Los fieles reciben el «motu proprio» del Papa entre la indiferencia y el optimismo

Expertos en liturgia opinan que la situación no cambiará mucho tras el reconocimiento papal a la «misa tridentina» 

M. Velasco/I. Barajas – MADRID-

La Carta Apostólica, en forma de «motu proprio», que Benedicto XVI acaba de publicar sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970 (Pablo VI), ha reabierto una polémica que nunca debió existir, dado que el antiguo misal no ha sido nunca abrogado, y Benedicto XVI simplemente lo ha recuperado atendiendo a las peticiones de diversas comunidades «tradicionalistas» católicas de todo el mundo. Así lo han explicado algunos expertos en liturgia a LA RAZÓN.

El padre Manuel González es profesor de Liturgia en la Facultad de Teología de San Dámaso de Madrid: «La gente no acaba de aclararse», asegura. «El Papa no ha aprobado el latín, el latín nunca ha dejado de utilizarse. Es más, el rito ordinario se puede celebrar desde siempre en latín o en español. Lo que ha hecho el Papa es posibilitar que los grupos vinculados a esas formas, llamados tradicionalistas, puedan tener más libertad a la hora de celebrar, que estos grupos tengan cabida en la Iglesia, y no se sientan proscritos a causa del misal de Pablo VI, surgido a raíz del Concilio Vaticano II», explica. «No creo que el panorama vaya a cambiar mucho. Antes, la misa en latín tenía más sentido porque toda la educación era en latín, pero hoy en día casi nadie, por desgracia, entiende latín, aunque la formación en los seminarios es suficiente. La misa moderna es en lengua vernácula, pero en caso de tener que apostar por un rito, deberíamos hacerlo por el que fue verdaderamente nuestro: el mozárabe, o hispano visigodo, y no lanzarnos a cosas trasnochadas», asegura. «Aparte de que la misa en rito tridentino es en latín, pero se dice casi en silencio, en un susurro, con lo cual el concepto de participación de los fieles, tan importante a raíz del Concilio Vaticano II, queda muy reducido», subraya.
El misal de Pablo VI surgido tras el Concilio aportó, además de la posibilidad de celebrar en la lengua vernácula, una selección de lecturas bíblicas que no tenía el misal de San Pío V, «que era muy pobre», prosigue. «Lo que hará Benedicto XVI ahora será reformarlo y añadir todos los santos que han sido canonizados hasta hoy. Si el rito se ha reformado, es porque era necesario, la reforma ha sido buena», asegura.
En España, la misa «tridentina» no ha dejado nunca de celebrarse gracias al empeño de comunidades como la del Instituto de Cristo Rey en España, dependiente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. Esta Comisión fue instituida por Juan Pablo II con el «motu proprio» promulgado en 1988 tras el gesto cismático de las ordenaciones ilegítimas realizadas por el arzobispo Marcel Lefebvre en Suiza. Desde entonces, la función de la Comisión ha sido, por una parte, la de regular la situación de estas comunidades tradicionalistas y por otra, colaborar con los obispos locales para satisfacer a numerosos grupos de fieles unidos a la tradición litúrgica latina, que solicitaban celebrar misa según el rito de 1962 en sus diócesis.
El padre Raúl Olazábal,superior del Instituto Cristo Rey en Madrid es el encargado de oficiar misa en la parroquia de San Luis de Los Franceses. Hasta ahora no les permitía hacer publicidad, pero el documento papal ha sido para ellos un espaldarazo: «El aval del Papa ha sido recibido con alegría. En septiembre está previsto que se abra una nueva parroquia en Madrid para celebrar según este rito, y estoy seguro que a partir de ahora el número de fieles aumentará en toda España», sostiene. «El número de asistentes es variable, según las parroquias y los horarios», sostiene. «En Madrid, hasta ahora el número de fieles era de unos 120. Algún domingo han llegado a asistir unos 150, pero lo habitual es algo menos. En Tenerife, rondan los 60», explica.
Según Olazábal, las personas que asisten a estas misas es «fundamentalmente gente joven. En una época de secularización hay que volver a las fuentes: los jóvenes se acercan, al principio, sin entender prácticamente nada, pero observan que el ritual es profundamente atractivo: los silencios, los gestos, celebrar mirando hacia el Santísimo… Utilizamos el misal de 1962, aprobado por Juan XXIII, un misal con un calendario propio, (y que ya no hacía ninguna referencia a la conversión de los judíos). Pero poco a poco los jóvenes se van introduciendo: hoy el 60 por ciento de los asistentes son menores de 35 años», asegura. Algo que, en último término, está relacionado con las vocaciones: «La media de seminaristas que ingresan en el Instituto cada año es de unos 15, lo cual nos da una idea de lo mucho que les atrae esta liturgia», sostiene.

Un comentario sobre "Los fieles reciben el «motu proprio» del Papa entre la indiferencia y el optimismo"

  1. Las declaraciones de Manuel González proclaman en qué desvergonzadas manos ha puesto la formación en su diócesis el nefasto Rouco Varela.

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