PESIMA CONTINUIDAD
«La Iglesia tiene que servir a todos»
ROMA.– Muchos creen que Benedicto XVI, ex guardián de la ortodoxia católica, es un hombre rígido, duro, conservador. Para monseñor Estanislao Karlic, que hoy fue creado cardenal, se trata sin embargo de una impresión errada. Para el arzobispo emérito de Paraná, de 81 años, Joseph Ratzinger siempre fue un hombre «muy sereno y totalmente abierto». Así lo aseguró en una entrevista con La Nación, en la que contó que conoce al actual Papa desde que era un joven teólogo que enseñaba en Ratisbona, y que tejió con él una estrecha amistad cuando trabajaron juntos en la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica, entre 1987 y 1992.
Conocido predicador de ejercicios espirituales, dos veces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y muy estimado por su papel en la mesa coordinadora del Diálogo Argentino durante la crisis de fines de 2001, Karlic no ocultó su felicidad por haber sido promovido a la dignidad cardenalicia por el Papa, distinción que nunca imaginó que iba a recibir, según confesó.
En vísperas de recibir el birrete púrpura para ingresar en el «senado» de la Iglesia católica, el flamante cardenal Karlic dijo que esperaba ser para la Argentina «un servidor más, un servidor con el color rojo, del amor hasta la muerte, un servidor que quiere ir con la sabiduría de la Iglesia, con el consejo del Papa, a servir a todos».
-¿Cómo se enteró de la designación, fue una sorpresa?
Sí, sí, no me lo esperaba. El 15 de octubre, dos días antes del anuncio del Papa, sonó el teléfono, y era el secretario del nuncio que me dijo: «El Santo Padre lo ha hecho cardenal». Y yo no lo podía creer, fue una sorpresa muy honda. Es más, le pedí disculpas por las dudas que tenía…
-¿Cuando conoció usted a Joseph Ratzinger?
Lo conocí cuando él era profesor en Ratisbona. Yo era profesor de teología en la Argentina, y fui a Ratisbona a saludarlo y a hablar con él. Estábamos con otro sacerdote de Mar del Plata, y estuvimos hablando, y él, que es un año menor que yo, nos invitó a comer. El ya era muy conocido por sus escritos.
–En ésa época Ratzinger no era tan conservador como ahora…
Yo creo que esa es una idea que yo no sé quién ha creado. Porque es un hombre que ya entonces era conocido como muy sereno y totalmente abierto. El padre Congar (Yves), ese gran teólogo del Concilio, y uno de los mayores teólogos del siglo XX, decía que «hay un teólogo jovencito que da señas de grandes valores», y hablaba con mucho aprecio de él. Y Ratzinger siempre fue para nosotros uno de los hombres serios, profundos, serenos y claros.
-Esa fue la primera vez que se vieron, pero después se conocieron más y mejor durante la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica…
Sí, entonces lo traté mucho porque yo fui nombrado en el Comité de Redacción, que era el que tenía que hacer los textos según las indicaciones de la comisión de cardenales y obispos. Ratzinger era entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y presidía los dos grupos. Y generalmente la reunión se hacía en conjunto. Ahí estábamos muy cerca, y nos conocimos bien. Me acuerdo de una reunión para revisar más de 20.000 modos, y era realmente emocionante y formidable ver cómo con la misma fe se hacían observaciones para mejorar el texto. Fue un signo más de la unidad de la fe y de la capacidad de la Iglesia de expresar su tesoro de siempre, atendiendo muy fuertemente a las situaciones contemporáneas.
–¿Ahí se hizo amigo de Ratzinger?
Sí, éramos muy cercanos, era muy hermoso entre bloque y bloque de las reuniones, hablábamos, tomábamos un café y conversábamos de las cosas de ese momento y también de otras cosas. Era muy íntima la relación, muy cordial, muy transparente, con él y con todos los demás. Era hermoso ver a los africanos, los asiáticos… fue una experiencia muy profunda de la Iglesia.
–¿Y durante esa experiencia usted se imaginó que algún día Ratzinger sería Papa? ¿Le vio ‘pasta’ de Papa?
–No, no pensábamos en eso sinceramente. Pero antes del último cónclave ciertamente que era uno de los grandes candidatos.

Hay quien dice que el «motu propio» con el cual recientemente Benedicto XVI rehabilitó la vieja misa tridentina en latín, aunque intenta una reconciliación con los lefebvrianos, tiende a dividir a la Iglesia. ¿Usted qué opina?
Creo que esto va a pasar como un hecho que va ser entendido como una acogida de la Iglesia a quienes sienten una particular devoción para esa manera de expresar su fe. Si fue verdadera antes ahora también lo es, y si no se ha permitido, es para favorecer un rito que está más cercano a las maneras de expresar nosotros nuestra fe en este momento. Pero eso va a pasar como una cosa que no tiene ningún significado contrario a la Iglesia que quiere estar viviendo siempre la fe hoy. Yo lo interpreto como una nueva forma de manifestar el deseo de la Iglesia de acoger todo lo que haya de bueno y verdadero. Y si eso es algo que a ellos los acerca a Dios (a los lefebvrianos), lo dejamos, pero no le vamos a aceptar de ninguna manera que digan que el Concilio Vaticano II está equivocado, o que los cambios están mal hechos.
–Usted va a pasar a ser uno de los máximos consejeros del Papa: ¿cuál es para usted el principal desafío de la Iglesia Católica?
Es una pregunta difícil, y sin acabar de categorizar creo que uno de los mayores desafíos sin duda es la verdad de Dios como absoluto, frente a un relativismo en el orden del conocimiento y en el orden de la conducta. Y el hombre está llamado en su pequeñez y en su creaturidad, sin embargo, a reconocer su origen en Dios y su destino en Dios. Y lo que me parece maravilloso es que el hombre está llamado no sólo a recibir este don, sino a descubrirlo y a merecerlo, en su entrega total, en la imitación de Jesucristo. Hoy y siempre el problema es del hombre y Dios. Por eso hay una frase que ha repetido mucho Juan Pablo II, que a mí me encanta, que es «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del verbo encarnado».
–¿Qué significa para usted ser cardenal?
Yo le pido a Dios que este paso sea realmente para entrar al corazón del Papa, el padre, el hermano, el amigo, el ministro de Dios para toda la Iglesia, y así vivir hondamente estos últimos años que Dios me regale, y vivirlos con intensidad. Yo no acepto que me digan que con los años hay que acercarse a un estadio de descanso. Al contrario, yo creo que con los años hay que intensificar la vida. Otra frase preciosa que me dijo un cardenal: «no añadas años a la vida, añade vida a los años», y quiero agradecerle al Señor y agradecerle a este gran Pontífice que me haya querido tanto, que me haya dicho que me acerque a él para acompañarlo. Espero contagiarme de sus valores, de su fe y de su caridad.
–¿Y qué significa para la Argentina?
Un servidor más, un servidor con el color rojo, del amor hasta la muerte, un servidor que quiere ir con la sabiduría de la Iglesia, con el consejo del Papa, a servir a todos. A todos sin excluir a nadie, a todos para todos los problemas, incluso el de la economía. Si yo creo que Dios nos ha dado el mundo para todos los hombres, para todas las naciones, cómo tengo que entender la propiedad privada, cómo tengo que entender los límites de las naciones, que en vez de ser límites tienen que ser puentes, cómo tengo que entender el deber del hombre de ir a las estrellas, nos están esperando las estrellas… Cómo tengo que entender que esto lo tenemos que hacer como hermanos, unos para otros, todos juntos: ¡es el sueño! Tenemos que educar a cada niño para que sueñe así, tenemos que vivir nosotros, ordenar nuestras leyes para ello, y si no lo hacemos, sepamos qué hacemos mal, y soñemos y busquemos. Tenemos que hacer de las naciones, del mundo, una gran familia, el modelo es la familia.
–¿Cómo ve la relación entre el episcopado y el Gobierno? ¿Hay fricciones?
La Iglesia sabe que tiene que ser servidora de todos. Y vamos a hacerle saber siempre, a todo el mundo, que queremos servir a la verdad y al bien. Queremos ser sabios y queremos ser amigos y hermanos. Y esa es la actitud. Y esa actitud tiene que empezar cada día y no es porque el otro merece, sino porque yo le quiero bien. Por eso decimos que hay que amar a todos, absolutamente a todos.
Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia DE LA NACION

En este blog ya se ha comentado del pasado de Mons Karlic, agravado en su presente. Confío en El Sumo POntífice y su buen tino para ir sobreponíendose a la grave crisis que vive la Iglesia, y que su nuevo Cardenal -lamentablemente- parece sostener y agudizar. ¿Será mala fe, o estará reblandecido?
¡Estupendo consejero se pescó el Papa! HP y tripunte.
Depredador del Seminario de Paraná. Lobo rapaz si los hay.Mal Pastor que DISPERSÓ A LAS OVEJAS que,como todos estos Jerarcas de la iglesia Posconciliar, discípulos de los Congar, Rahner,De Lubac Y DEL MISMÍSIMO DIABLO, se apropiaron «de facto» de las ovejas de Nuestro Señor haciéndolas de ellos. Y después que les lavaron el cerebro con sus falsa doctrinas, las adularon con aquello de » las comunidades de Base», al
mejor estilo del marxismo.
Y, como todo hereje, PRESUME.
Efectivamente, el Vaticano Dos no fue una equivocación.
El qrror está en quienes aún creen que tal concilio fue pergeñado por católicos para el bien de la Iglesia y de sus miembros.
Lo que abunda en la Iglesia no son los malos sino los buenudos-
Y los buenudos hacen mucho daño sin quererlo.
Lumasa
No Adalberto, los que lo conocemos sabemos que no está reblandecido, esta SOLIDIFICADO.
Y con toda una vida repitiendo errores, se carga el sistema nervioso y crea ¡Ay! UN HÁBITO. Y cuando se es viejo es jodido vencer la pertinacia, y acceder amorosamente a la perfecta contrición. No es TEÓRICO.
Que Dios lo salve, pero aquí en la tierra ha sido un hijoputa.
La operación sigue al ser.
Habla mucho de Dios.
Y parece que cree en Dios.
Santiago Apóstol le diría: «Tu dices que crees en Dios, el Diablo también cree,
Y TIEMBLA».
Lumasa podría precisar, e identificar si gusta, quiénes son los que llama «buenudos». Digo, si la Caridad no se lo impide.
Buenudos, por ejemplo, las ovejas que creen que los lobos se volvieron vegetarianos.
Lumasa
Adalberto y Juan Carlos espero que Dios tenga compasión de Uds. y llegue a limpiar sus almas, los que tenemos la gracia de conocerlo sabemos que Monseñor Karlic es un Santo en Vida, damos gracias a Dios que nos sigue enviando hombres como Karlic que hacen bien a la Santa Iglesia y para expresar una opinion no es es necesario ser tan soez y procaz.
Gracias Lumasa. ahora, ¿Podrías decirme cómo les llamas a los que confunden ovejas con lobos? Porque es lo que sucede con un tal Lumasa, que sale a combatir las ovejas como si fueran lobos.
Quizá les llames «quijotudos», porque toman por gigantes a molinos de viento. O a lo mejor «impolutos», porque se creen perfectos, intachables, los únicos fidelísimos a la tradición hecha a su medida.
Gracias, LUmasa. No te preguntaré más. Leyendo tus comentarios he aprendido suficientemente lo que en el Dicionario Lumasa Ilustrado es un «buenudo».
Me parece que la mayoría no se ha dado el tiempo de leer yu estudiar con un corazón abierto y sin prejuicios el Concilio Vaticano II, soplo del Espíriytu Santo para la Iglesia que peregrina en este tiempo. Además hay algún doctor entre ustedes conocedor de la verdadera tradicción de nuestra Madre la Iglesia.
Benito no hay Doctores solo Detractores.
Paz y Bien.
Adalberto, tu «lógica» es propia de buenudos o de algo peor.
Benito, Sergio, sigan así embelesados por tanto espíritu santo trucho que están a la orden del día. Ya están lo suficientemente preparados para recibir, defender y adorar al Otro.
Lumasa
Se estudia CON LA CABEZA BIEN CONCENTRADA Y EN TENSIÓN SACRA.
El sentimentalismo del falso catolicismo babosea con el corazón caído. El católico con el CORAZÓN DE CRISTO, que es luz y disipa las tinieblas del entendimiento.
El Espíritu Santo, antes del Concilio dijo lo contrario. ¿qué Espíritu inspiró al Concilio? ¿Cambió por obra y gracia de los hombres? Espíritu DUDOSO.
Me quedo con el de antes que es de siempre y PROCEDE DEL PADRE Y DEL HIJO, pero de Dios, no de los hombres.
Benito: el Espíritu Santo también está presente a veces con su ausencia.Paradoja que no se comprende si uno anda en religión como en bicicleta.
Por su ausencia, presente en las consecuencias.
Como cuando uno se borra de lo que no le conviene participar.
Así el E.S. tiene la divina PRUDENCIA. Justo eso ni prudentismo ni imprudencia. Es bueno imitarlo. Son dones. Pero hay que vaciarse de otras cosas para permitir la INHABITACIÓN.
El Concilio estaBA LLENO DE CUALQUIER COSA. Entonces el Espíritu Santo
SE BORRÓ.
Pero que morro tienes Juan Carlos, o sea que el Espiritu Santo solo está en aquello que a tí te gusta ¿no? ¿quien te crees que eres para decir donde está Dios y donde no? Por qué aún no he oido al Santo Padre ni UNA sola critica al Concilio Vaticano II, NI UNA. Que se puedan depurar cosas podria ser, pero los unicos que estais criticando sois…. ¿quienes? cuatro que quieren ser más papistas que el Papa.
Por si no lo sabes, negar la validez de un Concilio Vaticano, es herejia.
Saludos
Sr. Tonix:
1º Solo hay dos concilios vaticanos.
2º El Concilio Vaticano I es inobjetable porque así lo definió el Sumo Pontífice, S.S. Pio IX, quien no solo anatematizó errores sino que definio la Infalibilidad Pontificia (o sea definió el dogma y las condiciones para que se cumpla)
3º Es de público conocimiento (o sea, cultura general) que el Concilio Vaticano II, es el UNICO en la Historia de la Iglesia que no definió ni anatematizó nada y que, por expresa indicación de sus autores, solo fue pastoral (lógico de liberales como Juan XXIII y Paulo VI).
Ninguna pena recae sobre quien se niegue a aceptar dicho Concilio. Todas, lamentablemente, sobre quien lo sigue, porque se ve forzado a sotener doctrinas contradictorias al Magisterio de la Iglesia.
4º Para que haya magisterio es necesario que haya una autoridad que imponga. Ningún papa, después de Pío XII ha querido imponer algo.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM
Este hombre es un santo no tienen hablar de él de la forma en que lo hacen ese par de ineptos.
Este hombre es un Santo al que mis descendientes estoy seguro tendran la oportunidad de alabarlo como tal.
«Perdonalos Señor no saben lo que hacen»