Asombro en la Catedral

Por Juan E. Olmedo Alba Posse

A la celebración de San Cayetano solicitada por Raúl Castells y presidida por el cardenal Bergoglio en la Catedral Metropolitana, el líder piquetero concurrió con sus huestes del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), ataviados con las mismas chaquetas amarillas que usan cuando van a los piquetes (La Nación, 9.8.07). Ciertamente se podría pensar que esta amplitud para con los activistas al margen de la ley, concuerda con un ánimo caritativo abierto a todo el mundo. Pero en contraposición acude el recuerdo del sacerdote Christian von Wernich, tristemente relegado al olvido, a pesar de encontrarse arbitrariamente prisionero desde hace años y ahora condenado de antemano por un auténtico sanedrín. Todo ello llevaría a preguntar con respeto, cuáles lados del corazón guardan las simpatías del alto prelado. Porque parece que en el lado derecho no encontraran amparo algunos hermanos en la fe, como el obispo Antonio Baseotto y el padre von Wernich; y en cambio por el lado izquierdo tienen refugio personajes como Castells y el potentado camionero Moyano… Sin contar la devota memoria de los palotinos, de Angelelli, de Mujica, etc. El interrogante parece legítimo y acuciador.

En la referida ceremonia, Su Eminencia pidió que «la dignidad de cada persona sea reconocida y respetada» advirtiendo, como el día anterior lo hizo en el templo de Liniers, que «cuando una sociedad basa el reparto de los bienes no en el trabajo, sino en la dádiva o en los privilegios, pierde el sentido de su dignidad y rápidamente se vuelve injusta la distribución de los bienes, y las personas son transformadas en esclavos o en clientes».

Guerra social Lo notable del caso es que la actividad piquetera, concretada en disturbios callejeros y ocupaciones violentas, en modo alguno se ha podido encuadrar dentro del trabajo dignificante elogiado en la homilía. A la vez sorprendería que el señor Cardenal desconociera los planes de los Foros de Mantas y Porto Alegre, promotores de iguales acciones para la “guerra social”. Mientras el piquete es bien conocido por la ciudadanía argentina, a causa de sus acciones delictivas que por su absoluta impunidad paralizan y escandalizan al público que las padece. Lo cual se debe al privilegio -exclusivo para tales corporaciones- de sortear el Código Penal con elocuente auspicio oficial. Es notable también que por participar de las correrías como clientes, la multitud de sus componentes reciben importantes dádivas. Condición evidentemente opuesta a la dignidad reconocida y respetada de cada persona.

Conforme a lo consignado en diversos archivos y órganos periodísticos, el señor Raúl Castells ha recorrido todos los rincones de la izquierda, desde el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), hasta la Corriente Clasista y Combativa. Un conocido politicólogo pudo expresar así, que Castells “siempre dijo que es un militante socialista revolucionario, con 30 años de experiencia política y de cárceles”. Y que su lema es “cuánto peor, mejor”; buscando la revolución permanente.

El movimiento de los Castells –sigue la nota periodística- maneja 7.500 planes sociales, que significan 13.500.000 de pesos al año.

Por supuesto no cabe inmiscuirnos sobre la actual disposición espiritual del señor Castells –cuya interesante personalidad sobresale por su tenacidad agresiva- pero también salta a la vista su conocida afición mediática. A mérito de la cual, como se sabe, ha podido desplegar un extenso arco de exhibiciones. Desde un audaz programa de Televisión, hasta su presencia en la Catedral con la hueste protagonista de tantas violencias, convenientemente uniformada para resaltar la activa militancia. Explicaría esta desembozada asistencia al templo, cierta antinomia sellada por el Cardenal al comenzar la celebración; significando que la Catedral está abierta a todos y él es quien la cuida.

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