya tenido con nosotros la Misericordia de habernos querido revelar «los tiempos» para nuestra salvación, y que nuestra necedad no quiera aceptar, hay que convenir que estamos muy, pero muuuuyyyyy lejos (por más Católicos y Tradicionalistas que nos digamos) de practicar, profesar, declarar, declamar, aceptar, etc, a través de nuestras conductas (vocabulario, festejos, actitudes, modos, atuendos, músicas, diversiones, etcétera).
Estamos al borde del abismo, estamos ante una catástrofe; y lo peor del asunto es que no nos damos cuenta, o no queremos darnos cuenta.
Ante una catástrofe natural (un huracán, un incendio, o ante un terremoto de gran magnitud) todos se abocan a la ardua tarea de recoger escombros, curar a los heridos, enterrar a los muertos, consolar a las madres, colaborar en todo lo que esté a nuestro alcance; económica, física y espiritualmente.
Despreciar a quienes tienden sus manos, haciendo de cuenta que todo está bien, sería una necedad sin parangón.
El mundo entero se vuelve compasivo y solidario, y a nadie, en tamañas circunstancias, se le ocurriría jugar a la pelota, ir a la playa, hacer una fiesta con globos y guirnaldas, y ni siquiera osar reírse y menos a carcajadas.
Ante la catástrofe que sufre hoy la Iglesia (y no solo hoy, este terremoto cuenta con varias décadas), a la que decimos tanto profesar, amar y defender, de una magnitud tan grande e inconmensurable que, no solo nos tendría que llevar a la más profunda compunción, reflexión y penitencia (ante los millones de muertos que hay bajo sus escombros), sino que no tendríamos que reflejar en nuestros rostros la más mínima expresión de alegría mundana sin que pareciera un sarcasmo.
Las catástrofes merecen una compostura, una actitud, un estar a la altura de las circunstancias, un tan sentido malestar, que ya no tolera más las imbecilidades y torpezas de los que se «Ríen» en medio de las desgracias. No digamos ya de las desgracias que ocurren en tal o cual lugar, sea en México, Martinica, Sodoma, Gomorra o Pompeya… No, la catástrofe es Global (ya que está de moda), mundial, universal.
La Iglesia agoniza, y con Ella nuestra fe y la de nuestros hijos. Nosotros, los católicos, sea con el título que sea, debemos reaccionar y estar a la altura de las circunstancias.
Ante ésta CATÁSTROFE de orden espiritual y decisiva, es hora de erguirnos, levantar las cabezas y empezar a comprender que, a nuestro alrededor, millones de muertos reclaman el auxilio de los vivos, que no se logra arrojándoles guirnaldas de papel crepé, que se cortan en el intento, si no con sogas rústicas, fuertes y duras, retorcidas y unidas entre sí, que lo que menos despiertan es la alegría ficticia de un carnaval colorido y superfluo.
A los analfabetos, Dios les deja el recurso de la «Ignorancia Invencible», y a veces nos preguntamos por qué no nos tocó a nosotros correr con la misma «suerte» (diría OSKO, los vivos envidiarán a los muertos), porque como expresáramos en el trabajo anterior, si bien no somos teólogos, ni filósofos, ni doctores, tuvimos la enorme Gracia (sin merecerlo, y que tampoco nos damos cuenta) de nacer en un país evangelizado, de ser bautizados, que algún factor nos hiciera conocer la Verdadera fe (familia, amigos, escuela, alguna causalidad, buenos sacerdotes, buen entorno, etc), el acceso a una buena bibliografía, de haber aceptado y confirmado nuestra fe, etc. Y no sabemos por qué (ni tenemos por qué saberlo) Dios así lo dispuso, y no podemos, ni podremos justificar nuestras actitudes, dado que a cada uno de nosotros nos puso en el lugar que nos puso. Cada uno sabrá si puede esgrimir su negligencia con tal argumento.
NO FORMAMOS PARTE DE AQUELLOS QUE TIENEN LA IGNORANCIA INVENCIBLE. ¡NOS GUSTE O NO NOS GUSTE!
Lo cierto, y escuchen bien, es que los Católicos no tenemos idea de lo que es y significa «SER CATÓLICOS», la enorme responsabilidad que implica, tanto como para la propia salvación, como para la de nuestro entorno.
Leamos las Actas de los Mártires; como se formó la Ciudad Cristiana, las Guerras de religión; las anatematizaciones; y no nos quedarán más ganas de continuar coqueteando con el mundo; y así, probablemente, alcanzaremos a darnos una somera idea de lo que estamos diciendo.
Hoy por hoy, podríamos decir de forma vulgar (y también realista), si hoy por ejemplo nos toca a uno de nosotros hacer el viaje, que estamos «en el horno». Y estamos en el horno porque la vida carnal, la vida de la materia en detrimento de la esencia de la misma vida, sus pilares, su razón de ser y de existir, ha tomado tal dimensión que no podemos calcularla. Cualquier soslayado comentario a favor de la protección y cuidado de ese sostén, del mismo sostén del cuerpo, es despreciado, criticado, aplastado, ridiculizado por sus fautores y tenido por una agresión; o bien transmitido de forma pegajosa, amanerada, cuidando muy bien de no herir el orgullo inflamado, infectado y enfermo del sentimentalismo estúpido que nos invade.
¡Qué distinto proceder que tenemos con aquellos que curan el cuerpo! ¡Plagado de hospitales, sanatorios, clínicas, centros de salud, consejos medicinales por doquier para sentirse bien! Claro, así debe ser. Pero, ¿por qué motivo no ocurre lo mismo con la salud del alma? ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar el único remedio para curar este cáncer espiritual? ¿Quién no buscaría el único remedio que podría existir para curar definitivamente, por ejemplo, la diabetes?
Somos tan, pero tan fariseos, que creemos que el mundo y la fe católica se han perdido por culpa de los judíos o de los musulmanes, o de los protestantes; el mundo y la fe se han perdido POR CULPA NUESTRA, los que «NOS DECIMOS CATÓLICOS» ¡Y para qué decir, si nos decimos «TRADICIONALISTAS»! ¡NOSOTROS, los escogidos de entre todas las Naciones! ¡Cuánto orgullo nos carcome! ¡Qué bueno es hacerse la fama dándonos la posibilidad de dar un espectáculo tan perverso como aquellos que criticamos!; porque «NOSOTROS», a pesar de lo que hagamos: ¡Somos TRADICIONALISTAS!
¿Saben qué?, no tenemos idea de lo que estamos diciendo, de la soga que nos estamos ciñendo al cuello; que aunque la fama sólo tenemos, no podemos echarnos a dormir; es hora de despertar, es hora de poner las barbas en remojo, es la hora de manifestar la virilidad que caracterizó en un tiempo la defensa de la fe y a nuestra religión, la única religión verdadera.
Es la hora de «Pagarle a la Ramera lo que ella ha pagado; de retribuirle el doble conforme a sus obras; que en la copa que mezcló, mezclemos doblado; que cuanto se glorificó a sí misma y vivió en lujo, otro tanto le demos de tormento y de luto, porque ella dice en su corazón: «Como Reina estoy sentada (sobre la bestia, el modernismo), y no soy viuda (todavía se cree la Esposa de Cristo), y jamás veré duelo». Por tanto, en un solo día vendrán sus plagas (13-03-13): muerte, luto y hambre; y será abrazada en fuego, porque fuerte Señor es el Dios que la ha juzgado (Apoc. 18, 6).
El diablo se ríe a carcajadas cada vez que hacemos el triste, bochornoso, y escandaloso papel de católico melancólico, sensiblero y liberal; codicioso de las ofertas que despliega el mundo modernista, al cual añora y se babea por alcanzarlo de algún modo. ¡Nuevos espejitos de esta caterva, a la que tienen el tupé de llamar «civilización», que los nuevos indios (nosotros), ya ni siquiera con taparrabos, nos lanzamos a su encuentro para contemplar en él nuestra propia desnudez!
Ciegos conduciendo a otros ciegos, eso es lo que somos… estamos a tiempo, aún podemos entender algunas cosas… ¡Nosotros, sobre todo, los tradicionalistas! Como por ejemplo este Maravilloso pasaje del Apóstol:
«Salid de ella, Pueblo mío, para no ser SOLIDARIO de sus pecados y no PARTICIPAR en sus plagas, pues sus pecados se han acumulado hasta el cielo»
Y termino con los consejos y exhortaciones del Apóstol San Judas:
«Vosotros empero, carísimos, edificándoos sobre el fundamento de la Santísima fe vuestra, orando en el Espíritu Santo, permaneced en el amor de Dios, esperando la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna. Y a unos desaprobadlos, como ya juzgados, a otros salvadlos arrebatándolos del fuego; a otros compadecedlos, más con temor, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su carne.
Estas son algunas reflexiones e inquietudes que comparto con ustedes, sólo por dar una idea de la gravedad del momento en el que todos debemos reflexionar, más allá del sentido que se le haya dado a la Bestia del Mar, que simboliza, exegéticamente hablando, el poder político en avance estrepitoso hacia el poder religioso, la Bestia de la Tierra.
¡Presten mucha atención! ¡Vamos a lo nuestro!
La Bestia del Mar
Hagamos de cuenta que la Bestia del Mar es el poder político manejado, podríamos decir, por diez reyes que gobiernan diez Estados (podría ser en sus inicios la Sociedad de Naciones, luego Naciones Unidas, hoy Unión Europea, por decir algo).
Podría ser un conglomerado de autoridades que con ello gobiernan prácticamente el mundo. Pero hay un problema para lograrlo en plenitud. Digamos que hay un Obstáculo: ROMA. La Roma Papal. La Catolicidad.
Por consiguiente, la bestia necesita también de cabezas para poder penetrar su espíritu, y ellas serán las «cabezas» de los reyes de la Tierra, o sea los reyes de la Iglesia.
A partir del Tratado de Letrán, los Papas son Reyes de la Tierra (la Iglesia), ya que la Iglesia, como forma de gobierno, ejerce una monarquía. Más no vamos a dejar afuera de nuestra lista de reyes a Benedicto XV, pues fue el Papa de la coyuntura entre la pérdida de los Estados Pontificios hasta la firma de dicho tratado.
Por lo tanto:
Nos instalemos en el año 1914; año de la Primera Guerra Mundial con su consecuencia: la caída del Imperio Austro-Húngaro (último Imperio Católico de la tierra).
En el año 1870 se pierden los Estados Pontificios, siéndole otorgado a la Iglesia Católica en el año 1929, tras el Tratado de Letrán, 44 hectáreas de terreno, con lo cual Benedicto XV (1914-1922) pasa a ser el Pontífice que antecede a este tratado. Es el Pontífice de la Primera Guerra, como ya dijimos, el de la Revolución Rusa (1917), y el de las Apariciones de la Virgen en Fátima (1917).
El espíritu revolucionario, que empezara a manifestarse públicamente en Francia en el año 1789 con la toma de la Bastilla, mediante el lema Libertad-Igualdad-Fraternidad, estalla en Rusia en 1917 (con otro perfil), concretando así el bautismo de la «Nueva hora de los Pueblos», dejando atrás la hora, ya trasnochada, de Dios y su Iglesia.
No hay otra manera de quitar el obstáculo que no sea a través de la penetración cultural dentro mismo de él. La meta para lograr la «Hora de los Pueblos» (socialismo, Comunismo, Democracia), se hará por medio de la instauración del pensamiento liberal y modernista, penetrado e instalado en la misma Iglesia de Jesucristo.
Todo un plan que merece el más singular de los «respetos», tratándose (el mentor) de quién se trata. El nombre que le vamos a poner a esta Bestia o Monstruo (no se asuste, estamos haciendo de cuenta que) será pues el de «MODERN» («ISMO» pasa a ser el apellido de toda esta familia, bastante numerosa por cierto), y hay que respetarlo porque no nos olvidemos que estamos hablando de un espíritu, y no es precisamente el de los más buenos; por lo tanto trataremos de no jugar con él.
El Modernismo, encarna el espíritu más perverso que pueda imaginarse; porque, a pesar de ello, es hermoso, tiene ojos azules, es esbelto, mirada profunda, alegre, políglota, amable, seductor, conquistador, y hasta quizás un tirano, pero que enamora con solo contemplar su estructura.
Pero luego… la desilusión; porque es traidor, polígamo, infiel, trepador, adulador, ambicioso, materialista, adulterador, cruel y despiadado; y hace de sus seguidores sus víctimas fatales.
Modern (o la Bestia del Mar) es un espíritu que se encarna en los individuos que ejercen un poder oculto (muchas veces hasta sin darse cuenta), que va a intentar por todos los medios, a través de ellos, quitar el «obstáculo», el Katéjon, que le impide dominar a todos los cuerpos y las almas, como todo el mundo circundante que lo rodea.
Él no puede hacer nada por sí solo, necesita imperiosamente de esos espíritus (usted, yo, aquel), que lo ayuden a concretar, no su plan, sino el plan de su padre.
Cuantos más individuos respondan al Modernismo, más rápido se hará realidad el plan trazado. Y he aquí, el tema de la cuestión: cada vez que aceptamos gustosamente algo de Modern (porque nos subyuga, atrapa y embriaga), aceptamos, desde luego, algo que le deviene de su padre (no hace falta nombrarlo, ni decir de quién estamos hablando). Sólo diremos que Modern es el hijo mayor del Reverendo Sr. S.D. ISMO (Satanarum-Diabolis, o bien «ese deísmo»).
El Sagrado texto del Apocalipsis dice que esta bestia tiene diez cuernos (reyes políticos) y siete Cabezas. Como dijimos, las cabezas serían los reyes de Roma, quienes serán (los que tienen nombres de blasfemia) los que engañarán a los habitantes de la tierra (fieles de la Iglesia).
El texto dice que en sus cabezas, hay NOMBRES DE BLASFEMIA. No dice que las cabezas, propiamente dichas, son blasfemas; sino que entre sus cabezas hay nombres de Blasfemia (el entorno de los Papas y hasta ellos mismos al último). Quiere decir que ya en el pontificado de Benedicto XV el espíritu del modernismo ya venía actuando «Personificado». El espíritu modernista ya campeaba las mentes de los católicos.
«Y del Mar vi subir una Bestia» (Apoc. XIII, 1). «Y de lo Político vi ascender, SUBIR, trepar, aumentar, promover, desarrollar, crecer, engrandecer, encumbrar, acrecentar, acentuar, intensificar, endurecer, encarecer, vencer, avanzar, enaltecer, exaltar, montar, marear, embriagar; un Gran Poder: ISRAEL, a través del modernismo (en su versión Política: COMUNISMO, DEMOCRACIA, creación del Estado de Israel, fin de la Diáspora). Etimología del término Israel: «El que pelea contra Dios».
«…con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas «Nombres de blasfemia» (Apoc. XIII, 1).
Cuernos: Mandatarios políticos. (10 cuernos), Ejemplo: EE.UU, Inglaterra, Francia, Rusia, Alemania, China, Japón, Italia, Cuba, Oriente Medio.
Cabezas: Autoridades del poder religioso (Iglesia Católica, Apostólica, Romana), (7 cabezas).
Nota: nótese que en este pasaje, las cabezas están subordinadas a los cuernos, o sea al poder político; a diferencia de Apoc. XII; 3, en donde los cuernos están subordinados a las cabezas.
Podríamos deducir que a partir de la Primera Guerra, Israel domina a la Iglesia Católica peleando contra Dios y penetrando su espíritu a través del modernismo, la democracia y el comunismo.
Nombres: 1) Benedicto XV, 2) Pío XI, 3) Pío XII, 4) Juan XXIII, 5) Pablo VI, 6) Juan Pablo I, 7) Juan Pablo II (Papas, Cabezas y sus períodos, a partir de 1914).
Blasfemias: Palabra o expresión injuriosa contra Dios, la Virgen, los Santos, o los objetos Sagrados.
Nombres de Blasfemias: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II (No olvidemos que estos papas formaban parte del entorno de los entonces pontífices, Benedicto XV, Pio XI y Pio XII.
«La Bestia que vi era semejante a una pantera; sus patas eran como de oso, y su boca como boca de león…» (Apoc. XIII, 2)
Semejante: Parecido a otra persona o cosa.
Pantera: Mamífero felino, parecido al leopardo de color totalmente negro o rojizo amarillento, con manchas anilladas oscuras y blancuzco en el vientre; cuerpo esbelto, patas cortas, cola larga y garras fuertes; es muy rápido, ágil y fiero y vive solitario en África y ASIA.
Nota: El rojo, el amarillo y el negro, son los colores predominantes de las insignias o banderas comunistas. Las calaveras, como los puños cerrados y expresiones de odio, simbolizan el panorama «totalmente negro» que ofrece esta ideología. Las manchas anilladas oscuras: su forma de operar en los distintos lugares. Blancuzco el vientre: esgrime el hambre.
Lo esbelto de su cuerpo: designaría lo sutil y ligero para expandirse.
Sus patas cortas: la mentira que entraña.
La cola larga: el alcance que tiene.
Las garras fuertes: lo casi imposible desprenderse de él y la fuerza con que muerde. Es rápido, ágil, y fiero. Y vive (vivía), solitario en Asia (¿Rusia-China?).
«El Poder (político) que vi, era totalmente negro o rojizo amarillento, que operaba en distintos lugares, esgrimiendo el hambre. Se expande rápidamente y entraña una mentira. Esta llega a lugares muy remotos y es imposible desprenderse de ella, es muy ágil, rápido y temible y parecía solitario en Rusia.
Patas como de oso: (Plantígrado), en algunas situaciones desfavorables, pueden erguirse sobre sus patas traseras para aumentar su campo de visión. Apoya toda la planta de sus patas al caminar. El oso es un habitante característico de los bosques maduros de Europa, Asia y América del Norte. ¡Chan!
Boca de León: La abertura máxima de la boca del león es aproximadamente de 65 a 70 grados. Esta característica unida a sus fuertes caninos, le son vitales para «cazar»: en efecto, la técnica de caza del león es el acecho, que culmina con un salto inesperado y un mordisco en la nuca para romper las vértebras cervicales o el cráneo de sus víctimas.
El rugido del león que produce sobre los otros animales es indescriptible. La hiena en cuanto lo oye deja inmediatamente de aullar, también el leopardo enmudece, en cambio los MONOS acrecientan su murmullo y sin perder tiempo trepan a las ramas más altas de los árboles, los antílopes huyen precipitadamente hacia los bosques, el camello tiembla, se da a la fuga; el caballo se encabrita y retrocede asustado, el perro lloriquea corriendo tras su dueño. Incluso el hombre, cuando por primera vez oye la voz del león, rompiendo el silencio nocturno de la selva, nota que en él se despiertan insólitos temores.
Dragón: Animal fabuloso provisto de alas, cuatro patas y cuerpo de serpiente, que ocupa un destacado papel en mitos y leyendas populares de todo el mundo. Los gnósticos consideraban (consideran), al dragón como símbolo de RENACIMIENTO PERPETUO relacionado con los EONES que constituían las emanaciones de los espíritus.
En la tradición cristiana, por el contrario, se considera al dragón como símbolo de las fuerzas del mal. Idea que parte ya del Apocalipsis (Revelación).
Por lo general este animal mítico incorpora peligrosas fuerzas primordiales. Así tenemos que tanto en la mitología griega clásica, como en las leyendas germanas y nórdicas, los héroes —ya sean Apolo, Perseo o Sigfrido— se esfuerzan en vencer al dragón como meta de su más elevada aventura.
Para algunos mitólogos, el dragón es símbolo de plagas y enfermedades. En ocasiones el dragón puede multiplicar sus cabezas, con lo cual el símbolo incrementa su peligroso y protervo poder.
¿Podríamos atribuirle, por las características apenas señaladas, al Israel escondido atrás de la DEMOCRACIA y el modernismo esta figura que representa el dragón?
Para los Gnósticos, es símbolo de «RENACIMIENTO PERPETUO». Para los cristianos, el símbolo de las fuerzas del mal.
Si así fuere, para concluir esta primera interpretación de los términos citados en el capítulo XIII del texto apocalíptico, para mejor entenderlo sería:
BESTIA= PODER; MAR= POLÍTICO; CUERNO= MANDATARIO POLÍTICO; CABEZA= AUTORIDAD RELIGIOSA; DRAGÓN= ISRAEL.
La guerra contra Dios llevada adelante por Israel, lo hará a través del modernismo democrático penetrado en la Iglesia de Cristo, su vigésima milenaria enemiga.
«Y vi un poder político con mandatarios (Modernismo-comunismo), subordinar la autoridad religiosa a ese poder a través de la democracia».
«El dragón le pasó su poder y su trono y una gran Autoridad» (Apoc. 13; 2).
¡No se asusten, pronto llegamos, pero no se olviden que estamos haciendo de cuenta…!
Como vimos, hemos hecho de cuenta que el dragón es Israel, a través del Modernismo, Comunismo, Democracia a nivel político, pero que necesita imperiosamente apoderarse del poder religioso y quitar el obstáculo que le impide llegar a su fin: El dominio mundial económico, político, social y religioso.
El dragón le pasó su poder (a la bestia: Modernismo-liberalismo) económico a través de sobornos y corrupción de los mismos cristianos (propagandas, agitaciones, literatura, cinematografía, música, armas, revoluciones, etc.). Todo ello pagado y financiado con el poder del dinero judío.
El Dragón le pasó su Trono (a la bestia: Modernismo, liberalismo, comunismo) la democracia, a través del Sufragio Universal, todos los pueblos quedan sometidos a la bestia.
El Dragón le pasó una gran Autoridad a toda la bestia (poder político = Cuernos y poder Religioso = Cabezas).
«Y yo vi una de sus cabezas como si se le hubiese dado muerte; más fue sanada de su golpe mortal, y maravillóse toda la tierra (la iglesia), y se fue en pos de la bestia» (Apoc, 13; 3).
Hagamos de cuenta que la Cabeza, a la que parecía se daba muerte, fue Juan Pablo II, y que fue sanada de su golpe mortal (porque al parecer corría riesgo todo el cuerpo de la bestia).
«Y adoraron al dragón, porque él había dado la autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia diciendo: ¿Quién como la bestia y quién puede hacerle guerra? (Apoc. 13; 4).
Y hagamos de cuenta que toda la Iglesia adoró al Dragón y se fue en pos de la bestia. O sea en pos del modernismo y liberalismo, comunismo, democracia. Porque él había dado la AUTORIDAD religiosa a la Bestia. ¿Y quién puede hacerle guerra?
Al decir que la tierra (la Iglesia) adora al dragón, no estamos diciendo que adoren a Israel, sino a lo que produce éste: El cuerpo de la bestia, o sea, la modernidad política, social, económica y religiosa (no olvidar que tiene ojos azules, es hermoso, conquistador, y embriagante), de ahí que la iglesia se hizo MODERNISTA, sin querer y sin saber, adora a ISRAEL.
¡Solamente estamos haciendo de cuenta que…!
«Y se le dio una boca que profería altanerías y blasfemias; y le fue dada AUTORIDAD (a la bestia, o sea al modernismo), para hacer su obra durante cuarenta y dos meses (3 años y medio, lo que duró el Concilio Vaticano II), (Apoc. XIII, 5).
Hagamos de cuenta que en el Vaticano II se introdujo el modernismo y que le dieron un micrófono… «Abrió, pues, su boca para blasfemar contra Dios, blasfemar de su Nombre, de su morada, y de los que habitan en el cielo» (Apoc, XIII, 6).
Hagamos de cuenta que por espacio de tres años y medio, el Vaticano II, blasfemó contra Dios, de Su Nombre y Su Morada (El Sagrario), y de los que habitan en el cielo. ¡Más literal imposible! ¡Pero sigamos haciendo de cuenta que!
«Le fue permitido también hacer guerra a los santos y vencerlos; y le fue dada AUTORIDAD sobre toda tribu, y pueblo y lengua y nación.» «Y lo adorarán al dragón todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado. (Apoc. XIII, 8).
Hagamos de cuenta que que el modernismo les hizo la guerra a los Santos y los venció, (por ejemplo a Monseñor Lefebvre, o a todos los santos que al parecer no murieron por nada). Y que la Autoridad que le fue dada, es la ESTATUA de la bestia de la Tierra, quién sería el Falso Profeta encarnado en diferentes figuras que han transitado por la Roma modernista, o Iglesia Pos-Conciliar, o Iglesia del
Vaticano II, o sinagoga de Satanás, como más nos guste. Por supuesto, que siempre haciendo de cuenta que todo esto pueda haber pasado alguna vez en la historia del mundo y la Iglesia.
¡Más literal imposible!
«Si alguno tiene oído, oiga: Si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a espada, a espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos». (Apoc. XIII 9-10).
Hagamos de cuenta que algunos (teniendo la cosa clara) deben esperar en cautiverio, rezando, y esperando el retorno de Cristo Rey. Y otros «morirán» (ataques, desprecios, exclusión, sanciones, expulsiones, etc; de los modernistas (aunque se digan lefebvristas, Católicos o Tradicionalistas) por la visión Apocalíptica de la hora.
Hemos finalizado el trabajo de la «Bestia del Mar»; en los próximos días seguiremos con la Bestia de la Tierra. Perdón por lo extenso del trabajo, pero no he podido resumirlo más.
Continuará…
En Cristo y María
Gracias por su atención
Desde la Inhóspita Trinchera.
