Antes del último cónclave: «Qué le dije al futuro Papa»
El cardenal Giacomo Biffi pone sus memorias en un libro. Aquí un adelanto del mismo: el discurso por él pronunciado en la reunión a puertas cerradas con los cardenales. Y después sus juicios críticos sobre Juan XXXIII, sobre el Concilio, sobre el «mea culpa» de Juan Pablo II
por Sandro Magister
ROMA, 26 de octubre del 2007 – En las vísperas de sus ochenta años, el cardenal Giacomo Biffi pone en librería un amplio libro autobiográfico, con el título: “Memorie e digressioni di un italiano cardinale [Memorias y digresiones de un italiano cardenal]”.
Biffi es recordado sobre todo como arzobispo de Bolonia, desde 1984 al 2003. Pero en el libro él recorre su entera vida, desde el nacimiento en la Milán obrera hasta cuando se convirtió en sacerdote, después en profesor de teología, párroco, arzobispo y finalmente cardenal.
En el prólogo, Biffi reporta estas palabras de san Ambrosio, gran arzobispo de la Milán del IV siglo, su amado “padre y maestro”:
“Para un obispo no hay nada tan riesgoso frente a Dios y tan vergonzoso frente a los hombres, como el no proclamar libremente el propio pensamiento”
Y puntualmente, en las 640 páginas del volumen, el pensamiento de Biffi prorrumpe en plena libertad, punzante, irónico, anticonformista.
No hay pasaje crucial de la vida de la Iglesia que no caiga bajo su juicio afilado y con frecuencia sorprendente.
Es una sorpresa, por ejemplo, que señale como “el Papa más grande del siglo veinte” a Pío XI, que es quizá el Papa más dejado y olvidado hoy.
Es una sorpresa descubrir que, cuando era arzobispo de Bolonia, él, tan criticado por haber definido preferible acoger en Italia inmigrantes cristianos en vez de inmigrantes musulmanes, hospedó por muchas noches en una iglesia un tupido grupo de magrebinos sin hogar, en las semanas más crudas del invierno.
También los silencios son elocuentes. A Joseph Ratzinger el libro le dedica escasas referencias. Pero el lector entiende por muchos indicios que Biffi tiene una altísima estima por el actual Papa. Una estima intercambiada por la invitación a predicar en el Vaticano los ejercicios espirituales de la cuaresma del 2007 que le hizo Benedicto XVI.
En cambio, el casi silencio sobre el cardenal Carlo Maria Martini – del que Biffi fue obispo auxiliar por cuatro años en Milán – hace transparentar un juicio inexorablemente crítico. Inmediatamente antes de liquidar en pocas líneas el nombramiento del célebre jesuita como arzobispo de Milán, al final del 1979, Biffi pone en claro que la época luminosa de los grandes obispos de Milán del siglo XX – herederos genuinos de san Ambrosio y san Carlos Borromeo – ya había concluido con el antecesor de Martini, Giovanni Colombo.
Y por otro silencio – el que en el libro envuelve al sucesor de Martini, el cardenal Dionigi Tettamanzi – se saca que tampoco con el actual obispo de Milán la estación de los grandes pastores “ambrosianos” y “borromeos” de signos de retomarse.
El por qué está bien explicado. Para Biffi un obispo es grande cuando gobierna la Iglesia “con el calor y la certeza de la fe, la concreción de las iniciativas y de las obras, la capacidad de responder a las interpelaciones de los tiempos no con concesiones o mimetismos sino tomando del patrimonio inalienable de la verdad”. Evidentemente, a juicio de Biffi, ni Martini ni Tettamanzi corresponden a este perfil.
Otra personalidad que Biffi somete a crítica severa es don Giuseppe Dossetti, en su juventud un importante hombre político – admirado en aquellos años por el mismo Biffi – después sacerdote y monje, muy activo consultor del cardenal Giacomo Lercaro en el Concilio Vaticano II y arquetipo de la “escuela de Bolonia” y de la interpretación del Concilio como ruptura con el pasado y nuevo inicio.
Biffi escribe que Dossetti mantuvo hasta el último “una obsesión primaria y permanente por la política, que alteraba su perspectiva general”. Además le imputa una “insuficiente fundación teológica”.
Dossetti ha sido el hombre que en el último medio siglo ha influido más sobre las orientaciones de la élite intelectual de la Iglesia italiana.
En cambio, el líder espiritual italiano que a juicio de Biffi ha intuido con más lucidez la misión y los peligros para la Iglesia en el mundo de hoy ha sido don Divo Barsotti, recordado con admiración más veces en el libro.
Las memorias del cardenal Biffi son una lectura obligada para quien quiera observar el recorrido actual de la Iglesia desde una visión fuera de los esquemas, y al mismo tiempo autorizada. Pero son también una lectura cautivadora, que aferra desde las primeras páginas por la brillantez de la escritura, siempre sobria y esencial.
Son el relato de una vida íntegralmente dedicada a la Iglesia. A continuación se reportan algunos pasajes: sobre Juan XXIII, sobre el Concilio Vaticano II y sus recaídas, sobre el “mea culpa” de Juan Pablo II y, finalmente, sobre el último cónclave, con el discurso completo – hasta ayer secreto – dirigido por el cardenal Biffi al futuro Papa.
Un papa – Benedicto XVI – que en aquella fecha estaba todavía por elegir. Sin embargo tan semejante a las expectativas de este gran elector suyo.

Quisiera saber como conseguir el libro. Me parece ser una lectura muy interesante de la que se puede aprender muchisimo.
Paz y Bien.